ROMERÍA EN VALLADOLID

Devoción y paella en Extramuros

Cientos de personas acompañan a la Virgen del Carmen en su procesión

VÍCTOR M. VELA

Martes, 25 de mayo 2010, 12:37

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Es tanta, pero tanta tanta, la devoción (heredada de su abuela) que Gregoria Rodríguez tiene por la Virgen del Carmen, que no dudó en hacerle la promesa de su vida: «Cuando me iba a sacar el carné de conducir, le dije que si aprobaba el examen, le ponía 500 pesetas en velas». 500 pesetas de las de entonces, que no era ninguna tontería. Y la Virgen se debió poner más que contenta con tanta cera a sus pies.

Gregoria volvió a bailar ayer para ella. Lo hace todos los años. El lunes de Pentecostés. Cuando los cofrades sacan en procesión a la Virgen del Carmen (este año sobre los hombros de Martín, César, Héctor, Alberto, Pilar, Luis, Nacho y Pablo) y cientos de personas le gritan guapa desde la pradera de extramuros situada junto al cementerio. «¡Guapa! ¡Guapa!». Gregoria también se deja la garganta. Y lo mismo hace Milagros Robles, su compañera de jota, quien lleva al cuello la medalla del Carmen que su madre le entregó un día. «Yo a la Virgen le pido salud. Y me la da. Vamos, hace lo que puede», asegura Milagros emocionada, mientras vuelve a despegar los pies del suelo en cuanto las dulzainas de Los Fogatos y Los del Valle vuelven a animar la mañana con otra jota.

Pero la procesión de Carmen de Extramuros no sólo suena a jota y a piropo devoto. Es también el sonido de la carraca que agita Bibiana de Pablos, feriante de rosquillas y ciegas. O el alboroto que arman tres de las seis campanas de la iglesia (las otras tres permanecen mudas, quizá de emoción) cuando la Virgen se atreve a salir del templo. Es el olorcillo a paella y sardinas. El aroma a comida popular que decenas de familias (algunas con tienda de campaña incluida) esparcen por una pradera que vivió tiempos mejores, «es una pena que el Ayuntamiento talara árboles y no la cuide como debería», se lamenta Jesús López Muñoz.

La romería de la Virgen del Carmen -que hunde sus raíces en los hortelanos que antaño cuidaban sus tierras en el norte de la capital- cuenta con el respaldo de las cerca de mil personas que forman la cofradía (presidida por Juan Pedro González, cuarta generación de veneradores de la Virgen) y de los cientos de vallisoletanos que se acercaron para presenciar alguna de la decena de misas celebradas ayer a lo largo de la jornada. «Y todas estuvieron llenas, repletas de fieles porque la Virgen del Carmen es muy querida en la ciudad», según explica Fernando García, el párroco de Pilarica.

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