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Luis Luna, durante una sesión en el centro de yoga Crisálida. Antonio Tanarro

El reto de encontrar la calma, hoy

Cada vez son más las personas que buscan en el yoga y la meditación las claves para sobrellevar estos tiempos de crisis, incertidumbre y depresión colectiva

claudia carrascal

Segovia

Viernes, 26 de marzo 2021, 18:53

La relajación, el control de la mente y la buena gestión de las emociones son factores clave para afrontar una crisis como la actual. La sociedad es cada vez más consciente de ello, por eso, desde que comenzó la pandemia y síntomas como el estrés, la ansiedad o la incertidumbre se han vuelto cotidianos se ha disparado el interés por determinadas prácticas como el yoga o la meditación. Esta pandemia ha traído un aspecto positivo, ya que los ciudadanos «han comenzado a valorar más su propio autocuidado y toman acción para lograr su bienestar», manifiesta el director del centro de yoga, salud y meditación Crisálida, Luis Luna. En su opinión, cada vez hay mayor consciencia de que cuidar de uno mismo no solo supone comer bien o hacer ejercicio físico, sino que también consiste en prestar atención a la salud mental y a los pensamientos.

« Una experiencia tan traumática como la que estamos viviendo nos va a cambiar, pero esa transformación puede ser positiva. No tenemos por qué volvernos más depresivos o desconfiados, podemos aprovechar para ser más conscientes, cuidarnos más y ganar nuevos recursos para estar en calma», enfatiza el experto salud psicoemocional.

El coronavirus y sus consecuencias son temas que copan las conversaciones con vecinos y amigos, pero también las portadas de los periódicos o los informativos. Esto hace que «nuestro pensamiento esté más oscuro y negativo» y que estos profesionales estén detectando las consecuencias tanto a nivel físico como emocional. Entre los síntomas más comunes se encuentran la tristeza, el estrés, la depresión, la frustración, la apatía, el cansancio o el miedo.

La doctora del centro Crisálida, Lola González, explica que todos estos sentimientos a largo plazo bajan las defensas y hacen que se manifiesten numerosas patologías como la dificultad de concentración, el insomnio, los problemas intestinales o los desórdenes del metabolismo. También otras como el cáncer, las alergias, los trastornos de la piel y las enfermedades del sistema nervioso, ya que se encuentra más debilitado y desequilibrado. Aquí es donde hacen su aportación disciplinas como el yoga, llevando al sistema nervioso hacia el equilibrio y al cuerpo hacia descanso y la regeneración. Tal y como expresa González, «la vida estresante hace que predomine la actividad en el sistema simpático, lo que genera estrés y ansiedad y como consecuencia una bajada de las defensas». Por el contrario, la meditación o el yoga ayudan a recuperar el equilibrio hacia sistema parasimpático, encargado de la recuperación de los órganos. A todo ello se suma la mejora de la capacidad funcional de los pulmones, lo que supone una ventaja significativa en un momento en el que la amenaza es un virus que genera una enfermedad respiratoria aguda, asegura la doctora. En el mismo sentido, señala que con este ejercicio integral también se consigue un cuerpo más limpio puesto que la respiración consciente contribuye a la eliminación de toxinas.

Blanca Júdez (izquierda) y Noemí Redondo, del centro Ananda.má. Antonio Tanarro

Lograr que las personas se responsabilicen de su propia salud es uno de los objetivos que persiguen en este centro en el que el trabajo con la respiración y los estiramientos son aspectos clave de cada clase. «Son sesiones de una hora y media en las que buscamos despojarnos de las tensiones cotidianas para que el cuerpo recupere su energía y vitalidad. Es mágico ver cómo a pesar de la que está cayendo fuera eres capaz de encontrarte bien, buscar tu poder interno y lograr un mayor autocontrol», indica Luna.

El centro Crisálida ha logrado mantener sus puertas abiertas gran parte de la pandemia, pero sus profesionales han tenido que adaptarse a la cambiante situación. «Como empresarios no ha sido un año fácil, hemos tenido que ajustar la actividad, pero teníamos claro que había que seguir adelante porque era lo que querían nuestros clientes», recalca su director.

Cuando comenzó el confinamiento abrieron también un canal virtual que mantienen para conectar con alumnos de diferentes partes del mundo. A día de hoy siguen impartiendo todas las semanas sesiones en abierto como un servicio a la comunidad y con el fin de que cualquiera pueda acercarse para descubrir los beneficios de estas prácticas. Para ellos, el formato online es un complemento que no sustituye a las clases presenciales. «Hemos comprobado que funciona, pero son disciplinas que requieren contacto y en las que el sentimiento de grupo es muy beneficioso».

