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Abraham Haim posa en el interior del hotel Rona Dalba antes de impartir su ponencia.

«No se puede entender España sin el triángulo de las tres culturas»

A partir del 1 de octubre los sefardíes que demuestren ser descendientes de los expulsados podrán solicitar la nacionalidad

Jorge Holguera Illera

Viernes, 21 de agosto 2015, 13:00

El 1 de octubre entra en vigor la Ley aprobada por el Gobierno en el pasado mes de junio, que concede la nacionalidad española a los sefardíes originarios de España. La norma posibilitará la adquisición de la nacionalidad española a aquellos sefardíes descendientes de los judíos expulsados de España en el siglo XV, sin necesidad de que renuncien a su nacionalidad y sin exigencia de residencia en España. Pero el proceso no es fácil pues es necesario que los interesados justifiquen la condición de sefardí y su vinculación con España. De ello es conocedor Abraham Haim, un sefardí, nacido en Jerusalén hace 73 años, licenciado en Historia del Oriente Medio y Lengua y Literatura Árabe y doctor en Historia, habla hebreo, inglés, español, árabe y entiende francés. Haim comenzó su toma de contacto con Salamanca hace 36 años como alumno de los cursos de verano de español. Desde 1983 hasta 2012 fue profesor de cursos de verano sobre temas sefardíes en el mismo Colegio de España en Salamanca. En 2012 el alcalde de la ciudad le nombró Huésped Distinguido de Salamanca. El martes Abraham Haim estuvo de nuevo en la ciudad de la cultura para participar como ponente en la Tertulia Rona Dalba para hablar sobre esta nueva medida.

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¿Puede hacernos una breve definición de sefardí?

Es una persona cuyos antepasados vivían en esta tierra, o descendientes de aquellos que vivían aquí y que utilizaban como lengua materna la judeoespañola, o por lo menos la entendían.

¿A qué se debe esta medida?

Fue una iniciativa del Gobierno de España y decía más o menos así, «es un gesto para recompensar a los sefardíes por la propia expulsión y la gran tragedia que se causó». Cuando se cierra un círculo después de más de 500 años, yo creo que el Gobierno ve así una buena oportunidad de proponer la nacionalidad española a los sefardíes que se sientan más españoles. Ya Ángel Pulido al principio del siglo XX en su obra les denominó «españoles sin patria». Ahora serán españoles con una patria más.

¿A qué cree usted que se debe esta medida ahora, en este preciso momento?

Podrían ser unas circunstancias en unas comunidades sefarditas en el mundo, la de Venezuela y la de Turquía, que están en una situación muy delicada y en cierto peligro podrían refugiarse con esta nacionalidad. Pero se amplió a todas las comunidades en el mundo, la raíz fueron estas dos, pero luego ya se amplió a todo el mundo.

¿Cuánta gente cree que se va a poder acoger a esta medida?

Eso no se puede saber, hablaban de millones. Yo no creo, quizá algunos miles, pero como decía un diputado en el congreso, cuando se debatía la ley, hay que ver las sombras, también. Hay que utilizar muchos documentos, exámenes, traducción jurada, notarios, apostilla, un viaje a España y pagar 100 euros de cuota y otros gastos.

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¿En qué países están los sefardíes?

El centro más importante es Israel, antes no era, pero hoy en día es el centro más importante de los sefardíes, aquí en España, en Estados Unidos, en Francia, en Bélgica, en algunas comunidades de Hispanoamérica, en Turquía. Hay muy pocos comparando con la víspera de la Segunda Guerra Mundial. Más del 80% de los sefardíes fueron exterminados durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Cómo valora esta medida?

Lo primero digo, que no hace justicia, es muy positivo, importantísimo, pero no hace justicia con los sefardíes por todo lo que han perdido a lo largo de los siglos. Si me gusta definirlo como un paso más en el proceso del reencuentro de España con los judíos en general y los sefardíes en particular; un reencuentro entre dos pueblos; un reencuentro entre España e Israel. Entonces, en este marco yo pongo este acto igual que ya teníamos varios como el Instituto Cervantes de Tel Aviv o la Red de Juderías de España.

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¿Qué otros pasos quedarían por dar para que se hiciera justicia?

Se ha hecho bastante, bueno podría ser la visita de los reyes actuales que no han estado todavía, porque sus padres sí estuvieron. Hicieron una visita en noviembre de 1993, entonces yo fui uno de sus guías en Jerusalén, en la parte vieja.

¿Por qué se toma esta medida tantos años después y no antes?

Antes existía una ley que prohibía la doble nacionalidad. Tenían que renunciar a la israelí si querían la española y ahora no. Ahora la ley permite tener dos nacionalidades o más.

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¿Cree usted que después de tantas generaciones es fácil que todos los sefardíes que han tenido antepasados que fueron expulsados tendrán noción de ello?

Depende del interés, se puede saber el linaje, pero no es suficiente, tienen que probar un concepto de sabiduría de la lengua, incluso del sefardí, del español moderno y temas de cultura española y de la Constitución,.. Hay que hacer exámenes.

¿Cuál es la presencia de judíos?

En España hay alrededor de 40.000.

¿Son muchos?

Mucho no es, recuerdo que cuando yo llegué, en la década de los 70 se hablaba de entre 12.000 y 15.000, y la mayor parte en dos ciudades, en Madrid y Barcelona, 4.000 en cada una. Pero hoy la situación ha cambiado, los judíos están dispersos. Hay judíos en las Baleares, en las Canarias, en otros rincones como Oviedo, Valencia, Sevilla o Marbella.

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¿Aquí en Salamanca?

Comunidad no existe, quizá alguno individual sí.

Volviendo un poco a su especialidad, la historia, ¿qué hemos perdido con aquella expulsión de los judíos?

España ha perdido mucho, igual que ha perdido con la expulsión de los moriscos. Se ha perdido por el desempeño que tenían los judíos en la cultura y su contribución a la cultura de la humanidad, es decir, no solamente se contribuía a favor del judaísmo propio, sino también a favor de la humanidad entera y eso es un punto importante.

¿Qué gana España con esta apertura?

España es un estado moderno, democrático, de una economía que atrae gente e inversores. Tenemos en la cultura mucho en común, intercambios entre universidades, periodistas, empresarios, turismo. Todas las cartas son positivas en ese sentido, sin olvidar el pasado, pero mirando hacia el futuro.

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Usted que es historiador, sabrá bien del pasado judío salmantino.

En Salamanca existía una comunidad judía, el barrio judío se encontraba por la calle Libreros, calle Horno, Veracruz, toda esta parte bajando. Dicen que la sinagoga era donde hoy está la facultad de Matemáticas. Uno de los dirigentes fue un astrónomo, un catedrático del siglo XV, que se llama Abraham Zacut. La biblioteca de Ciencias lleva su nombre.

Dice la cultura tradicional salmantina que hay judíos que aun guardan la llave de la que fuera su casa antes de ser expulsados.

Alguién me dijo hace poco que si recibió una llave, pero en realidad es como una tradición que pasa, pero no creo que una familia tenga su propia llave.

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¿Algo que añadir para cerrar esta entrevista?

La idea principal es que no se puede entender España sin este triángulo de las tres culturas, la cristiana, la musulmana y la judía. Un español cuando da clases de judaísmo, recupera una judería suya, o celebra una fiesta judía, aunque sea como espectáculo, se siente identificado como si fuera su propia cultura.

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