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SEGISAMA. Julio Sadornil, en la tienda que da acceso a la fábrica. / ARGI
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Nace el quesoturismo

La elaboradora de los hermanos Sadornil Castrillo estrena centro de interpretación y complementa la oferta turística de Sasamón, en el páramo burgalés

J. P. A.

Viernes, 26 de marzo 2010, 01:50

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A treinta kilómetros de la ciudad de Burgos, en medio del infinito páramo burgalés y a un tiro de piedra del Camino de Santiago, resiste a la despoblación el pueblo que los celtas llamaron Segisama. Conocido por la 'catedral' de Santa María la Real, la Cruz del Humilladero y la casa museo del genial escultor Salaguti, Sasamón es también un nombre ligado al queso gracias a la labor desarrollada desde hace un cuarto de siglo por la familia Sadornil Castrillo.

La presencia de la marca Queso de Sasamón en mercados de toda España, incluidas tiendas propias en Burgos, Vitoria y Madrid, ha llevado a que muchos consumidores la identifiquen como si de una figura de calidad se tratara. De hecho, a un producto de alta calidad se une una actividad empresarial que no se detiene ni en fin de semana -la tienda que da paso a la fábrica abre sus puertas los sábados y domingos por la mañana- y que genera nuevos proyectos de forma continua. Los últimos, la tienda 'on line' y el oficioso Centro de Interpretación del Queso de Sasamón, situado junto a la fábrica. Con forma de castillo, alberga un salón de actos donde se proyecta a los visitantes un vídeo sobre la historia de la empresa y la forma de elaboración. Además, muy pronto será completado con paneles explicativos, con lo que el centro y la fábrica cumplirán el objetivo de formar «un recurso turístico más de Sasamón», del mismo modo que los restos romanos o la portada de la antigua iglesia de San Miguel de Mazarreros, que se erige solitaria junto a una finca agrícola.

El objetivo de Julio, Jesús y Pilar, los tres hermanos Sadornil -de un total de seis- que trabajan en la quesería, es contribuir a la cultura del lácteo y dar aún mayor prestigio al Queso de Sasamón, que elaboran con leche cruda o pasteurizada de oveja y vaca. Eso sí, las grandes estrellas son el Peña Amaya -con leche cruda de oveja- y el mítico Don Pepito, curado durante un año al estilo de los romanos: en vasijas de barro, donde al queso le brota una verde capa del 'penicillium roqueforti', hongo responsable de algunos de los grandes quesos azules de España y Europa. Un queso que es un guiño a la Segisama de hace 2.000 años.

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