Convencer al equipo es clave. Al principio nadie quiere cambiar, porque no saben lo que va a pasar. Hay que explicar muy bien por qué se hace y cómo les va a beneficiar.” José Carlos Varela es el Director de TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación) en Lingotes Especiales S.A., grupo industrial con sede en Valladolid, dedicado al diseño, desarrollo, fundición, mecanizado y montaje de piezas de hierro, principalmente para el sector de automoción. Ha sido el encargado de la primera ponencia del evento Cómo gestionar el cambio en pymes, que se celebró el 29 de mayo en Ideva (Agencia de Innovación y Desarrollo Económico de Valladolid) y que ha sido organizado por El Norte de Castilla y Vocento con el patrocinio de Orange Empresas.

El cambio, en palabras de Varela, no se impone: se impulsa. “La imposición desmotiva al trabajador, y eso seguramente sea un fracaso.” Habla desde su experiencia en una compañía de más de 300 empleados y que el año pasado se acercó a los 90 millones de facturación. Pero subraya que cuanto dice es perfectamente extrapolable a pequeñas y medianas empresas. Y habla de una metodología en tres fases y, especialmente, que no descuide los aspectos humanos: convencer, comunicar, acompañar.

La primera fase es el punto de partida: identificar qué no está funcionando, qué se puede mejorar y qué se quiere conseguir. “Se detecta una necesidad y se marca un objetivo”, explica. Pero la definición de ese objetivo debe ir acompañada de realismo y claridad. Lo que se plantea no es un cambio por cambiar, sino una mejora concreta, medible y comprensible para todos los implicados. La segunda fase, por su parte, consiste en crear un pequeño equipo de trabajo y empezar a compartir esa visión.

La tercera fase es también la más difícil: mantener el impulso. “Es una fase que realmente nunca termina”, admite. Aquí entra en juego la cultura de innovación, la mejora continua y, sobre todo, la gestión de la motivación en el tiempo. “Cuando son proyectos muy largos, se pierde un poco la perspectiva. Se inicia un proyecto y pasan los meses y no se ve ningún resultado. En cuanto se puedan mostrar los primeros logros, hay que enseñarlos para que el equipo vea que esto está funcionando y va a buen puerto.”

En conclusión: independientemente del tamaño y dimensión de la empresa, afrontar el cambio es fundamental para garantizar su éxito. “El cambio es la condición imprescindible para que las empresas en general, y las pymes en particular, crezcan y puedan sobrevivir en este mundo tan competitivo.” La transformación —organizativa, digital y cultural— ya no es una alternativa, es el camino necesario para seguir avanzando.

En la presentación del acto, la periodista Andrea Díez, maestra de ceremonias de esta intensa jornada, iba en esta misma línea: “En un entorno cambiante como el actual, las pymes tienen que aprovechar todas las oportunidades que ofrece la incorporación de tecnologías digitales, con herramientas clave para mejorar su competitividad. En este territorio en concreto —Valladolid, Castilla y León en general—, y con permiso de las grandes corporaciones, somos conscientes de que el peso del tejido económico empresarial recae también sobre las pymes.”

Un reconocimiento expreso, añadió, “a esos pequeños y medianos empresarios resilientes y llenos de talento, que en un entorno tan digital y tan globalizado se han dado cuenta de que la transformación forma parte de esa garantía de crecimiento y de competitividad.”

Tras la intervención inaugural, llegó el turno de la mesa redonda: “Estrategias para transformar una pyme sin fricciones”, donde representantes del ámbito empresarial y del liderazgo compartieron experiencias desde sectores muy distintos, pero con desafíos comunes. Moderada por la propia Andrea Díez, la conversación reunió a Javier Alonso (CEO de Dehumans), Álvaro Galicia (director comercial y de marketing de Dulces El Toro), Javier Llorente (CEO de RECSO y representante de Valladolid Sostenible) y el aventurero y divulgador Albert Bosch. La pregunta de fondo era la misma: cómo se transforma una empresa sin perder su esencia, cómo se cambia sin romper.

“Vivimos una era fascinante”, dijo Javier Alonso, de Dehumans. La frase, tomada de la película Master and Commander, funcionó como declaración de intenciones. Pero también como advertencia. La sentencia puede sonarnos muy actual, pero película está ambientada en las guerras napleónicas de comienzos del siglo XIX: el entusiasmo por el momento en que vivimos es un continuo que lleva muchos siglos con nosotros. Y por eso, resalta, no debemos olvidar que “la transformación no empieza por la tecnología, sino por hacerse preguntas valientes: cómo tomamos decisiones, cómo nos comunicamos, cómo lideramos. En definitiva, por qué hacemos lo que hacemos y si realmente estamos preparados para cambiar.” 

