«Han utilizado a mi hijo como cobaya»
Acusa a la facultativa del centro madrileño de delitos de falsedad documental y de lesiones causadas a su retoño cuando le operó de un ojo Un ciudadano chino se querella contra una médico del Hospital Niño Jesús
C. B. E.
Lunes, 24 de mayo 2010, 03:42
«Utilizan bebés como cobayas para practicar». El autor de esta denuncia rebosante de rabia, indignación e impotencia es Guocheng Zhang, ciudadano chino afincado desde hace 21 años en Segovia, donde ha echado sus raíces familiares y empresariales, tantas que mucha gente que habitualmente le trata y con la que se cruza por la calle ya le conoce por José Chang. Eso sí, el acento asiático no lo pierde y a veces le cuesta hacerse entender. Lo reconoce.
Sin embargo, la felicidad que encontró en la capital castellana se truncó hace tiempo. Su vida y la de su familia es un calvario desde el mes de marzo del 2003, cuando se dio cuenta que uno de sus retoños, con apenas cinco meses, «tenía las pestañas inferiores apuntando hacia arriba». Al padre le parecía que algo no iba bien, y terminó acudiendo con el pequeño al centro de salud de Santo Tomás, en Segovia. La primera observación del médico de cabecera indicó entonces que el niño no tenía ningún síntoma anormal, explica Zhang. Pero la preocupación seguía martilleándole. «El niño no estaba bien», insiste en su exposición.
Para asegurarse, visitó la consulta de Oftalmología, en el Hospital General de la capital segoviana. Tras una serie de pruebas y exámenes, el especialista determinó que el bebé no tenía nada, añade en su argumento. De todos modos, y para tranquilizar a los padres, el facultativo les recomendó que fueran a Madrid, al prestigioso Hospital Infantil Niño Jesús, con el fin de contar con otra opinión médica en un centro afamado.
Hubo una primera cita. Fue noviembre del 2003, recuerda Zhang. La profesional que les atendió dio un primer diagnóstico: «anejos y polo anterior: normales, con un entropión del niño, no hiperemia, no defecto C (corneal)...», enseña el denunciante en su documentación archivada y cuidadosamente guardad a lo largo de todos estos años.
Hubo otra revisión. Ésta fue en marzo del año siguiente; y en una nueva consulta a la que se sometió el pequeño en junio del 2004 «la doctora nos dijo que había que ingresar al bebé y que al día siguiente le iban a operar ambos ojos». El disgusto y el susto fueron de órdago. «Si todo estaba normal, por qué había que pasar por quirófano», se pregunta una y otra vez Zhang, quien enojado se queja de los desaires de la facultativa que les atendió en el centro madrileño. «Nos echó de su despacho para que nos los pensáramos», recuerda.
Secuelas «graves»
«Estábamos confusos y dolidos moralmente», prosigue la historia Zhang, pero al final le hicieron caso, se encomendaron al consejo de la especialista y pusieron a su hijo en manos de la doctora. El 3 de junio del 2004 fue intervenido del ojo derecho. «Después de la operación el párpado inferior está mucho más bajo que antes de la intervención, con evidente aspecto de que los dos ojos son diferentes», apunta quejoso el denunciante chino. «A día de hoy le llora el ojo derecho con el frío o el sol, lo que le obliga a estar parpadeando continuamente; el ojo no cierra bien, tiene pinchazos y picores constantes y presenta una cicatriz como dientes de sierra con una mancha en la zona para toda la vida», relata Zhang el estado actual de su hijo. El padre asegura que su retoño padece secuelas irreversibles y que el niño vive «traumatizado psicológica y físicamente».
En los meses posteriores a la operación, el niño regresó en varias ocasiones al Niño Jesús para que le quitaran los puntos y someterse a revisiones periódicas. En una de esas visitas, la especialista comentó a los padres que habría que intervenir también el ojo izquierdo y que sería recomendable que su otro hijo pasara por el quirófano. Los progenitores se negaron en rotundo y exigieron al hospital madrileño un informe en el que se les explicara por qué se había intervenido quirúrgicamente a su hijo. Del mismo modo, presentaron una queja y una reclamación.
