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RICARDO HERRERAS
Miércoles, 20 de agosto 2008, 10:35
Ya ha comenzado a andar. Algo muy importante en cualquier periodo de recuperación de un torero. Es el inicio de la rehabilitación y el objetivo del mismo es terminar de expulsar el drenaje y ganar movilidad en la zona dañada.
El tópico es decir que los matadores de toros están hechos de otra pasta, por aquello de recibir una cornada de 16 centímetros y pensar en torear a los diez días, pero a veces los tópicos no son realidad al 100%. Detrás de esa sentencia está un invierno de gran preparación física y, sobre todo, las ganas de un torero que ha trabajado mucho por empezar a «estar ahí» y que quiere perderse los mínimos festejos de lo que resta de temporada.
Ya ha tenido que prescindir de uno de esos que tenía marcado en el calendario, Las Ventas, y quiere llegar a tope a otro de esos días importantes, será el 10 de septiembre, en una de las corridas más fuertes y atractivas de la Feria de la Virgen de San Lorenzo en Valladolid, junto a Enrique Ponce y Morante de la Puebla, en un encierro de la ganadería gaditana de La Palmosilla.
-¿Cuáles son sus sensaciones tras la cogida?
-La verdad es que dentro de la gravedad de la misma, las sensaciones son muy buenas. He notado una mejoría considerable en estos días. Siento la pierna y la zona dañada mucho más fuerte que los primeros días.
-¿Qué es lo que tiene que hacer ahora?
-Moverme y caminar. La herida tiene que expulsar todo el drenaje para que el proceso de recuperación siga su curso.
-Muchos toreros dicen que las cogidas son consecuencia de un despiste, ¿comparte esa afirmación en la que sufrió el pasado jueves?
-No. Mi cogida fue fruto de entrar a matar con pureza, verdad y honradez. Me lancé con todo y el toro, que estaba a la espera y era malo, me pegó el pitonazo muy seco. Me tenía que echar encima de él, porque no me había ayudado en toda la lidia y sabía que, si no le pasaportaba rápido, me iba a causar muchos problemas después. Por eso fui tan decidido a por el animal.
-El mayor disgusto, una vez que la cornada no ha ido a más, ¿ha sido perderse la corrida en la que estaba anunciado en Las Ventas?
-Sin duda. El día de la corrida fue muy duro pensar que yo tenía que haber estado allí. Miraba el reloj y pensaba en el paseíllo, en que era mi momento, pero bueno, ya habrá más oportunidades, que seguro, no voy a desaprovechar.
-Es la primera cornada como matador de toros.
-Sí, y la cuarta desde que empecé en este mundo.
-¿La más dolorosa?
-Sí, junto con la primera, que fue con 15 ó 16 años en Mojados. Era novillero sin caballos y me cogió por el abdomen, también de dos trayectorias y muy cercana a ésta.
-La vuelta a los ruedos, ¿para cuándo?
-Mi idea es hacer el paseíllo el domingo en San Sebastián de los Reyes, pero los médicos no están muy por la labor de dejarme porque la cornada ha sido considerable. Depende de cómo evolucione en esta semana.
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