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Tirado y recogida de piñas en Traspinedo, a las puertas de Valladolid. Rodrigo JIméne

Las dos plagas de los pinares, el oro blanco de Castilla

La chinche americana y las mafias que esquilman los pinares vallisoletanos reducen al mínimo la producción de su codiciada semilla, el piñón

j. sanz

Domingo, 2 de enero 2022, 09:34

Hubo un tiempo en el que más de tres mil familias vivían del pujante sector del piñón solo en la provincia de Valladolid, cuyo epicentro, Pedrajas de San Esteban, es considerado aún hoy el centro mundial de la elaboración de un producto que, sin embargo, escasea fruto de dos plagas que «están acabando con el sector». Y ambas son difíciles de combatir. La primera llegó a los pinares castellanos hace diez años en forma de diminuto bichito de nombre casi impronunciable, el 'leptoglossus occidentalis', cuyo nombre más popular, la chinche americana, da idea del origen de un problema mayúsculo que ha reducido el rendimiento de los pinares a apenas el 10% en las últimas campañas.

Contra la segunda plaga, en forma de mafias organizadas de ladrones de piñas, hay más medios, aunque propietarios, elaboradores y agentes encargados de combatirlas reconocen que «no se puede poner puertas al campo». Pero sí medios humanos y legales. Entre los dos, y en paralelo a la caída de la producción, sí lograron minimizar su impacto y acabar con los intermediarios «sin escrúpulos» que no miraban el origen del producto. El problema es que en la presente campaña de recolección, que arrancó en noviembre y que durará hasta abril, se «ha visto una mejoría del rendimiento de los pinares después de dos campañas casi nulas». Y esos brotes verdes han traído de vuelta a las bandas especializadas en los robos de piñas.

De manera que a día de hoy, y con un sector casi reducido a su mínima expresión, en el que han cerrado más de la mitad de las empresas -hace diez años eran más de medio centenar y de las que sobreviven apenas «cuatro o cinco» operan a pleno rendimiento- y en el que apenas se genera un 30% de los empleos de antaño, las dos plagas continúan haciendo estragos en las 39.862 hectáreas de pino piñonero diseminadas por la provincia vallisoletana, que concentra casi la mitad de la superficie de pinares 'cosechables' de Castilla y León y que produce uno de los piñones, ibéricos, en este caso, de mayor calidad del mundo.

«La especialización de los delincuentes, que tuvo su auge hace más de diez años, se ha reducido de manera drástica, aunque eso no impide que grupos organizados, que habitualmente se dedican a robos de cobre o chatarra -otra lacra del campo-, cambien de sector y operen de nuevo en los pinares durante las campañas de recogida», reconocen fuentes de la lucha contra los robos en el campo de la Guardia Civil antes de confirmar que el repunte del sector durante la presente campaña, con más piñas y más fruto que en las anteriores, ha supuesto en paralelo un «cierto repunte» de este tipo de bandas.

Así lo explica Rodolfo Padrones, presidente de la Asociación Castellana de Elaboradores de Piñón (Acepi): «Nos están volviendo a robar, sobre todo, en las comarcas que están dando una mayor productividad», concentradas este año en pinares de pino piñonero, sobre todo, del este de la provincia vallisoletana. Allí, incluso, los delincuentes llegaron a golpear al concesionario de un pinar antes de sustraer una tonelada de piñas en Portillo. Los cuatro autores de este robo, una cuadrilla asentada en la localidad zamorana de Morales de Toro, forman parte de la lista de doce detenidos por robos de piña en Valladolid durante los dos primeros meses de la presente campaña (2021-2022). Los agentes han conseguido recuperar hasta ahora 2.300 kilos de piñas sustraídas en la provincia, una cifra similar a la de toda la campaña pasada, en la que los guardias civiles interceptaron tres camiones cargados con 78.140 kilos de piñas procedentes de Huelva que carecían de la documentación legal para su venta. Hace diez años, eso sí, los detenidos en una sola campaña superaban el medio centenar y se sustraían hasta sesenta toneladas.

Envasado de piñones en una planta de Pedrajas de San Esteban. R. J.

«Los ladrones se las saben todas y, a pesar de la regulación llevada a cabo en 2011, cuando se obligó a contar con documentación oficial para recoger piñas y a demostrar la trazabilidad de la piña, lo cierto es que hay cuadrillas que, incluso, obtienen una concesión legal de un pinar y luego la utilizan para intentar legalizar cargamentos recogido de manera irregular», reconocen fuentes del instituto armado, que cuenta en la actualidad con equipos especializados contra los robos en el campo (Roca) y de investigación del Seprona para combatir a estas mafias. Y así lo confirman los propios elaboradores. «La actual normativa sí consiguió acabar con intermediarios que receptaban la mercancía sin preguntar dentro de la comunidad, pero el problema ahora es que hay regiones limítrofes, como Madrid, donde no se exige trazabilidad como aquí», explica Rodolfo Padrones. De manera que los delincuentes pueden robar las piñas de Valladolid, venderlas a un intermediario de fuera y luego traerlas de vuelta a las empresas elaboradores locales, situadas en su inmensa mayoría en Pedrajas de San Esteban, para su comercialización ya legal en el mercado. «No hay forma de saber si es así o no, pero todo apunta a que podemos acabar comprando nuestras propias piñas como si fueran de fuera, con lo que perdemos todos», lamenta.

