Sansón: «Soy muy de pincho de lechazo y pan candeal»
Rafael Vega 'Sansón' dibuja un gusto gastronómico apegado a una cocina de corte clásico y tradicional
Rafael Vega deleita con sus viñetas a cientos de lectores de los periódicos regionales de Vocento. Bajo el seudónimo de Sansón logra casi que ... un dibujo se convierta en un editorial. Dibujante, articulista y hombre polifacético, asegura sentirse cómodo gastronómicamente en su zona de confort. Prefiere lo clásico a lo vanguardista. Adora el pincho de lechazo y las torrijas de su madre.
–¿Cómo se cocina una buena viñeta?
–Con mucha dedicación, amor y cariño, como sucede en la cocina de antaño.
–Hay que ponerle su sal.
–Sal, vinagre y cierto toque cítrico. A unos les parece amarga, a otros salada o ácida y a algunos se les subirá a la cabeza. Todo ese lenguaje gastronómico le viene perfecto a la viñeta.
¿Cuál es su aperitivo favorito?
–Un buen verdejo de Rueda con una ración de pulpo. Es un aperitivo glorioso.
–¿Es más bebedor de blancos que de tintos?
–No, pero para el aperitivo entra mejor un blanco. A la hora de comer, un tinto, generalmente Ribera de Duero o Toro. No me importa tomarme el pescado con un vino tinto. Me sabe bueno.
–Mucha gente se 'alimenta' con sus viñetas, sobre todo en el desayuno.
–Y que sea por mucho tiempo. Me parece perfecto. El periódico forma parte de mucha gente que, en el desayuno, disfruta en sus manos con la edición de papel. A mí encanta poder ojearlo durante un desayuno.
–Hablando de gustos culinarios, ¿es clásico o vanguardista?
–Soy muy sencillo, nada complicado. Me gustan los productos de la tierra, los del Duero. Soy muy de pincho de lechazo, un pan candeal y la mejor morcilla del mundo, que para mí es la de Maruja de Cigales. Soy muy del territorio y amante de la comida casera. Cuando salgo fuera sí me gusta comer más pescado y probar una cocina más elaborada. Pero no soy muy aventurero con la comida.
–¿Qué platos le vuelven loco?
–El lechazo, pero una buena fabada me parece apoteósica. Me encantan las torrijas de mi madre y sus croquetas, platos que me devuelven a la infancia. El bacalao también me gusta mucho.
–¿Cómo se le da cocinar?
–No soy muy cocinillas, pero manejo bien la parrilla, las brasas y la plancha. Las recetas más elaboradas me cansa hacerlas y delego para ello en casa (risas).
También hemos tomado el aperitivo con:
–Le habrá tocado cocinar más durante las semanas de confinamiento.
–He cocinado poco. Me apoyo en mi mujer, que me hace buenos caldos y platos ricos. Lo que no hacemos es pedir comida a domicilio.
–¿Qué homenaje gastronómico se va a pegar cuando acabe el confinamiento?
–No estaría mal una lubina a la espalda o un pulpo a la brasa. Por supuesto quedar con la familia y los amigos y disfrutar con un pincho de lechazo. Pero en casa aprovechamos también para deleitarnos con exquisiteces como unas tostas de espinacas gratinadas con el vermú Señorito Español.
–Lo más raro que ha degustado Rafael Vega.
–Soy poco curioso en este tema. Recuerdo la sopa paraguaya, que no es una sopa pero sí un bizcocho basto y denso que tiene una combinación de sabores increíble. Probé también el surubí, un pescado de río de aquellas latitudes.
–Se echa de menos el contacto social de bares y restaurantes.
–Sí, lo más cotidiano, como ir a la tienda de la esquina o hablar con el vecino. Me temo que el contacto social va a cambiar tras la pandemia.
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