En marzo del 2007 recibieron por fin las conclusiones de la investigación de la clínica infantil madrileña en las que se aludía a que el pequeño había sido operado para corregirle el diagnóstico que presentaba, que era un entropión palpebral inferior, tocando las pestañas el epitelio corneal. Esta patología se produce cuando el borde del párpado se pliega hacia la superficie del ojo. El roce de las pestañas puede provocar irritación y ulceración. Esta inversión del párpado es una característica propia de la raza china. El querellante asevera que su hijo no tenía una lesión en el ojo, por lo que la innecesaria operación le produjo consecuencias «muy graves», atestigua.
Sed de justicia
La paciencia de Guocheng Zhang se ha agotado, pero no su sed de justicia por lo que considera «un acto criminal» contra su hijo. La acusación que profiere sobre el uso de bebés como cobayas encabeza también un escrito que el demandante ha remitido a numerosas e influyentes instituciones y autoridades oficiales en las que busca respuestas y un «castigo para los culpables» de que su hijo esté así.
Intenta hacer oír su voz, hasta ahora «acallada» en los tribunales madrileños, se queja con amargura. Pero no se rinde. Ha enviado la carta en la que relata su experiencia a la Casa Real; al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; al Ministerio de Interior; al líder de la oposición, Mariano Rajoy, así como a decenas de embajadas de distintos países en España. Quiere que su caso sirva de ejemplo «para que no le ocurra a nadie más», confiesa Zhang. Por eso mismo exige una sanción ejemplar para la especialista del Niño Jesús que trató a su retoño en Madrid.
De momento, la jurisprudencia le ha sido desfavorable. El juzgado de instrucción número 2 de la capital de España archivó las diligencias previas después de la primera denuncia que presentó por lesiones imprudentes. Entonces ni siquiera se abrieron diligencias previas. «Se taparon unos a otros y se falsificó la historia médica de mi hijo», critica Guocheng Zang. Acusa de «mentir» al perito que compareció para ratificar la versión de la médico contra la que había interpuesto la denuncia.
Según argumenta el demandante, el testimonio del forense concluía que la operación había transcurrido con normalidad y que no había secuelas de la intervención. El experto -según la versión del denunciante- aportó una serie de datos que ni siquiera existen en el historial del complejo hospitalario madrileño. Lejos de amilanarse, Zhang sigue persiguiendo justicia. Aquel revés fue un «palo», pero «tengo pruebas (esgrime con fotos y documentos en la mano)». Continúa interrogándose «¿cómo pueden hacer esto?».
Ahora ha interpuesto una querella criminal, que ha sido admitida a trámite, por delitos de lesiones, falsedad documental y uso en juicio de documento falso contra la médico del Hospital Niño Jesús, quien al parecer ya no ejerce en la clínica infantil, y el forense.
No se le realizó una prueba
El abogado que defiende los intereses de Zhang precisa que no se realizó la prueba de fluorseceína en el Niño Jesús, «algo rutinario en otros hospitales» para determinar si hay daño en la córnea. Asimismo, aclara que una «intervención quirúrgica es un procedimiento invasivo cuando no hay una lesión ocular». Al parecer, la doctora consideró que su rasgo asiático era patológico, agrega el letrado, que añade además que se falsearon los informes previos a la operación para justificarla en el primer proceso judicial que fue desestimado.
«Han utilizado a mi hijo como cobaya», insiste el padre afectado. Zhang hace hincapié en que la primera instrucción «está llena de auténticas mentiras y contradicciones». «A día de hoy, después de seis años del crimen, el ojo izquierdo, que no fue operado, está sano, brillante y salvado», concluye el querellante chino.
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