
Cuando todos los caminos conducen a Almenara
Aunque fue descubierta en 1887, la recuperación y exhibición de la principal villa romana de la región se hizo esperar. El Museo de Almenara (MVR), que cumple ahora diez años, demuestra que la demora mereció la pena
PPLL
Domingo, 2 de junio 2013, 20:04
Situada a tan solo 15 kilómetros de Coca (Segovia), importante enclave del Imperio y cuna del emperador Teodosio, la villa romana de La Calzadilla saluda desde hace diez años al visitante con sus mejores galas. En el siglo IV era una gran hacienda rústica dedicada a la explotación agropecuaria en la que sobresalía su bella mansión, reflejo del poder de una clase social refinada.Sin embargo, la diferencia entre la de Almenara-Puras y las otras once villas que todavía permanecen en el subsuelo provincial es que, 17 siglos después, es la única que los habitantes del siglo XXI pueden recorrer, admirar y comprender. Los culpables de este privilegio son la Diputación de Valladolid y su Museo de las Villas Romanas (MVR), que este mes de mayo ha celebrado su primera década de andadura.
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Además de un yacimiento vivo y un importante reclamo turístico por el que ya han pasado 250.000 visitantes, el MVR es el único museo español de villas romanas y un centro de apoyo a la continuidad de las investigaciones arqueológicas. El proyecto, que en el año 2004 resultó merecedor del premio Europa Nostra, es una de las niñas bonitas de una institución que también este año conmemora sus dos siglos de historia. Entre sus principales impulsores figuran, sin duda, dos antiguos presidentes de la casa, José Luis Mosquera, primero, y Ramiro Ruiz Medrano, después. Pero no han sido los únicos. Detrás de este orgullo provincial está el empeño de un grupo importante de estudiosos, técnicos, profesores, arqueólogos, conservadores de museos, arquitectos, etc. que han sabido caminar en la misma dirección y han luchado durante décadas para hacerlo realidad.
Todo comenzó a finales del siglo XIX cuando, según la Carta Arqueológica de Valladolid (Pere de Palol y Federico Wattenberg), el descubrimiento de La Calzadilla, la primera villa romana de la provincia, se produjo de forma casual en 1887 por un sacerdote. Venancio Fernández de Castro excava (más bien abre) unos cuantos metros cuadrados e informa a la Real Academia de la Historia del hallazgo. Aquel descubrimiento de un gran mosaico del Bajo Imperio en las cercanías del municipio de Almenara del Adaja conduciría un siglo después al espacio arqueológico de 4.800 metros cuadrados, que incluyen los restos de un inmueble de más de 2.000 metros de superficie, con casi 600 recubiertos de mosaicos.
Pero el camino hacia la luz también ha estado salpicado de olvidos y de entierros. Para empezar, y se exceptúan algunos hallazgos puntuales de teselas en 1904 y 1914, tuvieron que pasar 60 años hasta que, en el curso de 1942-1943, Gratiniano Nieto dirigiera las primeras excavaciones en el yacimiento a instancias de la Universidad de Valladolid. El arqueólogo recogió en una publicación detalles concretos sobre la misma: cuatro pasillos de mosaico en atrio, una sala con exedra, una sala con ochava y otra con escalón. También describió entonces los mosaicos como «figuras geométricas, finas de ejecución, con motivos florales», entre los que destacaba el de la exedra.
Pese a la importancia del trabajo, los mosaicos volvieron a cubrirse y la villa regresó al olvido hasta que, en 1969, la Diputación adquirió los terrenos del yacimiento. La Corporación provincial en pleno, bajo la presidencia de Mosquera, acordó comprar la parcela «en la que se encuentran las ruinas de una villa romana de interesantes mosaicos», el 27 de enero de aquel año, en la misma sesión en la que la institución aceptaba la donación del castillo de Fuensaldaña realizada por el Ayuntamiento del municipio. Y es que, en aquellos años en los que todavía no existía la Junta de Castilla y León, la institución contaba con un servicio de Arqueología y de Rescate de Monumentos (también a Mosquera le debe la Diputación, por ejemplo, el Teatro Zorrilla).
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El Norte de Castilla fue testigo de la compra del yacimiento y ya no ha abandonado hasta nuestros días la senda de Almenara, tanto para congratularse de los hallazgos, como para enervarse con los olvidos.
Palol, Delibes y Moure
La institución cercó el terreno, puso un guarda, construyó un barracón para almacén de materiales y una zona de trabajo fuera de la villa para realizar las restauraciones, así como una perforación para extraer agua. A continuación promovió, en colaboración con el Seminario de Arte y Arqueología de la Universidad y con la Dirección General de Bellas Artes, una campaña arqueológica dirigida por Pere de Palol, cuyos resultados recogerían más tarde los arqueólogos Germán Delibes y Alfonso Moure.
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Entre 1970 y 1975 se extraen y restauran según los criterios de la época buena parte de los mosaicos descubiertos hasta esa fecha. A partir de entonces, Alberto Balil, catedrático de Arqueología de la Universidad de Valladolid y sustituto de Palol, y el arqueólogo Tomás Mañanes coordinarán la ejecución de las campañas y excavaciones en el yacimiento.
