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MARCO PORRAS
Domingo, 16 de febrero 2014, 13:36
Nada es para toda la vida. Si acaso, alguna hipoteca, palabra ésta que comparte raíz griega con el término 'botica' que usaban nuestros abuelos. Nada es para siempre. Ni siquiera uno de los contados establecimientos comerciales hermosos y con solera que conserva Palencia, la farmacia de Fuentes, que ha vivido las últimas semanas una reforma que sus propietarios insisten en calificar como «verdadera necesidad y una cuestión de supervivencia».
La familia Fuentes la actual titular, Belén de Fuentes Pérez, y su padre, Carlos de Fuentes Fenech, ya jubilado es consciente de que esta remodelación generará cierta controversia, si bien considera que el resultado «es más que satisfactorio y conserva el alma del establecimiento». Saben los Fuentes que algunas críticas anidarán entre los palentinos más nostálgicos, aquellos que habrían preferido dejar la vieja farmacia tal y como estaba, con los mínimos cambios que había registrado desde que se inauguró, a finales del siglo XIX.
Su partida oficial de nacimiento data del mismo mes que la Coca-Cola (un producto que, curiosamente, vino al mundo con el marchamo de medicamento). Fue el 12 de mayo de 1886 cuando Isidoro de Fuentes García (Fuentes de Valdepero, 1850-Palencia, 1920) abrió al público esta histórica farmacia tras una profunda remodelación de la pionera botica que había regentado junto con su padre, Natalio de Fuentes Aspurz. Don Natalio, el patriarca de una de las familias de farmacéuticos con más tradición en España, había muerto un par de años antes sin ver rematada esta «monumental farmacia», como la definía orgulloso su hijo Isidoro en un escrito de la época.
Fue precisamente Isidoro de Fuentes quien encargó el busto para homenajear a su padre, Fuentes Aspurz, tallado en mármol de Carrara por el escultor madrileño Ricardo Bellver. La imagen se alojaba hasta hace unos meses en la hornacina central del despacho a los clientes. Su gesto severo los recibía desde el frontal del establecimiento, un imponente mobiliario de nogal decorado con el característico botamen de porcelana, colocado con milimétrica precisión, la propia de una profesión tan experta en medidas mínimas. Desde ese lugar, donde parecía vigilar tanto el despacho de medicinas como la caja registradora, el busto ha subido a un lugar no menos privilegiado del renovado establecimiento, una amplia vitrina en la galería superior. En lo alto, flanqueado también por el botamen, divisa ahora el trajín cotidiano del espacio que albergó su botica.
De hecho, la reforma ha permitido sacar a la vista algún paramento de viejo ladrillo y alguna vetusta viga de madera de lo que fue la arquitectura original de la primitiva farmacia, aquella que Fuentes Aspurz e hijo crearon tras dejar otra en Fuentes de Valdepero y establecerse en el corazón de la capital palentina, muy en la recta final de la vida del patriarca don Natalio, acaso ya en el mismo año de su fallecimiento (1884).
A propósito de ese 'descubrimiento', su bisnieto Carlos de Fuentes Fenech (que vive ahora a caballo entre Palencia y Alicante, tras una dilatada trayectoria comercial con este y otros negocios familiares) comenta que «se pierden cosas, pero se ganan otras», y muestra entusiasmo por ese hallazgo, como si le hubieran dado la ocasión, ya retirado de la oficina, de conocer un arcano de la arqueología familiar. Carlos de Fuentes aprovecha además para alabar el planteamiento de la reforma que ha ideado su hija Belén. La actual regente reconoce, por su parte, haberle dado «muchas vueltas» para conjugar la necesidad de más espacio y el objetivo de «conservar lo más posible la esencia, el aire especial» de esta botica con raíces decimonónicas.
A falta de algunos remates, fundamentalmente en la parte superior, Belén de Fuentes subraya que la reforma ha sido «una obligación para subsistir como farmacia», en la medida en que los márgenes del medicamento cada vez se reducen más y que las farmacias sobreviven hoy si pueden ampliar su catálogo de productos y servicios para los clientes. «La alternativa era cerrar y sí, dejar ahí, para quien lo quisiera mantener, un escaparate precioso que vean los que pasan por la Calle Mayor», argumenta esta farmacéutica, la sexta generación de unas Fuentes que no parecen agotarse del oficio boticario. Preguntada si le gustaría que su descendencia continuara la saga, Belén de Fuentes comenta: «Daré libertad para que hagan lo que prefieran. Desde luego, esta reforma no es para unos años. Si la hemos hecho, ha sido pensando en que esta farmacia, que es un emblema de Palencia, continúe abierta mucho tiempo». Desde arriba, el busto de don Natalio parece moverse un poco, como asintiendo las ideas de la primera mujer que lleva las riendas del viejo negocio familiar.
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