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Miles de hortensias, surfíneas, petunias y geranios han acabado en la basura o se han estropeado en las macetas de los invernaderos durante el mes y medio que han permanecido cerrados los viveros. Entre tanto color enterrado se han evaporado cientos de miles de euros dejando muy tocado al sector. «Hasta un 60% de lo que teníamos que haber vendido en primavera va a acabar en los contenedores porque se estropea», estima Jesús Gutiérrez, responsable de la firma mayorista de suministro industrial Viveros Gutiérrez, que abastece de flores, árboles y arbustos a ciudades y empresas de toda España gracias a una producción anual de más de dos millones de unidades.
En las quince hectáreas de su finca de Cigales se plantan y crecen las flores que adornan calles y plazas de Cádiz, Marbella, Fuengirola, Sevilla, Huelva, Vigo, Ponferrada o la misma Valladolid, entre otras ciudades. De la concurrencia a los concursos públicos de jardinería vive en gran medida esta firma, con otros dos centros en Salamanca y Badajoz, además de otro de venta al público en Valladolid. Es de los que sobreviven en un mercado en pugna entre una docena de viveros mayoristas a escala industrial en España, cuenta el dueño de la empresa familiar que dirige junto a su mujer y sus dos hijos y emplea a cuarenta trabajadores. «Con la crisis de 2008 quebraron el 80% de los que nos dedicábamos a esto, veremos ahora cómo aguantamos».
Estima en unos 300.000 euros las pérdidas sufridas a consecuencia del parón por el coronavirus, aunque durante este tiempo su empresa no se ha acogido a un ERTE y ha seguido trabajando. «Los viveros de Europa se dedican a uno, dos, tres o cuatro productos y nosotros aquí hacemos de todo: planta pequeña, mediana y grande durante todo el año, eso nos salva», prosigue Jesús Gutiérrez mientras supervisa una de las naves en las que se han plantado miles de esquejes con los crisantemos que el 1 de noviembre se colocarán en los cementerios de decenas de capitales y pueblos del país.
En otro de los invernaderos la vista se va sin querer al rojo intenso de miles de geranios plantados en maceta. En esta época y en condiciones normales tendría que estar vendiendo entre el 50% y el 60% de la producción de la finca. «Y no ha salido nada», lamenta Gutiérrez. «La venta de la planta de flor llega solo hasta primeros de julio, luego se acabó, se trabaja para la de invierno; así que hemos tenido que componer planteles y hacer planta nueva para vender ahora y salvar lo que se pueda. Eso o íbamos a la ruina».
El pasado lunes reabrió sus puertas el Vivero Escuela El Pilar con la incertidumbre de cómo funcionaría el sistema de cita previa. «La gente llama antes de venir y la verdad es que está funcionado bien porque no se producen aglomeraciones», explica Javier Gimeno, responsable del centro principal situado en la Cañada Real. Al igual que en otros sectores, han tenido que incorporar al espacio medidas de protección en la limpieza de los carros y se dispensa gel y guantes a la entrada.
Aunque el público ha respondido con buena afluencia durante esta primera semana de apertura, Gimeno pone de manifiesto que los efectos de la pandemia han sido «una ruina absoluta, El 70% de las ventas de todo el año las hacemos en primavera, entre marzo, abril y mayo, y casi dos de estos meses hemos estado cerrados».
Al igual que otros sectores, durante las semanas más duras del confinamiento se lanzaron a la venta 'on line' y telefónica con servicio a domicilio, si bien la demanda no fue como se esperaba, apenas un 5% de las ventas. «La gente está acostumbrada a venir al vivero, a recorrer el terreno y los expositores de macetas, viendo el género», anota Javier Gimeno. «Esta es una mercancía muy visual, que entra por los ojos, por tanto es complicado venderla por Internet. Incluso creamos una web con la planta y su precio, pero no ha cuajado, aunque algo se ha vendido».
La clausura temporal de los viveros ha dejado jardines domésticos, terrazas y balcones sin flores en una primavera propicia y generosa en lluvia. «Se nota que están poco cuidados y que la gente tenía ganas de plantar; estamos recibiendo muchas llamadas y en lo que llevamos abierto tenemos cubiertas casi todas las franjas horarias».