Ambos fueron los responsables, en el curso 1982-1983, del descubrimiento de uno de los tesoros más importantes de La Calzadilla: un mosaico con un emblema central de nueve metros cuadrados, cuyas teselas, de pasta de vidrio coloreada, representan una escena mitológica. Se trata del caballo Pegaso célebre porque de una coz en el suelo hizo brotar una fuente que, sin sus características alas, es aseado por las ninfas (deidades de fuentes, ríos, bosques y montes). Además de esta, otras quince de las habitaciones descubiertas hasta la fecha contenían mosaicos, aunque en el resto de los casos la decoración fuera fundamentalmente geométrica o vegetal.
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El yacimiento se volvió a sumir entonces en un lamentable abandono que se prolongó durante más de siete años en los que no solo no se reanudaron los trabajos, sino que ni siquiera se instaló la comprometida cubierta.Como toda protección, los hallazgos fueron ocasionalmente cubiertos con plásticos y capas de arena, por lo que los pavimentos, mosaicos y pinturas murales estuvieron durante un tiempo considerable a merced del clima y de los desaprensivos.
El primer convenio económico de la Diputación y la Junta de Castilla y León se remonta 1990, fruto del cual se nombra director de la excavación a Mañanes, que la estudió y catalogó. Cuatro años más tarde, la villa fue declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta y la institución provincial llegó a un acuerdo con la Universidad de Valladolid para su recuperación arqueológica.
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En el año 1995, con Ramiro Ruiz Medrano en la presidencia y José Ferrández Otaño como responsable de Cultura, la Diputación cogió el toro por los cuernos y se comprometió, primero, a adquirir los últimos terrenos que restaban para poseer la totalidad del yacimiento y, segundo, a cubrirlo. Se hablaba ya entonces, por vez primera, de convertir Almenara en un importante reclamo turístico. En el otoño de 1996 comenzaron las obras para el cerramiento del yacimiento (pospuestas por los retrasos en el acuerdo de compra de las parcelas) y la Diputación encargó a la UVA el plan director que permitiría la recuperación, conservación y musealización de la villa romana.
Los restos hallados en las campañas arqueológicas siguientes y los trabajos de restauración de los anteriores descubrimientos, permitieron asegurar entonces que la vivienda, de más de 2.000 metros cuadrados de extensión, se construyó en el siglo IV y estuvo habitada hasta el V Después de Cristo. A los objetos típicos del hogar cerámica común, vajilla fina, objetos metálicos,... se sumó ese año el descubrimiento de una rueda de molino romano de 60 centímetros de diámetro y unos 20 de grosor. Desde el año 1996 hasta nuestros días las campañas arqueológicas han estado dirigidas, principalmente, por la arqueóloga Margarita Sánchez, bajo la supervisión de la profesora del Área de Arqueología de la UVA Carmen García Merino. Un elección acertada, sin duda, a tenor de los resultados.
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Por fin, el plan director
La apuesta por el proyecto tuvo uno de sus puntos álgidos en la presentación de un plan director que, comenzando en 1997, proponía invertir 260 millones de pesetas (1,56 millones de euros) en cinco fases durante los seis ños siguientes. Su objetivo era recuperar las ruinas y crear la infraestructura necesaria para su proyección didáctica y turística, a través de la musealización y con la investigación científica como referente. 110 años después de su descubrimiento, La Calzadilla iba a ocupar, por fin, el lugar que se merecía.
Ya sin parones de ningún tipo aunque la inversión acabó disparándose hasta los 800 millones de las antiguas pesetas (4,8 millones de euros), las fases del plan director fueron sucediéndose casi según lo previsto: se construyó el habitáculo protector de la zona residencial, continuaron las excavaciones arqueológicas y restauraciones de mosaicos, se consolidaron muros, etc. Y, paralelamente, se proyectó, modificó y construyó todo un proyecto museístico cada vez más completo que, finalmente, acabaría traduciéndose en un amplio conjunto de instalaciones que incluyen desde el espacio para la exposición, los restos recuperados, la réplica de una casa romana y un peculiar parque infantil tematizado. El arquitecto de la institución, Roberto Valle asesorado por Carmen García Merino y Margarita Sánchez, entre otros, diseñó el complejo.
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Las instalaciones múseísticas se inauguraron el 5 de mayo del año 2003 y fueron complementados en los años siguientes con la recreación de una pars urbana y el parque infantil tematizado, que no formaban parte del proyecto inicial. El 7 de noviembre de 2005, la Reina Sofía hizo entrega al entonces diputado de Promoción Provincial, Dionisio Miguel Recio, y a Roberto Valle del premio Europa Nostra 2004, en reconocimiento a la labor de «un equipo de técnicos, profesionales, trabajadores y representantes institucionales de la Diputación para poner en valor este centro cultural y turístico de primer orden».
El galardón constituyó un acicate para seguir trabajando. El museo ha seguido complementando con éxito sus propuestas turísticas y culturales, las excavaciones han sacado a la luz nuevos e importantes hallazgos, como los restos de Encarnita, mujer del siglo V, y las restauraciones e investigaciones están permitiendo poner en valor la riqueza de las pinturas murales, tan características de la villa de La Calzadilla.
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