Otro de los centros segovianos especializados en yoga y meditación es Andana.má, que recibe a unos 50 alumnos a la semana en diferentes grupos, pero su responsable, Blanca Júdez, admite que este año la dinámica ha cambiado y los grupos son más variables. Algunos de los veteranos han decidido practicar desde casa porque ya tienen integradas las actitudes. Sin embargo, «hay más gente nueva de lo normal» porque después del confinamiento han sido muchos los que se han dado cuenta que «la salud no es solo ausencia de enfermedad», sentencia.

Siguiendo esta tendencia, cree que cuando pase la pandemia se producirá un boom de asistentes a estas clases. A pesar de todo, precisa que han atravesado grandes dificultades para sostener el negocio en un momento tan delicado y marcado por unas restricciones que les han obligado a reinventarse y a poner en práctica la filosofía del yoga.

Uno de los aspectos que más trabajan los alumnos en estas sesiones es la respiración, ya que es la acción que más veces realizamos a lo largo del día y, sin embargo, no somos conscientes del poder que tiene para el organismo y de su importancia para la gestión emocional. De hecho, lo habitual es trabajar tan solo con un tercio de la capacidad pulmonar, según desvela Júdez. «Aprender a controlar la respiración aporta mayor calidad de vida y es un ansiolítico natural. Además, junto con la alimentación constituye la nutrición básica de las células», aclara.

Entre los beneficios de practicar yoga destaca la liberación de toxinas, el equilibrio hormonal o la eliminación de tensiones musculares. Estas últimas se han vuelto más frecuentes los últimos meses porque «estamos en un estado de alerta permanente y mucho más estáticos que antes». Además, contribuye a reforzar determinadas actitudes como el amor propio, la humildad o la gratitud, que resultan ineludibles para sobrellevar cualquier crisis. Esta disciplina conecta el cuerpo, la respiración y la mente, tres focos fundamentales para el bienestar. Júdez informa que «la mente es el elemento que utilizamos para tomar decisiones y resolver conflictos, pero a veces nos juega malas pasadas. De modo que pensamos demasiado en el problema y no en la forma de resolverlo».

En definitiva, la meditación nos ayuda a conectar con lo que somos y lo que sentimos, a mitigar la impulsividad y a enfocar el pensamiento para responder con consciencia y eficacia ante momentos de crispación. Por otra parte, estas prácticas mejoran el insomnio y ayudan a solventar otras patologías relacionadas con el sueño que empeoran en momentos como el actual.

El principal motivo de estas tensiones es que esta pandemia está alterando todas nuestras rutinas. «Nos encontramos ante una crisis que se nos escapa de las manos, está provocando muchos cambios en nuestra vida y tenemos muy poca capacidad de adaptación porque venimos de una sociedad bastante estable».

Nostalgia y miedo

Tampoco está resultando fácil centrarse en el presente, Júdez comenta que es común mirar con nostalgia al pasado y con miedo hacia el futuro, por lo que su recomendación es «ser conscientes de que esta crisis nos va a transformar como sociedad y a nivel individual. Además, es fundamental no rechazar las emociones, ni anticiparse a los acontecimientos y trabajar para mejorar día a día». Esos pequeños logros cotidianos son los que aportan la verdadera satisfacción.

Son muchos los estudios que avalan que la pandemia está afectando a la alimentación y como consecuencia al peso. La plataforma de salud Ipsos revela que desde la llegada de la covid-19 los ciudadanos han engordado en España una media de 5,7 kilos. En el centro Ananda.má también trabaja la nutricionista Noemí Redondo, quien afirma que «la pandemia nos ha puesto delante de nuestros conflictos con la alimentación».

En este proceso, hay personas que han comenzado a ser más conscientes de que comer no es solo comer, sino que hay un aspecto emocional intrínseco muy importante. A su juicio, el verdadero peligro para el sobrepeso y para la salud llega cuando la comida se convierte en un refugio, en un bálsamo o un drenante de lo que estamos viviendo. Esta dependencia para lograr ese falso bienestar se ha agravado en muchos casos, pero Redondo expone que también hay una mayor preocupación no solo por adelgazar, sino también por mejorar la salud y conocerse más.

La vinculación emocional con la comida no es algo nuevo, sino que está presente desde que nacemos, según la nutricionista, porque «el primer alimento que recibimos es de mamá y viene con un significado emocional, cargado de amor, cariño y atención». Este es el motivo por el que cuando sentimos emociones negativas como el miedo o la tristeza buscamos ese «alimento emocional» que creemos que nos traerá sentimientos positivos. Ante esta situación, incide en que el primer paso es reconocer que recurrimos a la nevera para encontrar satisfacción. Después recomienda buscar ayuda profesional o bien a través de la nutrición o de prácticas como el yoga y la meditación.

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