Árboles para Navidad

En el extremo norte de la provincia de Burgos, a un paso de Quintanilla del Rebollar y muy cerca de Espinosa de los Monteros, se dibuja una suculenta senda señalizada, un ameno regateo entre gigantes que se presenta como una de las más deliciosas lecciones botánicas que uno puede regalarse por Navidad.

El camino, que viene a dar para una hora de paseata estimulante, mejor en compañía de niños, recorre el interior de un antiguo vivero forestal devenido en arboreto y catálogo de especies para quien sienta la curiosidad de estudiar de cerca las diferencias que van de unas especies forestales a otras. El vivero comenzó a funcionar en 1952, en un momento en el que se impulsaban sin remilgos las repoblaciones indiscriminadas de amplias zonas montanas. Por ésta, el norte de las Merindades burgalesas, como por otras muchas, sobre todo las de pino silvestre.

La consecuencia de aquellas reforestaciones, enormes extensiones de pinares extemporáneos, son hoy ampliamente reconocibles en un paseo por cualquiera de las pistas forestales que ascienden hacia la sierras.

Por suerte, no fue esa la única especie en juego y el vivero sirvió también para sacar adelante otras mucho más cercanas al hábitat atlántico. El de Quintanilla es uno de aquellos viveros que se denominaban 'volantes', espacios con infraestructuras sencillas y cercanos a los lugares en los que se realizaban las reforestaciones con el fin de que la aclimatación de las especies fuera la mayor posible.

El periodo de mayor producción del vivero se produjo entre 1952 y 1966, con una media de 250.000 plantas por año. En ese periodo se repoblaron alrededor de unas 2.200 hectáreas de montes, principalmente con pino silvestre y pino negro, aunque también con frondosas como el castaño o el roble albar.

A partir de 1966 la producción fue decayendo a favor de otros viveros más mecanizados hasta que en 1992 quedó transformado en un interesante arboreto con un amplio catálogo de especies cuyo recorrido se convierte una auténtica lección de botánica gracias a los pequeños carteles que permiten identificar cada una de las especies presentes en el recinto. En la actualidad, la producción forestal es cultivada en envases, lo que permite un mayor grado de mecanización y una gran facilidad para el transporte hasta las zonas de plantación.

Ojo Guareña

El paseo da comienzo en la Casa del Monumento Natural de Ojo Guareña, ubicado en las antiguas escuelas de Quintanilla del Rebollar, un magnífico palacete de estilo montañés que hoy acoge el centro de interpretación de este singular y valioso espacio natural burgalés. Es también una buena oportunidad para profundizar en su conocimiento. El complejo de Ojo Guareña está formado por la mayor red de galerías subterráneas de España y es, en su conjunto, uno de los más importantes de Europa.

La senda hacia el arboreto parte del aparcamiento, junto al monumento que rinde homenaje a un viejo roble muerto, realizado por Ursicinio Martínez. Tras pasar junto a un depósito de agua, la senda deja a un costado uno de los pinares de repoblación, típicos de la zona, para alcanzar el puente de piedra que salva el ferrocarril minero León-Bilbao.

Pocos metros después se franquea un paso canadiense. Tras un corto tramo en pendiente, el paseo deja la pista forestal para, a la altura de dos tenadas, correr en paralelo a la vía. No tarda en alcanzar una enorme pasarela de madera mediante la que se volverá a salvar la vía. En el inicio de la pasarela se ven las balsas que servían para acumular el agua que, mediante conductos subterráneos, se llevaban por debajo de la vía hasta las zonas de plantación.

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