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Explotación ganadera de Alfredo Martín, en la localidad abulense de San Bartolomé. / I. S.
AVILA

Un método letal

Ganaderos del sector caprino rechazan la implantación de los bolos ruminales para identificar a las cabras porque les causan daños que pueden ser mortales

IRENE SANZ

Miércoles, 7 de enero 2009, 02:24

Alfredo Martín Abad es un ganadero que tiene una explotación de 750 cabras de raza murciana-granadina, unos pequeños animales inquietos de color negro y caoba. Su explotación está en el municipio abulense de San Bartolomé de Pinares, en la que trabaja junto a su hermano. En las últimas semanas, Alfredo ha visto preocupado cómo 25 de sus cabras han muerto a causa de la implantación del bolo ruminal, un dispositivo que obliga a instalar la Junta de Castilla y León a cabras y ovejas para que sean identificadas. El bolo ruminal debe ponerse a las cabras pequeñas que pasan a integrar la explotación, y así lo lleva haciendo Alfredo en los últimos tres años, desde que se decretó la obligación de hacerlo. Los años anteriores después de que la veterinaria pusiera los bolos ruminales, algún que otro animal murió, pero este año, de las 156 cabras a las que puso el bolo han muerto 25.

Alfredo y otros tantos ganaderos de la Asociación en Defensa de los Animales del Valle de Pinares, que agrupa a los propietarios de 23.000 cabezas, consideran que tanto el bolo ruminal, como el método que se sigue para su instalación es bastante agresiva.

Se trata de ubicar en el estómago de la cabra el bolo, que es el que tiene el número de identificación. Consiste en una cápsula con unas dimensiones de 16 milímetros de grosor y ocho de largo. Se introduce en el cuerpo del animal gracias a una pistola que se le mete en la boca y que, al ser disparada, lleva el bolo al estómago. «En algunos casos la cabra lo regurgita y los bolos aparecen en el suelo, en otros casos se quedan atravesados en el aparato digestivo y hacen que el animal muera, después de padecer inflamaciones en el cuello». Entre las consecuencias que han detectado, los veterinarios se encuentran con animales a los que los bolos les produce ansiedad, hasta tal punto que algunos abortan, otros dejan de dar leche por la inflamación de las vías mamarias, y otros dejan de comer. Por ello, los ganaderos consideran que son medidas de identificación demasiado drásticas para animales tan pequeños, ya que algunos no superan los 23 kilos de peso con un año de edad.

La veterinaria y Alfredo pusieron la identificación a los nuevos animales de su explotación el 16 de noviembre, y a los pocos días ya lo habían regurgitado 10, un hecho que fue puesto en conocimiento de la Junta de Castilla y León. Tres días después, el ganadero tuvo que llamar de nuevo a la veterinaria porque varias cabras tenían el cuello inflamado, mucosidad en la nariz y legañas en los ojos. Incluso ha tenido que operar a tres animales sin éxito porque el bolo les había perforado el estómago.

Esta situación supone que Alfredo esté soportando unas pérdidas de 7.000 euros este año, si tenemos en cuenta que los precios de los animales pueden oscilar desde 150 euros de un chivo pequeño hasta 240 de una cabra que esté a punto de parir, según explica.

El ganadero acude a comprar sus animales a Fortuna, Jumilla o Toro, siempre de la raza murciana-granadina, que se caracteriza por la calidad de la leche que da. Una leche que, en el caso de Alfredo, es transportada hasta una cooperativa del municipio de El Barraco, que integra junto a otros 80 socios de la zona, donde a su vez es vendida a la empresa García Vaquero. Con la carne, el procedimiento es similar, y desde El Barraco se vende a numerosos puntos de la Comunidad de Madrid.

Sindicatos

Desde el sindicato agrario UPA llevan semanas alertando sobre esta situación y por eso han elevado una queja formal al Consejo Regional Agrario para que de forma urgente se retire el bolo ruminal como sistema de identificación de los animales caprinos.

Insisten en la Unión de Pequeños Agricultores en los estragos que supone la instalación del bolo para los ganaderos ya que además de 346 muertes que se han detectado en la región también se están registrando abortos, debido a la implantación de un sistema que está demostrado que genera serios daños en zonas vitales del aparato respiratorio y digestivo de las cabras. UPA-Ávila ha pedido a los responsables de la Consejería de Agricultura y Ganadería que ponga en marcha cuanto antes las gestiones oportunas para indemnizar a los ganaderos «que están siendo víctimas de esta situación», ya que está repercutiendo en su economía.

Además de la explotación de Alfredo, ubicada en San Bartolomé de Pinares, el bolo ruminal también está afectando a explotaciones abulenses de Serranillos, Casavieja, Santa Cruz de Pinares y El Barraco. Entre las consecuencias de esta medida a las que se enfrentan los ganaderos están los abortos, la pérdida de apetito de los animales, la mortalidad súbita sin explicación, y la pérdida de producción lechera, que es la principal fuente de ingreso de la mayor parte de los ganaderos de caprino.

Según la agrupación, los ganaderos explican que «los animales, al tener un cuerpo extraño en el retículo, tienen una sensación de saciedad que impide un consumo correcto de la ración necesaria de alimentos».

Los ganaderos consideran que sería más beneficioso otro tipo de control de identificación que se pueden instalar en las patas o en la cola del animal y que no son tan dañinos para los animales y que se pueden eliminar en los mataderos antes de que entre en la cadena alimenticia.

UPA Ávila insiste en solicitar un cambio normativo para la puesta en marcha de alternativas que no sean tan agresivas, y para ello proponen el sistema del doble crotal en las orejas o el microchip en el rabo, extendidos por la mayor parte de comunidades autónomas de nuestro país, y que no supone ningún peligro para las cabras.

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