Marian Palma, directora de Titirimundi, muestra la pizarra con las actuaciones previstas. Antonio de Torre

Marian Palma, directora de Titirimundi

Miriam Palma | Directora del Festival Internacional de Títeres
«Titirimundi no es un gasto, sino una inversión para Segovia»

«Todo sube muchísimo y las ayudas institucionales permanecen estancadas. Necesitamos más apoyo», reclama la responsable del evento

Carlos Álvaro

Segovia

Domingo, 11 de mayo 2025, 09:49

El Festival Internacional de Títeres de Segovia (Titirimundi), que tendrá lugar del 13 al 18 de mayo, se prepara para una nueva edición cargada de ... ilusión y propuestas innovadoras. En esta entrevista, Marian Palma comparte las claves de la programación de este año, las singularidades que la definen y los retos económicos y artísticos a los que se enfrenta el festival, que en 2026 celebrará su cuadragésima edición. Con un legado que sigue vivo desde su fundación, en 1985, Palma, que asumió la dirección en 2017, tras el fallecimiento de Julio Michel, reflexiona sobre la emoción como motor del festival y su compromiso con el público segoviano y de otros lugares.

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—Una nueva edición, con ilusiones renovadas y expectativas, claro.

—La ilusión siempre está ahí. Cada edición trae una novedad, una propuesta totalmente diferente, artistas y espectáculos distintos, aunque intentamos mantener los tradicionales. Trabajamos todo el año y viajamos a otros países en busca de esos espectáculos diferenciales. Los ves y dices: «Esto puede ser para este lugar» o «vamos a intentarlo en este otro...». Conoces bien lo que quiere tu público, las posibilidades que tiene cada compañía y la necesidad de mostrar esos tesoros, esos espectáculos que siguen sorprendiendo. El público de Segovia conoce mucho, ha visto mucho y entiende.

—¿Cuáles son las singularidades de la programación de este año?

—Tenemos presencia de varias compañías iberoamericanas y, por supuesto, europeas. Con vistas al cuadragésimo aniversario, que celebraremos el próximo año, hemos planteado espectáculos de recuerdo, íntimos, en espacios reducidos, porque el continente también es importante, además del contenido. Estos escenarios, como furgonetas, caravanas o un camión, son lugares singulares, no convencionales, que aportan un plus a las propuestas. Buscamos espectáculos más íntimos para tener una relación más estrecha con el artista y el público. Ver un espectáculo es un ritual: todos juntos recibimos el mismo mensaje, pero cada uno lo percibe de manera diferente, según su recorrido y experiencias. Una carcajada conduce a otra. La risa y el llanto también se contagian.

«Cada edición trae una novedad, una propuesta totalmente diferente, aunque intentamos mantener los tradicionales»

Miriam Palma

Directora del Festiva Titirimundi

—¿Cómo influye todo esto que cuenta a la hora de hacer una programación? ¿Condiciona los criterios de selección de las compañías?

—Lo principal es que los espectáculos emocionen, que transmitan emociones, ya sea risa, llanto, un recuerdo de los abuelos, de la infancia o de cualquier situación vivida. Que los espectáculo pongan la carne de gallina, que emocionen, es fundamental para nosotros.

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—¿Es difícil equilibrar la programación?

—Digamos que no es fácil. Titirimundi tiene un público de todas las edades y culturas. Durante la semana se juntan en Segovia programadores y artistas de muchos países, y esa diversidad es la que debemos plasmar en la programación. Como digo, lo más importante es que esos espectáculos transmitan emoción. Personalmente, es lo que he aprendido aquí, lo que he vivido y lo que me ha despertado la ilusión por seguir en esa línea. Cuando Titirimundi empezó, yo tenía once añitos. Salíamos del cole y nos encontrábamos con espectáculos que llamaban nuestra atención, que alimentaban nuestra curiosidad. Algunos me impresionaban profundamente, no necesariamente porque me hicieran reír o llorar, sino por cosas que me llegaban, que me impactaban. Eso es lo que me encantaría que siguiera sucediendo.

Un coste de 330.000 euros

—Hablemos de asuntos más prosaicos...

—(Ríe) Adelante.

—La financiación. ¿Cuáles son las principales fuentes de financiación de Titirimundi y qué porcentaje aporta cada una?

—Las ayudas públicas proceden, en primer lugar, del Ayuntamiento de Segovia, que aporta 100.000 euros (este año aún no está firmado el convenio, pero tenemos confirmación de que se mantendrá, aunque los presupuestos municipales han llegado tarde). La Junta de Castilla y León, a través de la Fundación Siglo, aporta 65.000 euros en concepto de patrocinio. La aportación del INAEM, por su parte, suele estar en torno a los 30.000 euros, pero la resolución de este año aún no ha salido, probablemente lo haga en julio. E Iberescena aporta 11.750 euros. Esta sería la parte pública, que engloba unas dos terceras partes del presupuesto. El resto viene de la venta de entradas, que es fundamental, aunque varía según el año. También tenemos colaboraciones de CaixaBank (2.500 euros), Caja Rural (2.500 euros), Coca-Cola (3.000 euros), Restaurante José María (500 euros) y otras aportaciones menores, que siempre son bienvenidas.

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—¿Cuál es el presupuesto?

