
ZIGOR ALDAMA
Sábado, 21 de mayo 2011, 02:52
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Es el no va más en la ya de por sí asombrosa lista de escándalos alimentarios chinos: sandías que explotan. No es broma. Ha sucedido esta semana en la provincia de Jiangsu, al oeste de Shanghái, donde un grupo de agricultores ha visto cómo toda su magnífica cosecha de gigantescas sandías, cuyo tamaño y rápido crecimiento se debe al uso del fertilizante -legal- forclorfenurol, reventaba cual campo de minas antipersona durante su recolección.
Al parecer, el exceso de esa sustancia, combinada con el calcio que también utilizaban para acortar el tiempo de 'engorde' de estos frutos, ha provocado el estallido en cadena de las sandías. Según los medios de comunicación chinos, en la localidad de Dalu ha volado por los aires casi el 70% de las sandías, y 46 hectáreas dedicadas a esta fruta han perdido toda la cosecha.
Aunque este caso ha llamado la atención por lo curioso, lo cierto es que no hay semana en China que no salga a la luz alguna violación de la seguridad alimentaria. Uno de los últimos ha tenido como protagonista el clásico 'mantou', un bollo blanco típico del desayuno chino, que se reciclaba en los supermercados de Shanghái. A los caducados simplemente se les cambiaba el envoltorio y volvían a salir al mercado hasta que se vendían.
Las redes sociales han hecho que muchos otros denuncien desmanes alimentarios por los equivalentes chinos de Twitter y Facebook. Una mujer, por ejemplo, sacó a la luz otro de los casos más interesantes. Aseguraba en su blog que la carne de cerdo que había comprado emitía una luz azulada en la oscuridad. El ciberespacio no tardó en reaccionar, salieron más casos y fotografías, y pronto las autoridades reconocieron que un bacilo había provocado que partidas de esta carne se volvieran fluorescentes.
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El periódico 'Weifang' añadía otras razones menos tranquilizadoras: el pienso del ganado contiene fósforo y metales pesados, así como sales para uso industrial, que algún avispado sin escrúpulos ha llegado a comercializar como sal de mesa. Incluso se han dado casos de carne de cerdo que se comercializaba como de vaca, y que, de hecho, sabía a ternera gracias a un proceso industrial cancerígeno. Según la agencia de noticias Xinhua, se han creado huevos con carbonato cálcico y otros químicos, de forma que casi pueden ser utilizados como pelotas de ping pong después de ser cocinados, y leche en la que no hay ni una sola célula animal, solo agua y aditivos.
La lista de esperpentos parece no tener fin. En Fujian, por ejemplo, se encontraron cangrejos que habían sido alimentados con píldoras anticonceptivas para aumentar su tamaño y potenciar el sabor. Las mujeres que los consuman a menudo podrían quedarse estériles por esta razón. Lo mismo ha sucedido en algunas piscifactorías con varios tipos de peces. Y esta es solo la punta de un iceberg con mucha masa bajo el agua. Afortunadamente, de momento parece que estas chapuzas han quedado en un susto, nada comparable con la leche con melamina que mató a seis bebés y que ha podido causar daños irreversibles en cientos. Dos de sus responsables están condenados a muerte, pero el afán por el dinero rápido y fácil parece acicate suficiente para buscar nuevas vías ilegales. Sin duda, ahora sí que se puede decir que los chinos comen de todo, pero no por voluntad propia, claro.
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