FRANCISCO CANTALAPIEDRA
Jueves, 25 de agosto 2011, 02:07
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Que abran una cafetería no es noticia, ni aquí ni en el desierto del Gobi, que tiene de todo. Ni siquiera que el acontecimiento se produzca durante esta crisis que se ha llevado al huerto a unas cuantas y que desgraciadamente no ha terminado de enseñarnos su cara más fea. Ahora bien, que la apertura tenga lugar en Los Santos-Pilarica es notición de primera que, por lo menos a mí, me ha sorprendido, ya que estaba convencido de que el lugar tenía la misma densidad poblacional que Chernóbil después de aquel bacalao nuclear. Hubo un tiempo en que pensé que esa barriada de la ciudad tenía menos futuro que el poblado de millón y medio de viviendas (mil arriba, mil abajo) que levantó 'el pocero' en Seseña y que hoy se asemeja tantísimo a un poblado del Oeste que da grima mirarlo, no digamos habitarlo. Pero es evidente que me equivoqué y que la zona a la que se refiere el reportaje de hoy tiene posibilidades de tirar para adelante, de levantar cabeza y de dar una alegría a los centenares de personas que invirtieron, o pensaron hacerlo, sus ahorros allí. El hecho de que alguien arriesgue su dinero, tal y como está todo, montando un negocio en un lugar apartado de las rutas clásicas es una buena noticia para los que esperan un repunte del comercio inmobiliario, que tardará en llegar, pero llegará. Ya sé que un grano no hace granero, pero&hellip menos da una piedra.
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