Petunias, surfínias, tajetes, vivaces de flor y aromáticas encabezan las preferencias de la clientela en estos días en los que empieza a circular la planta desde los invernaderos a las casas. «No hemos tenido que tirar mucha planta porque no producimos demasiada flor de temporada –indica Javier Gimeno–, así que nos hemos dedicado más a trasplantar la que teníamos en maceta pequeña a otros contenedores más grandes para que tenga más desarrollo».
En Rabadán y Calleja, en el Camino Viejo de Simancas, son testigos estos días de las ganas que había de volver a pisar los centros que hacen las delicias de los amantes de la jardinería y la huerta. «La gente lo está cogiendo con ganas, sobre todo piden plantas de hortaliza y en flores, petunias y surfíneas», comenta satisfecho Miguel Francia. Con la cita previa se evita que en las instalaciones coincidan más de cuatro personas. «No hay problema, porque esto es amplio», añade tras lamentar que en los dos últimos meses ha habido que tirar planta de flor que se marchitaba. «Los viveros necesitan rotación», apostilla.
En el sector temen que un posible rebrote obligue de nuevo al cierre de sus establecimientos, lo que estropearía la mercancía que acumulan sin vender. «Tengo seguro de robo, de incendio, de inundaciones, pero no de planta porque es absurdo. Si nos dejan sin vender una semana más, muchos echaremos el cierre para siempre», teme un profesional dedicado durante años al mundo de la jardinería.
En viveros Walmar, de Tudela de Duero, el cultivo estrella es la surfinia, muy demandada entre los pueblos de la zona. Su dueño, Willobaldo Alonso Martínez, lamenta la pérdida «de los quince mejores días de marzo, más todo abril, eso supone como mínimo el 30% de las ventas. Y si perdemos mayo, nos iremos a un 60%. El problema no es no vender, es que hay que tirar la mercancía, así que si llego a cubrir gastos de material y trabajo me doy con un canto en los dientes»,
Aunque ha incorporado la cita previa, en estos días ha experimentado la dificultad de afinar con las horas, porque, alega, «esto no es como una peluquería, aquí no sabes lo que va a tardar una persona, la gente entra, unos dedican unos minutos y otros media hora a escoger lo que se llevan, así que lo que intentamos es que los clientes entren con cuidado para no saturar el espacio, en ese sentido veo al público muy concienciado»
Lo que Willobaldo Alonso echa en falta son ayudas a un sector «al que no llega nada, somos autónomos y ya está. En nuestro vivero hacemos producción propia y eso nos da cierto margen, aunque recuperar estos meses perdidos va a ser imposible, pues en enero realizamos la inversión fuerte en turbas abonos, contenedores, riegos y hay mucho material que no vamos a poder vender».
Intenta aferrarse a las buenas sensaciones que le ha dejado la reapertura, viendo a la gente «con ganas de venir por aquí, estaban deseosos de salir de casa para poner su huerto, sus flores.... el teléfono suena continuamente. No hay que perder la ilusión, pero estamos muy preocupados, sobre todo si hay un rebrote de la enfermedad».
Otro aspecto que lastrado a los viveros es el parón en las empresas de jardinería, en especial las dedicadas al mantenimiento de comunidades de vecinos, con la actividad suspendida durante el confinamiento. No han comprado flor y en la actualidad realizan trabajos de desbroce que tendrían que estar hechos desde hace semanas.
El de los viveros es un sector que en los últimos ha visto reducir el número de empresas. A los efectos de la crisis de 2008 añade Jesús Gutiérrez la competencia de las grandes superficies en los últimos ocho o diez años. «Hay supermercados que venden planta al público y encima, al ser un artículo de lujo, con la crisis se ha venido abajo».
Bajo el ambiente distendido y colorido de suelos y expositores rebosantes de plantas y arbustos en flor, en los invernaderos se libra otro de tantos combates contra el coronavirus. Este, de resolución más incierta que el que afrontan cada temporada contra las plagas.
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