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Iglesia parroquial de Santo Tomé del Puerto. :: MÓNICA RICO
Restos del pasado próspero
SEGOVIA

Restos del pasado próspero

La vida en el municipio surgió en torno al convento denominado Segovilla

MÓNICA RICO

Domingo, 12 de septiembre 2010, 04:16

Con la resaca y el cansancio propios de cuatro días de fiesta amanecen hoy las calles en Santo Tomé del Puerto. O más bien en Villarejo, La Rades del Puerto y Rosuero, los tres barrios que forman el municipio de Santo Tomé del Puerto, cuyo término quedó despoblado hace años. Villarejo ostenta la capitalidad.

Del pueblo de Santo Tomé del Puerto hoy únicamente se conservan los restos del convento de la Orden, en torno al cual se articuló la vida del municipio durante muchos años.

También a su alrededor se centra la historia de la localidad, y al menos una leyenda que cuenta cómo en el lugar se libró la última batalla que enfrentó a los reyes de Castilla y los musulmanes en el siglo XI. La leyenda continúa explicando cómo, para celebrar la victoria, en el lugar se construyó una ermita, sobre la cual posteriormente (en el año 1288) se construyó el convento. De ese viejo edificio tan sólo quedan hoy los restos de la torre, que los propios vecinos tienen como seña de identidad y por la que han trabajado y luchado por su restauración.

Se trata de restos con mucha historia. Fue abadía de la orden de los Canónigos Regulares de San Agustín, para posteriormente convertirse en priorato dependiente del monasterio de Párraces y posteriormente al de San Lorenzo del Escorial.

El convento, que se denominó de Segovilla, supuso una gran influencia en el desarrollo de Santo Tomé del Puerto durante toda esa época, aunque tuvo menos actividad en los siglos XVI y XVII, hasta finalizar prácticamente su historia con la desamortización de Mendizábal.

Las crónicas también narran como en torno al año 1933 la parroquia del convento se trasladó a la ermita de Villarejo, donde también se trasladó el culto. Para su ampliación y obra se desmanteló parte del convento y se aprovecharon sus piedras. Aunque la historia de Santo Tomé del Puerto surgió alrededor de este convento, sin duda estuvo y está marcada por su privilegiada situación. Por su término pasan la Cañada Soriana Occidental y la cañada Real Segoviana, dos vías de gran afluencia de personas y ganado. El pastoreo y la trashumancia eran habituales en la zona.

Su ubicación a los pies del puerto de Somosierra hizo que fuera el lugar ideal para situar lugares de parada y fonda, con el fin de atender las necesidades de quienes pasaban por el lugar y necesitaban recobrar fuerzas para avanzar por el puerta. Así surgió una venta, una casa de postas y artesanos de distintos oficios, con lo que poco a poco poco el lugar se convirtió en una pequeña aldea, que a su vez se encontraba en el antiguo Camino Real de Bayona, que posteriormente se convertiría en la carretera Nacional I y hoy autovía, una de las más importantes carreteras del país. Cuentan que incluso Napoleón pasó una noche en estos lugares, acompañado de sus tropas.

Aún hoy Santo Tomé del Puerto continúa siendo en buena medida lugar de paso de viajeros. De hecho, los servicios de hostales, hoteles y restaurantes abundan en el municipio y han dado durante años la prosperidad necesaria. Sin embargo, desde el Ayuntamiento no se conforman con vivir del turismo y buscan nuevas oportunidades de futuro. La principal es la iniciativa de puesta en marcha de un parque empresarial, Todo ello aprovechando el lugar estratégico que supone la cercanía a la autovía A-1.

XEs fácil adivinar la toponimia de Santo Tomé del Puerto, pues su nombre principal lo toma de la advocación de Santo Tomás Apóstol, a quien algún día estuvo dedicado su templo primitivo. El apellido del Puerto lo adquirió al situarse el municipio junto al puerto de Somosierra.

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