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Las líderes silenciosas: quién manda realmente en esta selección
En la España que compite por todo, no todas las líderes llevan brazalete. Algunas mandan sin levantar la voz. Otras lo hacen jugando. Y todas sostienen el grupo desde dentro.

En el fútbol, no todo liderazgo lleva brazalete. Y en una selección como la española —ya clasificada para los cuartos de final de esta Eurocopa 2025 y una firme candidata al título—, mandar va mucho más allá de salir en la foto del once. Aquí se lidera en voz baja, con la mirada, con la actitud, con la forma de entrenar cada día. Son mujeres que no necesitan levantar la voz para hacerse escuchar.
España ha aprendido que hay otras formas de guiar. Y muchas de ellas empiezan lejos de los focos: en un gesto, en una charla a solas, en una decisión valiente en el campo. En esta Eurocopa 2025, este equipo no solo está mostrando un estilo de juego maduro. También está sacando a la luz un modelo de liderazgo coral, sólido, basado en la confianza interna. Un equipo que se construye desde el ejemplo, no desde la jerarquía.
Aitana Bonmatí: liderar desde el juego
Aitana no impone, influye. No necesita hablar alto para que la escuchen. Le basta con un control orientado, un giro entre líneas, una carrera de más. Su fútbol es directo, inteligente, valiente. Cuando ella entra en contacto con el balón, el equipo respira diferente. La pelota le llega y todo parece adquirir otra velocidad. Tiene visión, tiene pausa, tiene decisión. Y en ese equilibrio, encuentra su forma de mandar.
Pero lo que convierte a Aitana en líder no es solo lo que hace en el campo, sino cómo lo hace. Entrena con la misma intensidad que juega. Exige sin señalar. Motiva sin estridencias. Y cuando hay que decir algo, lo dice. Es una futbolista que no solo marca la pauta táctica: marca también el pulso emocional del grupo.
Ivana Andrés: la capitana que une
Hay capitanas que mandan desde carisma, y otras que lo hacen desde la conexión. Ivana pertenece a estas últimas. Nunca ha necesita destacar para ser importante. Su liderazgo es horizontal: más de cuidar que de imponer, más de escuchar que de hablar. Pero cuando lo hace, cada palabra cuenta.
En un grupo con muchas personalidades y generaciones diferentes, su papel es esencial. Es quien media, quien tiende puentes, quien observa lo que pasa alrededor. En el campo, aporta solidez. En el vestuario, aporta estabilidad. Su autoridad no se construye desde el ego, sino desde la experiencia compartida. Ivana sabe cuándo aparecer y cuándo dejar espacio. Entiende que, a veces, liderar también es saber dar un paso atrás para que otras brillen.

Alexia Putellas: la voz de quien ya lo vivió todo
Alexia ha sido el centro de todo durante años. La referencia, la imagen, el punto de equilibrio. Pero esta Eurocopa la encuentra en otra fase: menos protagonista en lo físico, más estratégica en lo emocional. Su liderazgo se ha transformado con el tiempo, pero no ha perdido ni un gramo de peso.
Sigue siendo la voz que el grupo escucha en los momentos clave. La que pone perspectiva cuando el ruido externo aprieta. La que recuerda de dónde vienen y hasta dónde pueden llegar. Aunque ya no dispute todos los minutos, sigue siendo decisiva: en los pasillos, en las comidas, en las decisiones importantes. Alexia no solo lidera con su historia, sino con la inteligencia de haber entendido su lugar en el presente. Y ese gesto también manda.
Salma Paralluelo: presente con alma de futuro
Salma es el ejemplo más claro de lo que está por venir. No lleva galones, pero cada vez que entra en el campo, el equipo cambia. Es potencia, desborde, desequilibrio. Y también es templanza, cabeza fría y ambición callada. A su manera, ya es líder: porque marca diferencias, porque se exige al máximo y porque, sin buscarlo, muchas la siguen.
Dentro del vestuario, escucha más que habla. Observa, aprende, absorbe. Pero también contagia. No hay postureo, no hay impostura. Hay hambre. Y eso, en un grupo que busca renovarse sin romperse, es valioso. Salma no alza la voz. No le hace falta. Lidera con sus carreras, con su entrega, con su madurez sorprendente para alguien que aún tiene mucho por crecer.

Un vestuario que se lidera en red
Lo más interesante de esta selección es que nadie lidera sola. El modelo no es vertical, es coral. Hay jugadoras que llevan el peso emocional, otras que controlan el ritmo táctico, otras que calman, otras que empujan. Y todas se respetan.
En la concentración, hay dinámicas que ya fluyen de manera natural. No hace falta marcas jerarquías: cada una sabe cuándo tomar la palabra, cuándo acompañar y cuándo ceder el protagonismo. Esa convivencia generosa, alejada de egos, se nota también en el juego. España es un equipo porque funciona como equipo. Dentro y fuera.
Y eso, en un torneo como esta Eurocopa, puede marcar la diferencia entre competir… o trascender. España ya está entre las ocho mejores. Y lo ha hecho sin estridencias, pero con una solidez grupal que empieza mucho antes de que ruede el balón. Porque cuando el liderazgo es compartido, sostenido y natural, el equipo no solo juega mejor. También se siente más fuerte.