—Controlamos más el coste del festival que el presupuesto disponible, que sabremos más adelante. El coste ronda los 330.000 euros.

—¿Considera que estos fondos son suficientes para mantener la calidad y la dimensión del festival, sobre todo con vistas al futuro?

—No. Así de claro. Todo sube muchísimo y las ayudas institucionales permanecen estancadas. Hace años, la aportación de la Junta de Castilla y León se redujo considerablemente y, aunque ha vuelto a subir, no hemos alcanzado la cantidad anterior. El alojamiento, las comidas, los viajes..., todo se encarece. El año de la subida de los carburantes fue una locura: los costes se duplicaron o triplicaron. Necesitamos más apoyos, sin duda.

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«El retorno económico para la ciudad del festival es cuatro o cinco veces mayor»

Miriam Palma

Directora del Festiva Titirimundi

—¿Está garantizada la viabilidad económica de Titirimundi a medio y largo plazo o existen riesgos?

—Siempre hay riesgos. Hay buena actitud, buenas palabras, pero hasta que no dispones de un papel firmado, careces de seguridad.

—¿Ha recibido Titirimundi propuestas de otras ciudades o comunidades para trasladar el festival?

—Se ha hablado mucho de esto. Sí hemos hecho programaciones paralelas en otros lugares, pero nunca un Titirimundi como el que acoge Segovia, donde están todas las compañías, la organización, los voluntarios, el ambiente y el público. Lo que hemos hecho es distribuir espectáculos por otras poblaciones, sobre todo internacionales, pero eso es una programación, no el festival en sí. Propuestas para trasladar festival sí hemos tenido, pero solo ideas.

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—Ha dicho que tienen pendiente la renovación del convenio con el Ayuntamiento. ¿Mejor esto que entrar en concurrencia competitiva?

—El año pasado firmamos el convenio y este año también. Desconozco qué pasará en futuras ediciones, ya lo hablaremos. Ir a concurrencia competitiva supone desconocer las cantidades con antelación suficiente y estar en vilo. ¿Cómo organizas una programación o te comprometes con las compañías sin saber con cuánto dinero vas a disponer, teniendo en cuenta todos los costes, las gestiones diplomáticas, los visados, que requiere ese compromiso? Tu palabra va por delante, y sin seguridad económica no tienes margen de maniobra. Si entráramos en concurrencia competitiva, nuestra situación se vería muy comprometida. Para los artistas, Titirimundi es el no va más: la calidad del público, el ambiente, todo. Se sorprendieron mucho cuando supieron que la Junta nos había reducido las ayudas, no entendían que no se nos apoyara más en nuestra propia casa.

«Si entráramos en concurrencia competitiva, nuestra situación se vería muy comprometida»

Miriam Palma

Directora del Festiva Titirimundi

—¿Está cuantificado el impacto económico que Titirimundi tiene en la ciudad?

—Se hizo un estudio hace tiempo que habría que actualizar. Demostraba que Titirimundi no es un gasto, sino una inversión, porque el retorno para la ciudad es cuatro o cinco veces más. Con el festival la economía se mueve: Segovia se llena, los alojamientos también, la gente viene en tren, come, compra cosas, visita el Alcázar, consume... Algunos hosteleros dicen que llenan igual con Titirimundi que sin él, pero otros reconocen que quintuplican las mesas. La cuestión económica siempre es compleja, pero el retorno resulta bastante evidente.

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—¿Les ayudan las instituciones públicas en la promoción?

—Algunas incluyen la programación en sus canales, pero normalmente lo movemos nosotros. También tengo que decir que el Ayuntamiento, la Diputación y la Junta colaboran, además de económicamente, con infraestructuras, personal o cesión de espacios. Esto es muy importante, sobre todo cuando hay entidades que empiezab a cobrar por la cesión de sus espacios.

«¿Y Julio qué diría?»

—¿Cómo recuerda a Julio Michel, fundador y alma de Titirimundi, y de qué manera su legado sigue presente en el festival?

—Le tenemos muy presente. Casi todos los que trabajamos aquí colaboramos con él y tenemos muy clara su idea, su planteamiento, su filosofía, su misión. Yo empecé con él a los veintiséis años, y fuimos muchos, incluso más jóvenes, los que conocimos de cerca y compartimos esa visión. En las reuniones, decimos: «¿Y Julio, qué diría?». Al constituirnos como fundación, el patronato vela por el mantenimiento de esa misión, que es el motor de Titirimundi: llevar las artes a todos los rincones, edades y culturas. Parece sencillo, pero es muy profundo.

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—¿Qué espera del futuro de Titirimundi, tanto en términos artísticos como en su relación con Segovia y los segovianos?

—Que se mantenga, que siga celebrándose. El próximo año conmemoraremos las cuarenta ediciones, y ojalá lleguemos a las cincuenta. Queremos que la de Titirimundi siga siendo una semana de fiesta cada primavera, aunque siempre tengamos que estar pendientes del tiempo (ríe). Buscamos nuevas alianzas, colaboraciones, proyectos... Debemos atraer al público joven, tan metido en las pantallas, hacia las artes vivas. La realidad, la vida, la verdad están aquí, no en una pantalla. Es un reto.

—¿Qué mensaje transmitiría?

—Que lo disfruten, que lloren, que rían, que corran de un espacio a otro.

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