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Bicicleta que Robertó dejó junto a la estatua de Miguel Delibes, en Valladolid. Roberto G. Prada

Se regala bicicleta junto a la estatua de Delibes de Valladolid

Aparcó su BH antigua junto a la estatua del escritor en la capital e hizo un llamamiento para regalarla; un día después ya tiene nuevo dueño

E. Esteban

Valladolid

Martes, 28 de septiembre 2021

No quería Roberto G. Prada, madrileño de 40 años afincado en Valladolid, que su mudanza a Madrid detuviera el camino andado de su bicicleta, una BH antigua, color verde chillón con detalles amarillentos que compró a una joven pareja hacía dos años, cuando llegó a tierras castellanas y leonesas. No podía llevársela consigo de regreso a la capital «por falta de espacio» –tiene un segundo hijo en camino, motivo principal por el que se muda con su familia– para guardarla, por lo que se le ocurrió regalarla. Su «idea inicial» era llevarla a algún colegio para que los chavales disfrutaran dando pedaladas lo mismo «o más» que lo había hecho él.

Ya tenía todo empaquetado, estaba a punto de dejar la ciudad por segunda –y espera que no sea definitiva– vez, pero aún seguía la bici en el que hasta ese momento había sido su hogar, en Claudio Moyano. «No sabía qué hacer con ella. No me daba tiempo a llevarla al Allúe Morer, así me he fui al García Quintana sin tener muy claro qué hacer», reconoce Roberto, que trabaja en la Biblioteca Nacional.

A medio camino, «de repente», sin saber muy bien por qué, se acordó de Miguel Delibes. De la devoción que éste sentía por el ciclismo y que plasmó, por ejemplo, en el relato 'Mi querida bicicleta'. Así que cambió su trayectoria, fue hasta un bazar para comprar rotuladores fosforescentes y reutilizó una lámina de cartón de una de las cajas de la mudanza para hacer un llamamiento: «Se regala bicicleta». La aparcó el lunes junto a la estatua que homenajea al escritor en la Plaza de Zorrilla, a la entrada del Campo Grande. Acompañada por un letrero que rezaba lo siguiente: «Me regalan. Llévame si me vas a usar, o si sabes de alguien que me quiera. Si no, deja que otro me dé una oportunidad».

El mensaje tuvo gran difusión en redes sociales. Tan solo unas horas después, la bicicleta ya no estaba. Ya sigue su camino en otros pies. Ahora, Roberto hace una segunda petición: quiere conocer a su nuevo dueño. «Sería muy bonito», sentencia.

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