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JAIME POLVORINOS
Martes, 30 de agosto 2011, 02:25
Las luces rotativas del coche de seguridad sirven de aviso a los vehículos que transitan el puerto de Navacerrada de que se aproxima un gigante. En concreto una grúa. Pero no una normal, una mole de acero de 96 toneladas y capaz de levantar más de cinco veces su peso. Es uno de los tres prototipos que la empresa alemana Liebherr ha enviado a España con el objetivo de ponerlos a prueba.
Ayer, los estudios se realizaron con el vehículo más grande, una grúa telescópica capaz de elevar 500 toneladas de peso y más de 600 caballos de potencia. Los pilotos condujeron el vehículo por la carretera de las siete revueltas hasta el puerto de Navacerrada, bajando dos veces hasta el Puente de los Mosquitos y volviendo a subir. «En subida, se alcanzan hasta 60 kilómetros por hora y unos 70 u 80 en bajada», apunta uno de los ingenieros. Cada rueda toma un ángulo propio para coger las curvas. Los ingenieros controlan todos los sensores y parámetros instalados en los vehículos para tomar las mediciones necesarias.
«Están probando un nuevo vehículo con un motor de baja contaminación. Quieren observar el comportamiento del motor en estas condiciones de altitud y temperatura», explica Julián Bermejo, de Grúas Bermejo. Su compañía, que posees varias grúas de esta marca, sirve de garaje y centro de operaciones para la expedición alemana.
«Lo que pretenden es que la máquina se pueda adaptar a las condiciones ella sola, por lo que se le realizan todo tipo de mediciones y pruebas. Se les sube a tope de temperatura, incluso provocando algún desperfecto para, una vez que llegan arriba, hacer una parada en seco y comprobar los resultados», continúa Julián.
Este tipo de grúas se usan en obras con grandes estructuras, como molinos eólicos. Hasta Segovia se han desplazado 18 de los mejores ingenieros, pilotos y mecánicos de Liebherr, que cuenta con 39.000 empleados en todo el mundo. La primera mitad del proyecto ha concluido con «resultados satisfactorios». «Hasta ahora hemos probado los tubos compresores con la altitud y ahora queda ajustar la caja de cambio a la potencia del motor», explica Arno Bücheler, mecánico jefe de la expedición. Las pruebas también van encaminadas a cumplir con las nuevas normas europeas de contaminación que entrarán en vigor el año que viene.
Navacerrada es uno de los puertos más exigentes para los motores, ya que se llega hasta los 1.850 metros de altitud. «Para los motores de combustión no es lo mismo circular a nivel del mar que aquí, porque hay menos oxígeno para quemar el combustible y se exige más capacidad a los vehículo», dice Arno.
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