Más que señales
Partidos de extrema derecha se afianzan según los países, pero crecen en votos y odio
Juan Bas
Lunes, 21 de julio 2025, 00:02
Es célebre el poema 'Primero vinieron' del pastor luterano Martin Niemöller, del que hay varias versiones y tiene un origen oral, pero es igual la ... esencia de que los nazis iban a por todos los que no fueran sus seguidores. El propio Niemöller fue confinado en 1937 en Dachau hasta que lo liberaron los aliados en 1945. El poema enumera a los que se van llevando los nazis, de menor a mayor número: primero a los comunistas, luego a socialdemócratas y sindicalistas, después a los judíos. Pero quien lo narra no se siente amenazado y se calla porque no forma parte de ninguno de esos grupos. Al final, dice que cuando vinieron a por él, no quedaba nadie para protestar.
No sé si ya en 1933, cuando Hitler fue nombrado canciller, hubo consciencia de que la serpiente había puesto su huevo de la barbarie y que se cernía una amenaza real sobre el mundo, o si sucedió después. ¿Es exagerada la consideración comparativa de que en el presente hay más que señales de que se ha emprendido el tortuoso camino, con alarmantes semejanzas, en la adición de la triada que forman Putin, Netanyahu y Trump?
Cuando Estados Unidos decidió que tenía la obligación de ir a Europa y derrotar a Hitler, el presidente era Franklin Delano Roosevelt. Ahora, Trump se salta la ley y utiliza métodos de detención y encarcelamiento arbitrarios en condiciones que solo se diferencian de los campos de concentración nazis en que todavía no hay cámaras de gas. En Israel, Netanyahu sí ha optado sin tapujos por el genocidio y asesina a diario a la población de Gaza (que este criminal proponga a Trump para el Nobel de la Paz es una bufonada siniestra). Putin con la invasión de Ucrania es el que más se acerca por ahora a lo que fue la de Polonia.
En Europa, partidos de extrema derecha se afianzan más o menos según los países, pero crecen en votos y odio. En Italia, si Bertolucci y Pasolini levantaran la cabeza, se volverían a la tumba al ver que gobierna una admiradora confesa de Mussolini. En España tenemos a Vox, del que alguna persona inteligente y culta me ha dicho que no le resulta amenazador y que es maximalismo calificarlo de fascista. Otro intelectual me dijo (bien es verdad que hace meses) que técnicamente no se podía llamar a lo de Gaza genocidio. Me irritó que se demorara en esa semántica.
También, como Niemöller, fue consciente de la monstruosidad del nazismo desde sus balbuceos Bertolt Brecht. Su poema 'Canción de una madre alemana' se refiere a la tragedia ya desencadenada y comienza: «Camisa parda y botas altas, / hijo mío, te regalé. / Mejor habría sido ahorcarme / de haber sabido lo que sé».
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