Desde ese enfoque, digitalizar no es transformar. Es necesario, pero no suficiente. “Hay muchas empresas que usan asistentes virtuales, inteligencia artificial, incluso tienen presencia en el metaverso... pero siguen funcionando como hace veinte años. Tienen un barniz digital, pero un alma analógica”, alertó Alonso.

Uno de los focos del coloquio fue la resistencia al cambio y cómo abordarla. “La resistencia no es un problema, es un termómetro. Es una señal de que hay algo más profundo en la organización que no se está abordando bien”, reflexionó Javier Alonso, CEO de Dehumans. A su juicio, las empresas deben mirar hacia dentro y preguntarse si están alineadas, si hay transparencia, si existe una cultura que permita entender el cambio como una oportunidad y no como una amenaza. “Muchas veces no se tiene en cuenta a las personas, no se les explica. Y eso genera miedo. El miedo lleva al bloqueo.”

Albert Bosch, aventurero y divulgador, fue tajante: “Antes de hablar de tecnología hay que hablar de personas. Para mí, los tres grandes obstáculos son: falta de visión estratégica, mentalidad (la cultura del ‘así se ha hecho siempre’) y la resistencia interna.”

Y añadió una advertencia a las pymes que se limitan a seguir la corriente: “Algunas empresas se adaptan, que está bien. Pero si sólo te adaptas, corres el riesgo de caer en lo que yo llamo la ‘seguiditis’: ir siempre a remolque, agotado, sin rumbo claro. Eso no es liderar el cambio.”

Desde una empresa familiar con 175 años de historia, Álvaro Galicia, de Dulces El Toro, aportó una visión generacional. “La resistencia al cambio la he vivido en casa”, confesó. “Yo soy la sexta generación y me ha tocado liderar un proceso de transformación importante. Pasamos de un obrador tradicional en el centro de Tordesillas a una fábrica moderna, informatizada, con todas las líneas conectadas. Fue duro. Hubo fricciones con mi padre. Pero cuando vieron que funcionaba, que todo mejoraba, se implicaron. Y eso fue muy gratificante.”

Galicia habló también del coste económico del cambio. “Esto no lo ha mencionado nadie, pero hay que decirlo: la transformación digital tiene un precio. Hay que invertir, hay que aprender, hay que dedicar tiempo. Pero si no lo haces, te quedas atrás.”

Preguntados por el tipo de liderazgo necesario para pilotar esa transformación, Albert Bosch lo resumió con su “póker de cuatro C”: claridad (saber hacia dónde se va), capacidad (formación, tecnología, talento), comunicación (transversal, empática) y confianza. “La confianza es el combustible del liderazgo. Si no confías en tu equipo, y ellos no confían en ti, es imposible avanzar.” Javier Alonso coincide con él: “Muchos directivos lo son por resultados, pero eso no los convierte en líderes. Un líder es quien influye positivamente en los demás. Y para eso hay que tener visión, saber comunicarla y generar energía para sostener el proceso.”

Por su parte, Javier Llorente, CEO de RECSO y representante de Valladolid Sostenible, reflexionaba sobre el concepto de liderazgo en una pequeña empresa. “Cuando eres una pyme, te toca a ti liderar el cambio. Tienes que tener esa visión y ver cómo en el mercado se está haciendo esa transformación para poder involucrarla en la empresa como una mejora para todos”, explicó.

La sesión de clausura corrió a cargo de Silvia Leal, experta en tecnología y divulgadora, que abordó con humor y datos el vértigo que produce la transformación digital. Con un enfoque directo, recordó que “cuando llegó el coronavirus en España, el 86 por ciento de las pymes no habían empezado la digitalización”, pero que cuando hubo que hacerlo, se hizo. “Nos pusimos en el top tres de crecimiento de comercio electrónico del mundo sin talento, sin ordenadores, sin redes, ni nada.” Ese mismo empuje, defendió, debe aplicarse ahora a la inteligencia artificial, una herramienta que, bien utilizada, puede aportar “2,5 horas de productividad por empleado a la semana”.

Leal propuso a los asistentes abrir los ojos ante el cambio y entender cómo funciona la tecnología antes de decidir cómo aplicarla. Comparó el big data, que “te da siempre la misma respuesta”, con la inteligencia artificial, que “cambia y evoluciona en función a lo que aprende”. Y fue más allá al explicar cómo la IA generativa puede ser fuente de creatividad, pese a sus errores: “Cuando una tecnología alucina, si sabes gestionarlo bien, es una herramienta que hace que crezca tu creatividad”.

Con ejemplos personales y casos reales, defendió el valor práctico de estas tecnologías para las pymes: desde generar documentación para subvenciones hasta crear contenidos audiovisuales de calidad. “Tenemos que activar un poquito la imaginación”, dijo, y animó a perder el miedo: “Si alguien cree que esto es para despedir gente, no ha entendido nada”. Para Leal, la clave está en combinar inteligencia artificial con sentido común y humanidad: “Vamos a un futuro donde seremos más humanos gracias a la tecnología”.