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Se han convertido –por méritos propios y por los de sus creadores– en embajadoras de la cocina española. Una seña de identidad que, además, en Valladolid adquiere estatus de Mundial. Las tapas y la cocina en miniatura resumen en escasos centímetros de plato buena parte del genoma culinario de nuestro país.
De las creaciones más reconocidas, como el pincho de tortilla de patata o la croqueta –dos de los ejemplos que no pueden faltar en la barra– a las elaboraciones más sofisticadas que cada año lucen en el Mundial de esta especialidad en la capital vallisoletana.
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Pero, ¿cuál es el origen de este tipo de cocina? ¿Siempre ha estado ahí? Un clásico que hoy tiene cerca de veinte millones de resultados si se busca en Google y su definición más generalizada es la de «pequeñas raciones de comida para acompañar una bebida –vino y cerveza, generalmente–».
Los primeros historiadores de la cocina en España aluden a lonchas de jamón o queso, que se encuentran representadas en obras de arte culinario, que dan constancia de estas primeras tapas.
Hasta mediados de 1970, el término solo era definido como un andalucismo que hacía referencia a «las ruedas de embutido o lonjas finas de jamón que sirven en los colmados y tabernas colocadas sobre las cañas y chatos de vino».
Ha variado mucho la palabra 'tapa' a lo largo de los años, adoptando diferentes nombres y definiciones. Lo cierto es que esta costumbre aparece también en la literatura, en obras mundialmente conocidas como 'El Quijote', donde se la llamaba 'llamativos'.
En palabras de Miguel de Cervantes, las tapas eran una especie de despertador a la sed y las ansias de tomar vino o cualquier otra bebida. Por otro lado, Francisco de Quevedo las llamaba «avisillos», ya que era lo que se comía antes de la comida principal, y daban aviso de ella.
Las tapas también aparecieron en el mundo del periodismo, definidas por Juan Ferragut como «una modo distraído de comer sin darse cuenta».
Una de las teorías asegura que nacen con un objetivo bien definido: evitar que el vino se subiera muy rápido a la cabeza de los comensales y terminaran con una buena borrachera. El Rey Alfonso X 'El Sabio' fue quien reglamentó que en los mesones castellanos estaba prohibido servir vino sin acompañarlo con alguna porción de comida.
Por último, otra teoría muy comentada tiene lugar tras el fin de la Guerra Civil. Como en todo período de posguerra, reinaba la escasez y el racionamiento. Es aquí donde hicieron populares las tapas, como una opción para darse el gusto de comer en un restaurante, pero sin la necesidad de acceder de forma completa al lujo que suponía comer en un restaurane de forma completa.
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Lourdes Pérez, Melchor Sáiz-Pardo, Sara I. Belled y Álex Sánchez
Cristina Cándido y José A. González
Gonzalo Sellers | Santander
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