Imagen de la explotación porcina, propiedad de la empresa Exgabe S. A. que se ha visto obligada a cerrar después de treinta años funcionando. :: M. C.
LEÓN

Las exigencias medioambientales se llevan por delante la mayor granja porcina del Bierzo

Cierra después de 30 años porque no puede hacer frente a la construcción de una depuradora de purines

MARIA CARRO

Miércoles, 16 de noviembre 2011, 02:05

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Si las dificultades económicas ya son, por sí solas, devastadoras para la inmensa mayoría de las empresas, estas se vuelven todavía más dañinas cuando se combinan con exigencias medioambientales por parte de la Administración. La Delegación Territorial de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta en León ha publicado en el Bocyl, la invalidez de la licencia ambiental concedida en el año 2009 a la empresa Exgabe S.A., con sede en Ponferrada, para una explotación porcina que contaba con cerca de tres décadas de historia en la comarca del Bierzo y era la más grande de la provincia de León, además de una de las mayores de la región.

Se trata de una granja de cerdos blancos, ahora en fase de desmantelamiento, que llegó a tener 14.000 animales y disponía de permisos para 840 cerdas en ciclo cerrado y 18 berracos.

Esta granja surtía a una de las grandes empresas leonesas de producción y comercialización de cárnicos, Frimols, que fue además la primera en comercializar el famoso botillo berciano. De hecho, aunque son dos compañías independientes, la explotación de Exgabe era del grupo de Frimols.

Pese a su alargada experiencia en el sector, la gerencia de esta granja se vio obligada a solicitar una nueva autorización ambiental para adaptarse a la normativa vigente. Una licencia que quedaba supeditada a la construcción de una depuradora para purines que suponía una inversión de más de 1,2 millones de euros.

Sacrificio de los cerdos

Ante la imposibilidad de afrontar tal gasto y argumentando, según explicó el gerente de Frimols, César Arias, que «la rentabilidad del negocio no garantiza tal inversión», la empresa informó a la Junta y a la Confederación Hidrográfica Miño-Sil de la dificultad para acometer esa obra y solicitó una prórroga hasta que la situación económica cambie de rumbo.

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La petición fue rechazada por Medio Ambiente y al final ha llevado al cierre definitivo de las instalaciones. Un cierre que comenzó a ejecutarse hace seis meses y que prácticamente ha dejado vacía ya la explotación. Los cerdos se han ido sacrificando y Frimols ha empezado a abastecerse en otros mataderos.

Si bien ningún ganadero dependía de la actividad de esta granja, porque era parte del conglomerado empresarial de Frimols, sí tenía trabajadores propios. En total, una decena de personas se vieron forzadas a aceptar el expediente de extinción de empleo planteado por la dirección ante la imposibilidad de mantener abiertas las instalaciones. «No tuvimos acceso a subvenciones de ningún tipo y los bancos no nos daban crédito, ni siquiera avalando. Es una cantidad de dinero muy grande y los beneficios que tenía la empresa no garantizaban nada», aseguró César Arias, aclarando, eso sí, que por el momento la empresa matriz de comercialización de productos cárnicos -frescos, salados y embutidos- no corre ningún peligro ni tiene ningún problema de abastecimiento. No obstante, en la empresa dicen que «una de las bases de Frimols era la granja y cuando falla una pata, la mesa se tambalea».

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Duro golpe

Ha sido éste un duro golpe para el sector cárnico de la comarca berciana, en un momento especialmente convulso donde todo parece apuntar a que agricultura y ganadería podrían ser, a medio plazo, los únicos sectores de desarrollo económico de la comarca.

La de Frimols, es una granja de grandes dimensiones que contaba además con una fábrica de piensos propia. En ella comenzaba el proceso de producción de la cadena de embutidos. Ellos criaban, sacrificaban, transformaban y vendían. Ahora, la actividad se centra en la transformación y la comercialización.

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La empresa tiene la posibilidad de presentar un recurso en el plazo de un mes, aunque parece que no se van a decantar por esta opción. De hecho la dirección baraja incluso la venta o alquiler de las instalaciones para que sea otra empresa la que se encargue de su explotación y acometa la inversión necesaria. Todo con el objetivo de no mantener en desuso una granja de tales dimensiones que, según la empresa, necesitaría una inversión de cinco millones de euros si se tuviera que levantar de nuevo.

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