El repunte de los robos de piñas, encabezados habitualmente por cuadrillas de origen extranjero asentadas en pueblos de Castilla y León, aunque también hay grupos nacionales, obedece a los tímidos brotes verdes del sector y a los precios del oro blanco de los pinares, el piñón ibérico, cuyo precio oscila en la actualidad en torno al euro por cada kilo de piña en bruto, en función de su rendimiento. «Y con tres piñas tienes un kilo», advierte el técnico Jesús Alberto del Río, de la Asociación Forestal de Valladolid (Asfova), que aglutina a la mayoría de los propietarios de pinares de esta provincia.

«Sólo nos falta dar pistas»

«Hay muy poca producción en general, en torno a treinta kilos por hectárea, como mucho, pero hay zonas de la provincia en el que el rendimiento es bastante bueno y que están atrayendo los robos», explica el experto antes de concretar que en los páramos del este de Valladolid se están sacando subastas a buen precio. Este sistema, el de la subasta, es el habitual para lograr las concesiones de la recolección de los pinares sean de titularidad privada, municipal o autonómica. «La mayoría de las subastas, sobre todo en la tierra de pinares, están siendo a la baja por la escasez de piñón». En otros puntos, sobre los que nadie en el sector quiere concretar su ubicación -«solo nos falta dar pistas», advierte el presidente de Acepi-, las subastas han sido al alza en relación a las nefastas campañas anteriores.

Una de las mayores productores mundiales de piñón, la cooperativa Piñonsol, se encuentra en el epicentro del sector, Pedrajas de San Esteban, un municipio que supera los tres mil habitantes situado cuarenta kilómetros al sur de la capital. Su gerente, Amelia Pastor, reconoce la crisis que atraviesa esta semilla, sobre todo a causa de la plaga de la temida chinche americana.

La acción de ese bichito, que fue detectado por primera vez en Castilla y León en 2011, hace que el rendimiento de la piña haya caído desde entonces del 4% (por kilo en brutos) a una horquilla que oscila entre el 1% y el 2%. En casos excepcionales, apunta la responsable de Piñonsol, puede alcanzarse un 2,5%. «El piñón es un producto escaso y, aunque tenemos probablemente el de mejor calidad del mundo, lo cierto es que cada vez trabajamos menos con producto propio», reconoce Amelia antes de lamentar que «la mayoría de los piñoneros han dejado el sector y las pocas industrias que quedamos sobrevivimos con alternativas de producción de otros frutos de cáscara como el pistacho o la nuez».

Una guardia civil se incauta de dos bolsas de piñas robadas. R. J.

La productividad de los pinares vallisoletanos, en este sentido, apenas alcanza a día de hoy entre el 10 y el 15% de las más de diez mil toneladas de producto que podían llegar a recoger durante las campañas anteriores a la irrupción de la actual plaga de 'leptoglossus occidentalis'. Ahora se produce piñón no solo local sino traído de otros puntos de la Península, como Andalucía, Cataluña o Portugal, aunque allí tampoco son ajenos a las dos plagas del codiciado piñón ibérico. Su precio final de venta al consumidor, una vez elaborado, puede alcanzar a día de hoy los noventa euros el kilo en el supermercado.

Competencia feroz y precios prohibitivos sin aval de calidad

«No existe una marca de calidad o una denominación que garantice el origen del piñón y ese, quizá, sea uno de los grandes problemas del sector, al margen de las plagas y de los robos que tanto daño están haciendo», apunta Rodolfo Padrones, presidente de la Asociación Castellana de Elaboradores de Piñón (Acepi). De manera que el piñón ibérico, que los especialistas consideran como el de mayor calidad, tiene que enfrentarse a una «competencia feroz» de puntos tan dispares como Siberia, China, Turquía o Pakistán. Y el producto llega al final a los supermercados españoles a precios prohibitivos, que rondan los 90 euros el kilo, al margen muchas veces de la procedencia del piñón en ausencia de una denominación de origen del fruto local.

Los productores y recolectores cobran, en origen, en torno a un euro el kilo de piña en bruto y la posterior venta del producto ya elaborado, el piñón limpio, ronda los cincuenta o sesenta euros. Su precio de venta al consumidor no suele bajar a día de hoy de los citados 90 euros, sobre todo, si es piñón nacional recolectado de los pinos piñoneros ('pinus pinea'), que solo en la provincia vallisoletana alcanzan una superficie de 39.862 hectáreas.

Desprotegidos

«Hay poco producto e, incluso, los precios están a la baja y se elabora mucho piñón de fuera, cuya calidad es sensiblemente inferior a la del nuestro», resume el portavoz de los elaboradores antes de incidir en la necesidad de regularizar aún más el sector y dotarle de protección.

Contra la otra plaga del sector, la de la chinche americana, organizaciones como la Asociación Forestal de Valladolid (Asfova), en colaboración con universidades como la de Valladolid y la Junta de Castilla y León, trabajan en la actualidad en un «amplio proyecto de investigación para intentar minimizar el impacto de esta plaga», explica el técnico de Asfova Jesús Alberto del Río.

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