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Vista general del retablo renacentista de la iglesia de San Pelayo
El robo del retablo de Olivares

El robo del retablo de Olivares

Hace 30 años fueron sustraídas diez tablas en el templo de la localidad vallisoletana. Nueve de ellas fueron recuperadas poco después por la policía en una chabola de Fuencarral, en Madrid. Una de ellas aún sigue sin encontrarse

Agapito Ojosnegros Lázaro

Lunes, 15 de mayo 2017, 21:18

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En cuanto a intensidad, solo la alegría que supone la recuperación de algo de gran valor es comparable al dolor y pena que causa su pérdida. Por ello, no fue pequeña la satisfacción de los vecinos de Olivares de Duero que el 26 de junio de 1998 acudieron a la misa que en su iglesia parroquial de San Pelayo (siglo XV) presidió el entonces arzobispo de Valladolid, José Delicado Baeza. El motivo: que una de las joyas muebles del renacimiento español, el retablo mayor del citado templo, volvía a lucir en el presbiterio toda su deslumbrante brillantez artística. Haciendo honor a su estilo artístico, el retablo de San Pelayo, patrón de la localidad, renacía ante los ojos de los vecinos durante la celebración de su día grande después de que, 11 años atrás, sufriera el expolio de 10 de sus pinturas sobre tabla de las 51 que lo componen. Un robo que la Policía calificó como uno de los más importantes contra el patrimonio español en aquella época y del que se cumplen 30 años.

En la tormentosa noche del 25 al 26 de enero de 1987, con los nerviosos ladridos de fondo de los perros de una casa próxima a la iglesia, mediante un agujero realizado en la pared de la nave del Evangelio fueron sustraídas las tablas de los profetas Jeremías, Isaías y Balaam; de los reyes David y Salomón; de la sibila Frigia; así como varias más con escenas de la vida de Cristo y de la Virgen (La Anunciación, Natividad, Epifanía y Presentación del Niño en el Templo). Afortunadamente, en cosa de tres meses inspectores del Grupo de Delitos contra el Patrimonio de la Brigada Central recuperaban 9 pinturas en una chabola del norte de Madrid, en el distrito de Fuencarral. Ahora en mayo se cumplen 30 años de esta historia con final feliz al 90%, pues el espacio del profeta Balaam aún sigue sin cubrirse esperando su regreso.

Ana Toribio, responsable de la oficina de turismo y de guiar la visita por la iglesia a la que echa una mano Mari Perucha, explica que el butrón efectuado provocó que los sillares, al ser empujados hacia adentro, dañaran «la tabla del profeta Daniel partiéndola, algo que se aprecia de cerca, y eso que se hizo una gran restauración».

Obra de grandes artistas

Fechado en 1526, presidido por la escultura de San Pelayo y por la Virgen de la Asunción, de la arquitectura del retablo se encargó Pedro de Guadalajara de Valladolid. Del contenido artístico se encargaron fundamentalmente dos grandes maestros, como son el pintor Juan Soreda y el escultor Alonso Berruguete (parece ser que dos pintores más aportan su trabajo, aunque en menor medida, y que escultores de la escuela de Felipe Vigarny también dejan su huella en distintas piezas). El propio Juan Agapito y Revilla , arquitecto vallisoletano (1867-1944), historiador, director del Museo Nacional de Escultura), cuando lo contempló por primera vez junto al pintor, académico e investigador Martí Monsó, dejó escrito que «sencillamente nos entusiasmamos, nos quedamos admirados porque no recordábamos haber visto obra tan importantísima, y nos ofrecimos a estudiar con algún detenimiento aquel conjunto de 51 tablas que constituye en su género la más rica colección de pinturas de principios del siglo XVI en la provincia».

La historia de su restauración comenzó en 1981, cuando, ante el deterioro del templo y las obras para su recuperación, se decidió desmontarlo para no dañarlo. La Diputación encargó restaurarlo al vallisoletano Mariano Nieto, que, por diversas razones, no lo concluye, quedando estancado en 1985. Mientras se continúa trabajando en la iglesia, se expone parte del retablo en el Palacio de Santa Cruz (diciembre 1986 a enero 1987). Devueltas las obras a la parroquia, días después entran los cacos. Una vez recuperadas 9 de ellas, el conjunto se custodia en distintos edificios del Arzobispado.

Así se llega a 1997 cuando la Diputación firma un convenio con el Arzobispado para recuperar el retablo, con una inversión de 7,5 millones de pesetas. La rehabilitación se realiza en dependencias de la catedral. Ya en su lugar, el día San Pelayo de 1998, se reinauguran con Delicado Baeza.

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