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Los vecinos que reclaman al Arzobispado de Astorga un nuevo párroco para Rabanal del Camino. :: M. Á.
Manifestación en león

Vecinos de Rabanal del Camino piden al obispo de Astorga un párroco

El municipio leonés está dividido: otro grupo de habitantes apoyan a los monjes que ofician las misas

M. ÁLAMO

Lunes, 22 de marzo 2010, 10:57

Los silbidos y gritos se escuchan desde el interior de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la localidad leonesa de Rabanal del Camino. «Queremos un cura para Rabanal» corean cerca de 80 personas, parapetadas detrás de las pancartas y carteles para reclamar al Obispado de Astorga el nombramiento de un párroco que sustituya a los dos monjes del monasterio de San Salvador del Monte Irago, que se encargan de oficiar las misas en este pequeño municipio en el corazón del Camino de Santiago. Y dentro del templo, aplausos de apoyo a los monjes, arropados por fieles de la parroquia y de municipios cercanos.

Rabanal del Camino está dividido. Dentro de la iglesia, quienes muestran su apoyo a los monjes. Fuera, quienes reclaman «que estos señores se dediquen a su abadía y dejen paso a un cura que mire por el pueblo y sus tradiciones». Y en el bar, quienes se muestran al margen de la polémica.

La polémica surgió el pasado verano, cuando los monjes encargaron un proyecto para arreglar la iglesia, que incluía «quitar el reloj», que «es del pueblo», eliminar el campanario y llevar a cabo una remodelación de la plaza. El descontento se agravó después de que el 15 de agosto, festividad de la Asunción, patrona del pueblo, los monjes decidieran no celebrar la tradicional procesión de la Virgen por la confrontación de los vecinos. La Guardia Civil tuvo que proteger a los monjes a la salida de misa y estos fueron llamados a consultas por sus superiores en la Abadía de Santa Otilia, en el estado de Baviera (Alemania), por lo que abandonaron temporalmente Rabanal del Camino y España. Casi un mes después regresaron con voluntad de diálogo, pero hoy «nada ha cambiado», según las palabras de los convocantes de la manifestación, que aclararon que «no estamos en contra de la Iglesia, sino del actual párroco». Reclaman así un cura que «respete las tradiciones».

Por las obras y la liturgia

En el meollo de la cuestión, las obras de restauración de la iglesia (el proyecto no convence ni a los vecinos ni al Ayuntamiento de Santa Colomba de Somoza, del que depende Rabanal) y la particular liturgia que siguen los monjes benedictinos de este monasterio fundado el 2 de febrero del 2001, ya que utilizan el latín y los cantos gregorianos en sus misas. Y esto es visto por parte de algunos vecinos como «una representación teatral para los peregrinos, en donde las bendiciones se realizan cara a cara entre ellos, los sermones sentados e igualmente mirándose entre ellos, todo desfasado en el tiempo y para un turismo muy rentable, olvidando a quienes forman parte de la parroquia durante todo el año». «Hacen la liturgia acorde a unos ritos muy especiales y en clara confrontación con las tradiciones del pueblo», insiste Agustín Rodríguez, presidente de la Asociación de Amigos de Rabanal del Camino, uno de los colectivos, junto a la Junta Vecinal, organizadores de la manifestación vigilada por media docena de guardias civiles, que se completó con carteles críticos con los monjes.

En el interior del templo, el monje Juan Antonio Torres (con los ecos de los silbidos en el exterior) dijo desde el púlpito: «No nos preocupemos si escuchamos gritos, porque estos mismos gritos son los que escuchó Jesús desde la Cruz». «A quienes persiguen a la iglesia y a sus pastores, Padre perdónales porque no saben lo que hacen. Quienes insultan a la iglesia y a sus pastores, insultan al propio Cristo en la Cruz. Es posible que ahora mismo nos estén injuriando. El poder del infierno ni prevaleció ni prevalecerá sobre la Iglesia. Pedimos respeto a nuestro derecho fundamental a la libertad religiosa. La Iglesia no le pertenece a este pueblo, ni a ese Ayuntamiento ni a aquel Estado. Ninguna mayoría le puede imponer cuestiones sobre su vida interna y sus bienes, lo contrario es un regreso a una tiranía impropia de la democracia. No se puede imponer. Y mucho menos personas que no viven su fe», dijo Torres ante una iglesia abarrotada.

Y en el exterior, más protestas. «Estamos indignados por el trato hostil y discriminatorio de la congregación benedictina de Rabanal del Camino hacia los vecinos». «Han convertido las homilías en mítines descalificando a personas, se han olvidado de su labor pastoral, nos han llamado herejes, blasfemos, zafios, incultos e incluso antidemócratas». Los críticos con la labor de los monjes denuncian que «se hayan apoderado de las llaves de los templos» y lamentan desconocer el paradero de algunas tallas. «Nadie dice que las hayan robado, pero no sabemos dónde están».

Antes de que terminara la misa, los manifestantes recogieron las pancartas y se marcharon para evitar un encontronazo con el resto de vecinos que, al término de la misa y en la misma plaza del Peregrino Julián Campo, lanzaban vítores de apoyo a los monjes. Juan Antonio Torres insistió en que «la Iglesia es una institución privada. El día en el que tengamos que renunciar a nuestro derecho a la libertad religiosa y al derecho a la propiedad, nos tendremos que marchar, pero no de este pueblo, sino de un país que ha dejado de ser democrático», remachó.

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