De todo un poco
De la milenaria basílica de San Isidoro al reciente Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, León da cabida a una pluralidad cultural y artística única
SERGIO ÁLVAREZ
Viernes, 4 de diciembre 2009, 10:18
D efinitivamente, León lo tiene todo. La antigua capital del Reino Leonés ofrece al visitante una experiencia única, en la que podrá combinar lo mejor del pasado con la riqueza gastronómica del presente e, incluso, le permitirá culminar una escapada sin parangón con algún rincón reservado al más inmediato futuro que dejará las puertas abiertas a un seguro regreso a la ciudad.
Es lo que tiene gozar de una localidad que alberga sin despeinarse monumentos casi milenarios como la basílica de San Isidoro, joyas del gótico como su famosa Catedral, vestigios del voluptuoso barroco en San Marcos, o la deliciosa sutileza neogótica de la Casa Botines. Eso sí, los que se atrevan a explorar la brillante capital leonesa tendrán que ir preparados para combatir el frío, tal vez el único inconveniente real de la escapada. Y digo tal vez porque más de uno disfrutará aún más de la estancia en la histórica ciudad norteña si los dioses deciden descargar una buena dosis de copos de nieve.
Para empezar
El centro de la ciudad será también nuestro centro de operaciones mientras estemos en León. No podemos elegir otro lugar para comenzar nuestro recorrido que el casco histórico, auténtico eje sobre el que se edifica el día a día de la metrópoli leonesa. La verticalidad de la catedral nos deslumbra de golpe. Casi sin querer estamos dentro, alucinando. Las vidrieras nos han hecho perder el sentido pero, casualidad, cuando nos hemos querido dar cuenta ya estamos fuera. Un rápido vistazo al reloj nos permite comprobar que nuestra estancia en el interior no ha sido una alucinación, sino un sueño. El tiempo ha volado entre las paredes de la catedral y las agujas del reloj nos devuelven de golpe a la realidad.
Continuamos nuestro discurrir con un ligero descenso por la Calle Ancha que nos permitirá ir disfrutando de otros placeres del día a día como un café en el Gran Café, emblema de la hostelería local, o una fresca cerveza de una de las múltiples variedades a nuestra disposición en la Cervecería Céltica.
Tras el breve intervalo llegamos a la Casa Botines. La majestuosidad del espectacular edificio de Gaudí se culmina con la escultura de San Jorge y el dragón, construida por Llorenç Matamala. Tras apreciar con detenimiento una de las tres únicas construcciones que Gaudí realizó fuera de Cataluña, un breve giro de cabeza nos permitirá contemplar la belleza del Palacio de los Guzmanes. Hemos retrocedido de golpe tres siglos y el cambio de corriente se hará patente en nuestros sentidos, que quedarán congelados ante la seriedad renacentista.
Quizás ante tanta confusión, éste sea el mejor momento para reponer fuerzas, por lo que un nuevo devaneo por la Calle Ancha nos acercará al Barrio Húmedo, donde podremos gozar de la rica gastronomía leonesa por apenas un puñado de euros.
Más y más
La tarde no es para el relax. Después del completo recorrido por las mejores barras de la ciudad, la basílica de San Isidoro nos aguarda con sus detalles fundamentalmente románicos, pero también góticos y neoclásicos. Tendremos que darnos un pequeño paseo para llegar al Hostal San Marcos, pero rápidamente comprobaremos que el trayecto ha merecido la pena. Tras disfrutar de la grandeza de la construcción, no se puede perdonar un café de sobremesa en su interior que nos permitirá analizar a fondo la que es una edificación única.
Muchos pensarán que éste es el final de nuestro trayecto, pero la ciudad aún reserva alguna sorpresa para los más modernos, que disfrutarán entre las paredes del Musac, en el que seguramente es el mejor museo de arte contemporáneo de la región.
Pero León no es sólo eso. Sus calles empedradas, su antigua muralla, sus parques, el paseo alrededor del río Bernesga, el propio puente sobre el río junto al Hostal San Marcos, el mercado de la Plaza Mayor, o un completo centro comercial de reciente creación permitirán al visitante aprovechar hasta el último segundo.
Quizás, el espíritu viajero no nos permita quedarnos únicamente en la capital. En ese caso, no podremos obviar una visita a la localidad de Astorga, capital de la Maragatería, para contemplar otra de las espectaculares construcciones de Gaudí fuera de Cataluña, el Palacio Episcopal. En ese caso, es obligado el paso por Santiago Millas para saborear el delicioso cocido maragato del Restaurante Casa Glorio. ¿Alguien da más?
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