Borrar
Artista del año en 2007, premiado los siguientes tres años por sus trabajos de Mozart, Zacharias alterna batuta y teclado. :: HENAR SASTRE
Christian Zacharias | Pianista y director

«La lección de las orquestas es que la perfección no existe»

El virtuoso alemán dirigirá a la OSCyL desde el teclado en el que interpretará el 'Concierto nº4', de Beethoven

VICTORIA M. NIÑO

Viernes, 26 de noviembre 2010, 17:03

Con la cola del piano metiéndose en la orquesta y el teclado como podio, así dirige Zacharias a la Sinfónica de Castilla y León. El Steinway luce sin tapa, las tripas al descubierto, para verse y unir el sonido. El virtuoso alemán divide su tiempo desde hace una década entre la dirección y la interpretación. En Valladolid ejercerá ambas, con el 'Concierto nº4' de Beethoven. Aunque su repertorio se abre con la batuta, el lenguaje que reconoce como suyo sobre el teclado es el romanticismo alemán.

«Después de los Shostakovich y Tchaikovsky que ha hecho la OSCyL, este Beethoven tardío supone para la orquesta un cambio de ritmo, una disciplina distinta. Hemos explorado las posibilidades del rubato juntos. Es un trabajo más de detalle, más refinado que un Mozart», dice quien en los últimos tres años ha recibido varios galardones por sus grabaciones de las partituras de Amadeus. «Y Schumann exige otro equilibrio, un sonido más cercano». Christian Zacharias disfruta con la dirección porque «es un trabajo más extrovertido, con los músicos. Nada que ver con la solitaria dedicación del pianista. La dirección supone organizar un todo, implica desarrollar ciertas habilidades psicológicas para que 20 o 30 personas hagan lo que tú propones. No es sólo mover un palito, es una actividad completa que te devuelve la energía que tú pones. En cambio en el piano, toda la energía sale de mí, no hay retroactividad». Zacharias es director titular de la Orquesta de Cámara de Lausana y director principal invitado de la de Goteborg. Estos compromisos se intercalan con colaboraciones con orquestas americanas como Saint Paul de Minnesota y la Filarmónica de Los Ángeles, donde coincidió con Lionel Bringuier, director titular de la OSCyL. «Es importante el intercambio de experiencias, de jóvenes músicos que llevan de un sitio a otro su forma de ver la música lejos de la megalomanía de quien está instalado en un podio».

Para Zacharias la música es pura abstracción, el sonido que busca y no siempre encuentra lo halla por descarte. «Esta mañana les dije a los músicos que para tocar a Schumann venía muy bien la niebla de la calle. Empezamos a tocar y después de diez minutos comenzó a sonar lo que yo buscaba, matices del romanticismo que sólo puedes definir tras muchos 'noes' y de repente dices 'esto es lo que quería oír'. No se puede hablar de música sin oírla». Como director ha llegado a Adams o Webern, pero como pianista asegura que su idioma musical comienza con Scarlatti y acaba con Ravel y Debussy. Evita a 'papa Bach'. «Mi vida como intérprete está en el clasicismo, donde la armonía es la definición de un espacio, en la que me voy, vuelvo, sé donde estoy. En cambio en Bach, en el barroco, no existe la perspectiva, me pierdo, carece de un plano. Es otro concepto de tempo el de Bach, Haendel o Monteverdi. Su organización del tiempo no está clara para mí, sus notas pueden repetirse una o diez veces, pueden llevar 3 o 10 minutos. Hay pasajes en los que me duermo porque no puedo estar activamente como intérprete». Por otro lado advierte de «la dictadura del barroco» que ejercen algunas afamadas formaciones de época. «No se puede tocar a Bach con una orquesta sinfónica, según ellos. Es una música que no necesita director, propia de cámara».

«Solo me gustan 15 óperas»

A este pianista, nombrado artista del año 2007 en Cannes, le resulta más fácil tocar sin partitura, «menos cuando toco a Bach. Para dirigir, casi lo hago de memoria aunque prefiero tener el texto delante porque son demasiadas cosas a tener en cuenta». A pesar de sus compromisos como director, mantiene la disciplina de tres horas diarias de estudio al teclado. «Para buscar el sonido que quiero necesito ese tiempo, solo y con el afinador», aunque sabe que «la perfección no existe, esa es la gran lección cuando trabajas con orquestas. La vida no es la perfección, es otra cosa que te hace enfrentarte a pianos distintos, orquestas, auditorios y públicos diferentes cada semana».

Aunque para Zacharias «la música pura es la de más altura, por encima de las bandas sonoras de escenario», cada año acepta la «prueba de dirigir una ópera». «Diría que me gustan diez o quince óperas, y con ellas creo que puedo hacer algo. La próxima será 'Las bodas de Fígaro'». El pianista ha colaborado en varios documentales sobre Scarlatti y Schumann con la televisión suiza. Un museo de Lausana celebra los 60 años del músico exponiendo su colección privada de pintura que comenzó a los 20 años y va de Paul Klee a Antoni Tapies. «En la música mi siglo es el XIX, en pintura, el XX».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elnortedecastilla «La lección de las orquestas es que la perfección no existe»

«La lección de las orquestas es que la perfección no existe»
logo

Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.

Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.

logo

¡Bienvenido a ELNORTEDECASTILLA!

logo

Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en ELNORTEDECASTILLA.

Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso

logo

¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!

La compra se ha asociado al siguiente email