
El muchachito de Valladolid que compartió procesión con Analía Gadé
José Miguel Hernández recuerda cómo se rodó 'Una muchachita de Valladolid' en 1958 con la Cofradía de las Siete Palabras por la Plaza Mayor o la Iglesia de Santiago
Aprovechando que la gala de los Premios Goya 2024 pasa por Valladolid… El cine inmortalizó e internacionalizó la Semana Santa como acontecimiento artístico y ... de religiosidad popular que es con su identidad y originalidad una semana al año donde la ciudad vive por y para sus procesiones. 'Una muchachita de Valladolid' fue la película estrenada en 1958 que retrató en pantalla grande la grandeza de los días de Pasión encumbrando más si cabe los desfiles vallisoletanos con la interacción de dos reconocidos actores de la época: Analía Gadé y Alberto Closas. Dos intérpretes en su máximo esplendor de carrera cinematográfica en aquellos años que dieron vida a Mercedes y Patricio, respectivamente, quienes con una trama mediante la que él busca en ella la posición de un hombre casado para poder escalar puestos en la carrera diplomática. Su galanteo comienza en la Semana Santa de Valladolid y más en concreto en el Sermón de las Siete Palabras. Y ahí estaba José Miguel Hernández de Villar, un quinceañero vallisoletano y hermano de la Cofradía de las Siete Palabras que vivió «con mucha curiosidad y expectación» el Viernes Santo de 1958.
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Fue un 4 de abril cuando Producciones DIA, bajo la dirección del argentino Luis César Amadori, desplegó sus equipos y cámaras en exteriores tan emblemáticos como la Plaza Mayor, la plaza de San Pablo o las calles de Santiago, Héroes del Alcázar de Toledo y María de Molina así como en interiores como la Iglesia de Santiago, el Museo Nacional de Escultura (en la sala de Berruguete, Entierro de Juni o la galería del claustro) o el Hotel Felipe IV. Y entre el equipo, los actores y los numerosos extras fichados para la ocasión, emergía este niño vallisoletano, que en la actualidad cuenta con 86 años, y que recuerda aquella grabación en plena procesión «como un acontecimiento extraordinario caracterizado por el máximo respeto y muchas localizaciones de grabación con mucha discreción».
Rodado en tiempo real
Tanto el desfile entre Santiago y la Plaza Mayor como el propio desarrollo del Sermón de las Siete Palabras, que ese año corrió a cargo de Javier María del Palacio, canónigo de la Catedral de Pamplona, fue rodado y fotografiado en tiempo real, recuerda José Miguel, al contar prácticamente con la misma admiración de entonces cómo circulaba «en medio de la planta de procesión, con la discreción que se podía, un coche modelo Citroën 2CV, descapotado y equipado con una imponente cámara junto a la que ibas varias personas grabando las escenas de la procesión pero en ningún caso sin hacernos variar la marcha ordinaria». «Yo, de cofrade que también fui monaguillo, me acuerdo de las grabaciones con el coche por la calle Santiago» y en cuyo plano principal destacaba la protagonista, Analía Gadé, en el papel de Mercedes, vestida de riguroso luto con traje, peineta y mantilla española.
«Los trabajadores de la compañía respetaron al máximo la realización usual de nuestras procesiones»
«Fue un año muy bonito porque los trabajadores de la compañía cinematográfica respetaron al máximo la realización usual de nuestras procesiones, el sermón y nuestros cultos», explica este vallisoletano, de profesión marino mercante y todavía muy activo en la actividad interna y en las salidas procesionales de la Cofradía de las Siete Palabras de Valladolid, una discreción sobre la que insiste, «porque aquel Viernes Santo estaba todo abarrotado de gente. El Sermón de las Siete Palabras de aquellos años conseguía un lleno absoluto en la Plaza Mayor pero ese año más porque se corrió la voz de la presencia de Analía Gadé y Alberto Closas, los grandes actores de la escena nacional e internacional del momento».
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Sobre los aspectos más técnicos de aquella filmación, indica José Miguel que se grabaron muchas tomas desde los balcones del Hotel Moderno (actual edificio de la Plaza Mayor esquina con Ferrari), en cuyos soportales también pusieron plataformas para rodar de las mismas características que las instaladas en el Hostal Florido, en la actual Doctrinos con María de Molina. Las escenas más impostadas, las rodadas a puerta cerrada, fueron las del interior del templo de Santiago, destacando el montaje en el altar mayor del conocido entonces como Cristo de las Siete Palabras entre los dos ladrones, desde donde entonces se hacía una novena al crucificado: «Se creó un ambiente muy piadoso ante el que rezaba la actriz Analía Gadé en uno de los reclinatorios con los escudos de la cofradía que en la actualidad siguen utilizándose». Es precisamente donde la actriz olvida su rosario y empieza la relación de los dos protagonistas.
Y de detalles en el visionado de 'Una muchachita de Valladolid', precisamente, cabe destacar el cambio urbanístico especialmente de la calle María de Molina, donde también se distingue el rótulo de cines Roxy y Omega-Tremiño en la calle Santiago, ambos recordados por muchos aún en la actualidad. En el aspecto más procesional también llaman la atención unas casi interminables filas de cofrades que alumbraban al imponente grupo popularmente conocido como 'de las tres cruces', con unas faldillas y grecas doradas del paso completamente distintas a las de ahora. Es más, el crucificado del Santísimo Cristo de las Mercedes, que recuperó la nomenclatura de su hechura bastantes años después del rodaje, entonces estaba atribuido al escultor Francisco de la Maza pero las investigaciones posteriores lo identifican con la gubia de Pompeyo Leoni, escultor italiano de la escuela renacentista cortesana del siglo XVI.
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En el interior de Santiago, por su parte, se reconocen los lampararios, altar de insignias o el monumento colocado entonces en la actual capilla del Cristo de las Mercedes. Así, el quinceañero de entonces y muy involucrado antes y después con su cofradía, considera que con esta película se popularizó y divulgó aún más la fama patrimonial y espiritual de la Semana Santa de Valladolid. «Valladolid tiene solera, raza», se enorgullecía el personaje de Mercedes en su última alusión a la capital en esta película que también cobró mucha relevancia porque fue llevada al teatro protagonizada por el mismo Alberto Closas y en esta ocasión con la vallisoletana Conchita Velasco.
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