«Soy un privilegiado, conozco a doctorandos que no cobran nada»
Javier Sevilla sueña con ayudar a impulsar el uso de la Biociencia Molecular en el análisis masivo de datos en la lucha contra las enfermedades
Desde el laboratorio del Instituto de Ciencias Médicas y Cardiovasculares de la Universidad de Glasgow, Javier Sevilla Montero también sueña con poner su granito ... de arena en el desarrollo de la Biociencia Molecular.
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Alumno del Instituto de Delicias, su mejor nota en la EBAU de 2012 (9,84) dio paso a una brillante licenciatura en Bioquímica en la Autónoma de Madrid, donde también le dieron el premio al mejor expediente académico en 2016. Las matrículas y las becas de la Comunidad de Madrid le ayudaron a «costear la carrera y esos pasos tan caros que vienen después: máster, doctorado...», valora desde Escocia Javier.
De hecho y, tras lograr su título, Sevilla Montero apostó por un máster en Biofísica con el que lograr los créditos necesarios para dar el salto al doctorado. Y aquí continuó por la senda de la Biociencia Molecular bajo la tutela también de la Universidad Autónoma. «He orientado mi carrera hacia la investigación. Con las carencias que hay, sabes que tienes que competir con el expediente por delante», admite.
Estas semanas completa su estancia exterior en Glasgow en un laboratorio que «me recibió muy bien y me dio toda la libertad y facilidades para trabajar». Si todo va bien, depositará su tesis doctoral el próximo enero y la defenderá en marzo. Es un trabajo sobre la incidencia del tabaco no solo en la capacidad respiratoria sino en los vasos sanguíneos.
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Para el futuro tiene claro que quiere seguir vinculado a la investigación. Considera que «los problemas biomédicos y la búsqueda de nuevas terapias necesitan herramientas de análisis masivo. Y es el momento de fusionarlas», razona. Se ve manejando herramientas de 'big data' para «ayudar a entender cómo funcionan enfermedades complejas».
Asus 26 años, Javier Sevilla se considera un privilegiado porque «puedo cobrar un sueldo decente a fin de mes. Hay muchos doctorandos que no cobran nada». Aunque su contrato se acabará y «habrá que pensar en vivir en el mundo real».
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Admite que se acerca cada vez más el momento de marcar un surco sobre el que labrar su futuro. Pero él recomienda «parar un momento y pensar en las oportunidades que hay alrededor para decidir con calma». No sabe si en España o fuera. Pero quiere verse usando sus diez años de formación para ponerlos al servicio de los enormes desafíos médicos y biológicos que esperan las aportaciones de mentes privilegiadas como la suya.
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