Garcillán: Donde durmieron los Reyes Católicos

García, hijo de Julián, o Garci Yllan pudo ser su primitivo repoblador. Porque Garcillán, como muchos otros pueblos de Segovia, debe su nombre a quien se asentó en la zona en la Edad Media. Es la historia repetida a lo largo y ancho de la provincia segoviana.

El hijo de Julián no imaginaba que siglos después unos monarcas, los Reyes Católicos, iban a alojarse en ese pueblo que fundó. Cuenta la tradición que Isabel y Fernando estuvieron en la Casa armada de los hidalgos segovianos Porres y Tapias.

Si pernoctaran ahora en el municipio, tan cercano a Segovia, además de comer su afamado pan seguro que no dejarían de visitar la iglesia de la Exaltación de la Santa Cruz. Del siglo XVI y de una sola nave, es gótica aunque posee reformas renacentistas de esa misma centuria. La torre es de estructura medieval con dos cuerpos separados. En el interior verían en su capilla mayor, un bello y recargado retablo-hornacina de la época barroca.

El recorrido les llevaría a la ermita de Nuestra Señora de la Virgen de la Piedad, ya al final del pueblo en dirección a Segovia. Allí podrían contemplar un edificio de planta rectangular, con una fachada en la que la puerta de entrada está protegida por un tejadillo sujeto por dos columnas y por encima, una espadaña. Ya dentro, halarían un retablo neogótico con una talla policromada de la Virgen.

Su construcción es de finales del XVIII y como tantas otras se debe a la promesa de un caballero con la frase «Virgen de la Piedad bendita, donde pare mi caballo, allí te levantaré una ermita». Los monarcas podrían haber contemplado tal suceso en un cuadro que se conserva en el interior de la ermita.

Si hubiesen abandonado el pueblo unos dos kilómetros hacia el este se habrían encontrado otra ermita, la de Nuestra Señora del Enebro. Ubicada en la confluencia de Garcillán, Valverde del Majano y Los Huertos, su construcción se debe a una iniciativa particular en la última década del siglo pasado, según cuenta Julio Miguel Angulo en su libro de las ermitas de Segovia.

Su edificación tan cercana en el tiempo compensa la desaparición de otras como la del Cristo de Canarizo, la de San Vicente y la de San Esteban. Esto seguro hubiera disgustado a los Reyes Católicos en su visita a Garcillán.