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Mujeres votando en las elecciones de 1933.

1933: el centro derecha gana para «rectificar» la República

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Las elecciones generales de 1933 vinieron marcadas por el voto femenino y el triunfo en Valladolid del candidato 'agrario', el ex director de El Norte de Castilla Antonio Royo Villanova

Martes, 1 de diciembre 2020, 08:06

España carece de matices. Todo lo intermedio parece destruido». Con esta catastrófica sentencia resumía El Norte de Castilla la primera vuelta de las elecciones generales de noviembre de 1933, que darían el triunfo al centro derecha y supondrían, de hecho, la rectificación de algunas decisiones del primer bienio republicano.

Fue aquella una campaña electoral tan intensa y apasionada como pacífica. La gran novedad era en la participación de las mujeres, muy poco deseada por la izquierda al entender que su voto estaba dirigido por el confesor o, lo que es lo mismo, por las fuerzas políticas de derecha.

Y es que el llamado Frente Antimarxista, aglutinador de la derecha política, insistía en la reforma de la Constitución y el programa agrario del primer bienio republicano, así como en la decisión de erradicar las medidas de corte laicista y anticlerical; de igual manera, reclamaba una amplia amnistía para las personas comprometidas en el levantamiento militar de agosto de 1932.

Indalecio Prieto en el mitin del PSOE en la plaza de toros de la ciudad el 26 de octubre de 1933. Archivo Municipal de Valladolid

Más desunidas se presentaban las izquierdas, con un PSOE lanzado a la revolución y decidido a no pactar con los republicanos progresistas; los anarquistas pedían la abstención, y los comunistas reproducían la consigna de la Internacional soviética de combatir el fascismo. La Falange de José Antonio Primo de Rivera, recién fundida con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, proclamaba la necesidad de un Estado totalitario, y los republicanos de centro depositaban su esperanza en el Partido Radical de Alejandro Lerroux.

Este último y la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) fueron los grandes triunfadores: los radicales de Lerroux con 102 diputados y los derechistas de la CEDA con 115. Los socialistas experimentaron una seria reducción de escaños, Acción Republicana se quedó con 5 y los republicanos en una posición marginal.

El triunfo de la CEDA no solo acrecentó las ansias de su líder, José María Gil-Robles, de entrar en el Ejecutivo, sino que alentó las amenazas revolucionarias de los socialistas si se llevaba a efecto. Para Mariano Martín Fernández, redactor de El Norte de Castilla, el voto femenino había sido determinante: «La mujer ha votado con decisión insuperable, como intentando resarcirse de los sufrimientos de dos años y medio de amargura. Su voto ha logrado para las derechas un inesperado triunfo en muchas provincias españolas».

Al decano de la prensa le preocupaba, no obstante, el callejón sin salida a que se veían abocados los republicanos de centro, con un Partido Socialista decidido a no apoyar más a los republicanos de izquierda y una «extrema derecha asfixiando» a los de centro derecha. El culpable de esta polarización política no era otro, según El Norte, que Manuel Azaña:

«La responsabilidad del señor Azaña queda gravemente al descubierto al ver cómo ha deshecho este frente de opinión en dos años de gobierno. (…) No ha dejado piedra sobre piedra (…), ha cerrado al régimen todas las posibilidades (…), es el más frívolo destructor de todas las fuerzas nacionales».

Para el diario que dirigía Francisco de Cossío, la clave de tamaño resultado electoral residía en la política religiosa del primer bienio: «La causa más disolvente de la política republicana ha sido la cuestión religiosa (…). Una mayoría de católicos se ha rebelado contra unas leyes vejatorias y persecutorias».

Alejandro Lerroux después de salir del Palacio Nacional y asumir la Presidencia del Gobierno.

En Valladolid, el triunfo de las fuerzas de derecha otorgó más de 66.800 votos y dos diputados a la CEDA y otros tantos a los candidatos agrarios, mientras que el PSOE hubo de conformarse con 38.413 sufragios y dos escaños. La tranquilidad que reinó en aquella jornada electoral obedecía al «retraimiento» general de los votantes. Martín Fernández insistía en ello desde las páginas del periódico: una vez depositado el voto en la urna, los electores partían raudos a sus casas.

Apenas se registraron incidentes en la provincia, más allá de la rotura de urnas en Cigales y Castronuño. Destacó el activismo propagandista del PSOE, pues desde primera hora se vio a muchachos de las juventudes socialistas repartiendo panfletos y alentando el voto a viva voz. Algo parecido hicieron militantes de Unión Republicana Femenina, partido fundado en 1931 por Clara Campoamor, en un coche con llamativas banderas, y los comunistas en camioneta.

El decano de la prensa destacó la victoria en Valladolid de los candidatos agrarios, liderados por el que fuera director del rotativo, que ya había logrado acta de diputado en junio de 1931: «El agrarismo ha sido el gran remolcador de las derechas españolas, y a la cabeza de este remolcador don Antonio Royo Villanova».

Mujeres a las urnas

La edición de El Norte de Castilla del 21 de noviembre de 1933 destacó el hecho de que «la mujer ha votado con decisión insuperable, como intentando resarcirse de los sufrimientos de dos años y medio de amargura».

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