
RiCARDO S. RICO
Lunes, 2 de mayo 2016, 20:52
Eduardo Ibáñez Sainz no tiene la suerte de llevar a Audrey Hepburn agarrada a su cintura, pero se siente Gregory Peck encima de su Vespa. Tampoco está de vacaciones en Roma, sino recorriendo España en este tipo de motocicleta, que dio la popularidad a Enrico Piaggio allá por 1946, cuando salió al mercado, y que se ha convertido en fetiche para muchos amantes de las dos ruedas. Este palentino de 34 años, que vive en Barcelona desde el año 2010, se ha propuesto ser galán en las carreteras nacionales y comarcales del país, aunque haya cambiado la delicada figura de la actriz británica por dos portabultos, bolsas y mochilas. Salió de Castelldefels el pasado 24 de abril y se reincorporará a su trabajo el 23 de mayo, después de haber rodado 5.400 kilómetros por la piel de toro.
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Nacido y criado en Palencia, donde trabajaba como mecánico de coches, Eduardo se marchó en el año 2010 a Barcelona, y allí se gana la vida en una empresa de mantenimiento de vehículos aeroportuarios. En la Ciudad Condal desarrolló su idea de dar la vuelta a España en Vespa. «Fue de casualidad, vi en algún enlace de una página a un chico que se fue a Mongolia a hacer el Mongol Rally, que es un rally hasta Ulan Bator en el que tienes que llevar un coche de menos de 1.200 centímetros cúbicos o una moto de hasta 125 centímetros cúbicos. El coche lo dejas allí y lo donas a una ONG y te pagas todo. El chico este se fue en Vespa, y era divertido cómo narraba sus viajes. Cuando llegué a casa estaba medio aburrido y me puse a pensar en dar una vuelta a España, empecé con el Google Maps mirando y poniendo puntos al azar, me salieron etapas de 250 kilómetros. En principio, tenía entre 18 y 21 etapas», señala Eduardo, que después se rompió el tobillo y tuvo mucho tiempo libre para desarrollar la idea durante los meses de baja.
«Me metí más en las carreteras, los puntos por los que quería pasar, y ya me salían 21 o 22 días. Tenía las vacaciones del año que había estado de baja y le pedí a mi jefe que me diera tres semanas seguidas y con una semana al menos de antelación. Fui cogiendo cosas que me hacían falta: una esterilla, los fogones, el camping gas, el material para la moto, los cables para el embrague, las marchas y el acelerador, la bujía, las bombillas... Y cuando el jefe me aprobó lo de las vacaciones, salí de Barcelona», apunta este palentino de 34 años.
«La primera etapa la hice hasta Castellón, que allí está mi hermano. Al día siguiente fui de Castellón a Cullera; luego, de ahí a Guardamar de Segura (Alicante); de allí, hasta Torremolinos, a Algeciras y ahora estoy en Tarifa, en Cádiz. De Cádiz iré a Sevilla y de allí, a Isla Cristina, en Huelva. Voy bien de días, porque lo había planificado en 21 etapas, pero como tengo una semana más de vacaciones, lo repartiré mejor. De Huelva iré a Cáceres, que será una etapa muy larga, porque solo hay un camping, que son los lugares donde me alojo. Por Palencia pasaré, lógicamente, para ver a mi familia, pero no sé si haré la etapa directa desde Cáceres o me detendré antes en Salamanca», añade Eduardo, que no es un apasionado de las Vespas.
«Nunca había tenido moto, pero un día, yendo a trabajar andando, vi una Vespa en un concesionario que lo estaban como cerrando. Pregunté si la vendían, hablé con el jefe y me la quedé, luego la fui restaurando y acabé de hacerlo el año pasado. Me gustan los trastos viejos. Las Vespas sí que me gustan, no me gustan las motos modernas», explica Eduardo, que incide también en cómo, amén de por el trabajo, se fue a Barcelona para olvidar. «Irme fue más por una historia personal que por trabajo, un cambio de aires siempre viene bien. ¿Por un desengaño amoroso? Puede ser», afirma Eduardo.
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«Viajar con un Vespa no es cómo hacerlo con una más grande, en una autovía puedes viajar a 120 pero con la Vespa lo máximo es a 80, voy por carreteras nacionales y comarcales», añade este palentino, que fabricó un antirrobo en la instalación eléctrica de la moto y que ha tenido algún percance con el cableado. El otro cableado, el del cerebro, lo tiene perfecto. Sol, mar, vacaciones y la mente (quizá) en Audrey Herburn.
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