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Una mujer fotografía el cartel que anuncia la suspensión de la vacunación con AstraZeneca, este miércoles en Valladolid. Foto y Vídeo: Rodrigo Jiménez

84 kilómetros ida y vuelta para no recibir la vacuna: «Es una vergüenza»

Decenas de vallisoletanos citados para inmunizarse ante el coronavirus se enteran a las puertas del Miguel Delibes de la suspensión cautelar del proceso con AstraZeneca en Castilla y León

Eva Esteban

Valladolid

Miércoles, 7 de abril 2021

Tuvo que pedir Idalina Trinidad el «favor» a su yerno de que la llevara este miércoles desde Medina de Rioseco a Valladolid para acudir a la citación masiva para recibir la vacuna de AstraZeneca contra la covid. Con todo lo que eso conlleva. Gastos de desplazamiento, una mañana entera «fuera de casa» y un día de trabajo «perdido», pues «tiene una granja y ha dejado a los animales para traerme». Y todo, para nada. 84 kilómetros ida y vuelta en vano (42 kilómetros separan el municipio terracampino de la ciudad). Porque lo primero que se ha encontrado esta mujer al llegar al Miguel Delibes no han sido las largas colas que jornadas atrás han colmado la explanada que bordea al centro cultural.

Un cartel en la puerta de acceso les anunciaba, 'in situ', que la Junta de Castilla y León había decidido suspender de manera cautelar la inmunización con la farmacéutica británica hasta que se aclare su vinculación con los trombos que se han dado en una pequeña parte de los vacunados. «Vengo, paro mi vida, y me dan con las puertas en las narices; hay televisión y teléfono para avisar y así no venimos», lamentaba esta mujer, al tiempo que criticaba que «cuando es para cobrar, bien listos que están» y reconocía que, si vuelven a citarla, acudirá porque «es buena para todos, pero que vayan a Rioseco o no la suspendan».

En una situación similar se encontraba Manuel González, transportista. También se ha desplazado desde Medina de Rioseco, y en su caso tuvo que pedir el día libre en la empresa para la que trabaja para recibir la primera dosis. Visiblemente indignado, consideraba que el proceso había sido «un caos». «Qué desastre, tenían que haber informado antes. He pedido el día, llego aquí y me encuentro con esto, a ver qué le digo ahora a mi empresa», lamentaba este riosecano, que también anticipaba que «ya no tenía muchas cosas para vacunarme, pero ahora creo que con todo esto ya no me vacuno». «Con tanta suspensión lo único que hacen es generar desconfianza a la ciudadanía», sentenciaba.

El goteo de vallisoletanos nacidos en 1956 -la Junta les convocó hasta este jueves para una inmunización masiva que esta misma tarde arrancaría con los del 57- ha sido constante durante toda la mañana. Algunos, como Carlos Martín, se enteraron en carretera, escuchando la radio, de la decisión del Ejecutivo autonómico. Pero decidió continuar para comprobarlo. Había cogido el coche a primera hora de la mañana en su Castromonte natal (a 35 kilómetros del a capital) para vacunarse. «Igual que nos avisaron con un cartel para venir, podían haber hecho lo mismo para que no viniéramos. Esto va a ser como el pastorcillo mentiroso, que cuando nos lo manden, no vamos a querer venir», incidía. «Es un peligro venir con un coche ligero como el mío por la carretera; no tenía nada que hacer, pero es molesto venir para nada», añadía.

«Hay que confiar en la ciencia»

Ellos, como muchos otros, se desplazaron desde municipios de la provincia. Pero también había quienes acudieron desde «la otra punta de la ciudad para nada». Ha sido el caso de Carmen Barbero, vecina de Las Delicias. Había ido al Miguel Delibes bien aprovisionada, «preparada con paracetamol y las últimas voluntades». En su caso, su hermana le avisó a través del grupo de WhatsApp familiar. Pero decidió asistir «para ver qué pasaba». Pese a todo, avanzaba que cuando vuelvan a llamarla, acudirá. «Estoy convencida de que es una guerra fría entre farmacéuticas. No me da confianza ni esta vacuna ni otra, pero a algo tendremos que agarrarnos porque no podemos estar así mucho tiempo», subrayaba, mientras indicaba que «hay que intentar confiar en la ciencia y ponérselo».

«Muy molestos» estaban Mari Ángeles Serradilla y Carlos Prieto. Tenían cita de nueve a once, y fueron con antelación esperando toparse con una larga espera para recibir el tan deseado 'pinchazo'. «Es una verdadera vergüenza que nos hagan perder el tiempo para esto; no estamos para que jueguen con nosotros», decía ella. «Están creando esperanzas, es una burda mentira. Vas a un sitio, confías en ellos una vez y te dan en las narices; vuelves a confiar y te la vuelven a dar, llega un momento que demasiado poco pasa», aseveraba él.

Ahora, prevalece la incertidumbre entre los que esta misma semana estarían más cerca de la inmunización. Aquellos que este miércoles por la mañana han ido al centro cultural solo confiaban en que no vuelva a ocurrir algo similar. Que las autoridades competentes sean «claras», como coincidían. «Que no nos hagan venir para nada, que todos tenemos una vida y unas responsabilidades», concluían.

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