Claudia Corral, la atleta de los circuitos difíciles
La segoviana, campeona de España sub-23 en el cross de Getafe, confirma su versatilidad en la pista o en la montaña, donde defiende título regional
Claudia Corral descubrió en 2021 un mundo en el circuito «cañero» del cross de Getafe: subidas, bajadas o troncos que saltar. Una rareza en una disciplina que complica a los atletas con el barro, pero poco más. Así es como una pistera rápida acabó en la montaña. Tras apenas dos temporadas fue la más rápida del campeonato de Castilla y León de Kilómetro Vertical en Peñalara en septiembre y cerró el círculo proclamándose campeona de España sub-23 el 28 de enero en Getafe, un golpe sobre la mesa. La almeriense que llegó a Segovia por casualidad y que encontró en el atletismo un resguardo frente al acoso escolar es una promesa multidisciplinar de 21 años. La reina de las montañas fáciles, en las que puede correr, y de los llanos difíciles, donde puede saltar.
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Fue su madre, que hacía carreras de orientación, quien le marcó el camino. «Era más por correr, pero estar entretenida buscando cosas en el mapa me parecía divertido». Pese a criar a cuatro hijos, corrió el año pasado los 101 kilómetros de Ronda y comparte club de montaña con su hija. Se llevó a Claudia a Segovia con ocho años cuando ascendió en la carrera militar. Cambió la orientación por el deporte escolar, donde sufrió bullying.
La respuesta materna fue llevarla al Sporting Segovia, un club que sirvió de terapia. «En el colegio siempre estaba con la misma gente y se metían conmigo. Un día se pasaron, llegué llorando a mi madre y dije que no me gustaba el atletismo, que no quería volver. Así que me sacó de ahí y me apuntó al club. He conocido a gente increíble, tengo a varias compañeras que son una pasada». La decisión que salvó una carrera y creó una adolescencia feliz. Claudia no quería dar problemas a su madre, que acaba de tener a su cuarto hijo. «Empezaban con palabras más sutiles, luego te insultaban, te dejaban de lado, bromas pesadas...»
Vio en el deporte un desahogo. «Si estoy triste, corro; si estoy agobiada, corro; si estoy feliz, corro. Al final me viene bien para todo». Lo dice con una enorme sonrisa, su distintivo en las competiciones, así la recuerdan sus rivales. Quizás por eso alimenta una carrera deportiva mientras estudia medicina. Descansa un día a la semana –habitualmente los viernes– y su despertador suena a las 5:40 horas en Brieva para coger el tren de las 7:00 y llegar a clase a las 8:00. Hasta las 13:00. Se queda a estudiar en la biblioteca mientras espera al tren de las 15:40 para llegar a casa a las cinco menos cuarto y comer. Su cuerpo está enseñado a digestiones rápidas, pues a las 18:00 está corriendo por las pistas. «Alguna vez que han tocado lentejas he ido con la comida aquí». Espera a su hermana, que acaba de entrenar a las 21:30, estudiando en la biblioteca. Llega a las diez, cena y se va a dormir. Es el precio de los podios.
«Pasar de un cuarto a un primero es decir, sí, se puede, los sacrificios sirven», subraya esta estudiante de Medicina
Aquel circuito de Getafe llevó a las cuestas a una atleta clásica. «Siempre había sido de pista y, como muchísimo, cross para la pretemporada. Pero mis entrenadores me dijeron que a ver si lo mío iba a ser el trail». Otro entorno sano, como las concentraciones con el Centro de Tecnificación de la Federación de Deportes de Montaña de Castilla y León. «Si encuentras a gente abierta y maja, te atrae más. En pista la gente es más seria». Lo dice alguien muy exigente consiga misma. «Y muy picada. A mí me adelantan y digo, no».
En su primer kilómetro vertical, el de Peñalara –vence 1.150 metros de desnivel positivo en poco más de siete kilómetros– fue tercera. Al año siguiente le «engañaron» para el Campeonato de España de Las Hurdes, con el mismo desnivel en la mitad de distancia. «¡Esto que es! ¡Me muero!» Un día con 26 casos de hipotermia y fue cuarta promesa. En octubre fue segunda de Castilla y León en El Bierzo detrás de Verónica Sánchez, internacional con la selección. Dos mujeres que nacieron el mismo día –el 8 de agosto– separadas por 27 años. «Ese año me piqué con ella, pensaba que la iba a aguantar y sufrí muchísimo».
Llegó con ocho años desde Almería y encontró en el Sporting Segovia un entorno que le permitió salir del acoso escolar
Doce meses después, repitieron cita en Peñalara. «Sabía que me rentaba porque es más corrible». Empezó prudente, por detrás. «Era verla de lejos y que no me fuera sacando más». La cazó en el avituallamiento, relevándola del trono. «Es que Verónica tiene nivel… Ya que la he adelantado, habrá que mantenerlo, no vale ahora morirse». Paró el crono en 1h05m52s, dos minutos menos, pero la normativa le dejó sin el título de campeona absoluta pese a ser la más rápida porque era promesa. «Da un poco de rabia, al final invalidan tu trabajo. En vez de promover que los promesas sigamos haciendo deporte, cada vez lo hacen más complicado. Pasa ahora con las categorías; si no sois no sé cuántos, no te damos nada. Es un error; a lo mejor la próxima vez somos dos chicas en vez de tres. Nos cuesta mucho sacar equipos femeninos».
El 2024 ha cambiado su suerte. «El año pasado me quedé cuarta en muchas cosas». Campeonato de España de pista cubierta, cross por federaciones, en el nacional de 10.000 y en el de 3.000 obstáculos. «Pasar de un cuarto a un primero es decir que sí, se puede. Todos los sacrificios sirven». Dejó el reloj en 38m04s y logró una victoria que le ha abierto puertas como el Europeo de Clubes, ha encontrado manager y rindió homenaje a su tío Rafa, que falleció en la víspera y le dijo un mes antes: «No dejes nunca de hacer algo que te gusta. Disfrutas mucho corriendo». Pensó en no ir, pero se vistió de corto. No le dijo nada a nadie, siempre generosa, como con el acoso escolar. Se sorprendió a si misma con el triunfo. Y sonrió.
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