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Retrato de la infanta. :: EL NORTE
CRÓNICAS RETROSPECTIVAS

La 'Chata'

La infanta Isabel de Borbón siempre llevó a gala el título de condesa de Segovia

CARLOS ÁLVARO

Miércoles, 11 de mayo 2011, 02:29

La infanta Isabel de Borbón (1851-1931) fue un personaje peculiar que en esta provincia dejó una huella muy profunda. Nacida en Madrid el 19 de diciembre de 1851, era hija de la reina Isabel II y de don Francisco de Asís, al menos oficialmente, porque los historiadores coinciden en señalar al capitán José María Ruiz de Arana como el verdadero progenitor. La sociedad de la época, conocedora de las infidelidades de una reina promiscua y de la homosexualidad manifiesta del rey consorte -apodado 'Paquita' incluso en círculos familiares-, no tardó en apodarla la 'Araneja', recuerdo de aquella Juana la Beltraneja dudosamente engendrada por el rey Enrique IV de Castilla. El caso es que la niña, que era fea como un demonio porque apenas tenía nariz-, fue proclamada princesa de Asturias, es decir, heredera de la Corona española, por tratarse de la primogénita de la reina. Curiosamente, la 'Chata' dejó de ser princesa de Asturias en 1857, cuando nació su hermano Alfonso (futuro Alfonso XII), pero volvió a ostentar su condición de heredera entre 1874 y 1880, los años que distan entre la subida al trono de Alfonso y el nacimiento de la primogénita de éste.

Isabel creció en la llamada 'Corte de los Milagros', junto a una madre entregada a los placeres de la carne, un padre ambicioso en lo económico e incapaz en lo sexual (tenía el miembro viril demasiado pequeño) y una serie de personajes de lo más pintoresco que formaban la camarilla de la reina e influían en las cuestiones de Estado, como Sor Patrocinio y el Padre Claret, confesor de Isabel II, ambos representantes del catolicismo más integrista y ultramontano.

La infanta supo ganarse la confianza y el cariño del pueblo de La Granja, quizá pro su carácter campechano o por la generosidad y el interés que demostró hacia los menos favorecidos. Muchas de las tardes que pasaba en el Real Sitio, la 'Chata' aprovechaba para despachar las peticiones de socorros, llevar limosnas y consuelos a los hogares pobres, o con personas enfermas, o repartir juguetes entre los niños pobres.

A Isabel de Borbón le encantaban la paz y el sosiego que encontraba en La Granja y siempre deseó reposar allí eternamente, pero Segovia, la ciudad, era otra de sus pasiones. Aunque durante algunos años fue princesa de Asturias, ella prefirió usar el título de condesa de Segovia. Presumía de ello, pese a no haber nacido junto al Acueducto. En 1896, por ejemplo, nos la encontramos en la ciudad inaugurando el velódromo, construido junto al Paseo Nuevo, casi al inicio de la Cuesta de los Hoyos, y en Segovia era habitual verla acompañada de Margot Beltrán de Lis en el café La Suiza, situado en la Plaza Mayor. También se paseaba por El Salón y en ocasiones se desplazaba en auto a pueblos como Sepúlveda, Coca o Pedraza. Ya inaugurado el siglo XX, el Ayuntamiento de Segovia acordó dedicarle una calle, junto a la Plaza Mayor, y en 1926 le concedió el título de Alcaldesa Honoraria de la Ciudad.

Proclamada la II República, en abril de 1931, la dama decidió seguir los pasos de su sobrino, el rey Alfonso XIII, y marcharse al exilio. Dicen que salió de España en tren, con apenas doscientas pesetas y algunas joyas. No soportó la pena y falleció, a los pocos días de llegar a París, en el cuarto de una pensión para mujeres. Sus restos reposan en La Granja desde 1991, el año en que fueron trasladados.

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