«Daría mi triunfo por que Wouter solo estuviera grave»
Vicioso no celebró el lunes la victoria de etapa que le ha devuelto a la élite tras la 'Operación Puerto'
J. G. PEÑA
Miércoles, 11 de mayo 2011, 02:27
A Ángel Vicioso (Alhama de Aragón, 34 años) le llaman 'Perdigón' desde que corría en el club Bilbilitano, en Calatayud. Tiene los ojos chispeantes, alerta, de buen cazador. Cada invierno queda con Alberto Contador, excompañero en el Liberty, para acechar perdices. A los dos les disparó en 2006 la 'Operación Puerto'. Contador aclaró su situación y esquivó la bala; Vicioso inició la cuesta abajo: desapareció de la élite, vetado en las grandes carreras, y se refugió en equipos de segunda. Hasta que esta temporada le ha fichado el Androni italiano. El lunes, cuando el cadáver de Wouter Weylandt volaba hacia el hospital de Génova, el tirador aragonés levantaba los brazos en la meta de Rapallo. Gritó al entrar. Nada sabía del compañero fallecido. Ayer le recordó: «Daría mi victoria por que Wouter estuviera solo grave».
«Me enteré de su muerte cuando estaba ya en el set de la televisión italiana». Notó la tristeza que le rodeaba y bajó los brazos. «Tuve que calmar a mi mujer, que estaba en casa dando saltos de alegría. Está embarazada y le falta solo un mes para dar a luz. A ver si con tanto salto todo se iba a adelantar...». Weylandt también esperaba un hijo. «Ufff, no quiero ni pensarlo», decía cabizbajo el aragonés en la salida de ayer. Vicioso parece eléctrico. Ojos de ardilla. Blanquea su escaso cabello. Le duele el trágico destino de su compañero y se guarda su alegría por la victoria: «Es que ni yo me imaginaba ya en una carrera como el Giro».
Cuando su nombre apareció en la lista de la 'Operación Puerto', quedó tachado. «Me vi fuera. Pero no quería dejarlo así. Quise luchar por el deporte que me gusta». Hasta 2006 corrió en el Kelme, el Once y Liberty; después, en el Relax, el LA MSS portugués, el Andaducía y ahora en el Androni: «Estoy donde tenía que estar. Demostrando lo que tengo dentro». La 'Operación Puerto' sigue abierta, a la espera de un juicio que no llega. Vicioso figura en la lista de clientes de Eufemiano Fuentes. Y su preparador físico de siempre, Ignacio Labarta, también está implicado. «Esto no termina nunca. Al final, te acostumbras y convives con ello».
Vicioso viene de los dos equipos arrasados por la 'Operación Puerto', el Kelme de Belda y el Liberty de Saiz. Pertenece a la generación de Astarloa, Mayo y Astarloza, con quienes compartió plaza en el Mundial de San Marino. Ganó en Amorebieta, en Estella... Veloz y potente, al estilo italiano. En el Giro 2000 le descalificaron tras imponerse en la etapa del Giro que acabó en Brescia. Por maniobra irregular. «Nadie lo vio así», se queja. Brescia es sede de la firma Saeco, y el segundo en aquel esprín fue un corredor de esa escuadra, Biaggio Conte, vencedor al final. «Desde entonces tenía esa espina clavada». Y al desclavársela en Rapallo se arrancó a chillar de alegría. Luego ya le dijeron que bajara la voz, que las flores eran para el funeral de Weylandt.
Vicioso se calló, dedicó el triunfo al fallecido y tranquilizó por teléfono a su embarazada esposa. Le costó dormir. Como siempre. Es una pila. Hace ya unos años, apenas pudo pegar ojo durante un Giro. Le pesaba la responsabilidad. «Me hacía infusiones, o mezclaba leche con ajo. Pero nada». Ahora, con 34 años, se lleva mejor con la almohada. Se le nota más calmado. «Y más con esta victoria. Correré tranquilo y si hay otra oportunidad...». Vicioso mantiene ese tono competitivo. De cazador. Cuando era amateur en el CAI Zaragoza y después de una victoria celebrada con champán, se picó con sus compañeros. «A beber también os gano». No pudo. Tres botellas después tuvieron que meterlo a rastras en el maletero.
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