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El talento de jóvenes estudiantes queda reflejado en los avances sociales. El 'Proyecto visera', una gorra con sensor de ultrasonidos de detección de obstáculos para personas invidentes, se ha alzado como vencedor de la segunda edición de la Olimpiada regional de telecomunicaciones. La idea fue creada y puesta en marcha por un grupo de cinco alumnos de Secundaria del instituto Marqués de Lozoya, en Cuéllar.
Marta García, Adriana García, Luis Herranz, Abel Muñoz y Gabriel Rodríguez han vencido en la fase local, de mejor grupo de la región y, a su vez, la pasada semana defendieron su proyecto ante el jurado nacional, aunque aún se desconocen los resultados de esa etapa. Esta iniciativa proponía el desarrollo de un proyecto que relacionara las telecomunicaciones con los objetivos de la Agenda 2030.
De este modo, tutorizados por el docente de la asignatura de Programación e Informática, Víctor Sanz, el trabajo del equipo del centro cuellarano se impuso a otros, como es el proyecto medidor de temperatura y humedad de estancias con alimentos, para control de propagación de enfermedades; y el proyecto detector de gases, para prevenir muertes por inhalaciones.
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Sanz detalló que la participación en el certamen surgió de manera casual, a través de un correo electrónico en el que la Escuela de Ingenieros de Telecomunicación difundía la iniciativa. «A mí siempre me gusta, en este tipo de asignaturas, apuntarnos a un concurso que te proponga un reto, para que ellos vean que todo lo que vamos haciendo tiene un objetivo».
Los alumnos comenzaron a programar y tuvieron su primer acercamiento a ciertos dispositivos y circuitos eléctricos. La primera fase del proyecto, según explicó el profesor fue investigar para dar con una idea. Así nació el proyecto de visera con sensores de distancia, similares a los que tienen algunos vehículos para aparcar. Por ello, es capaz de percibir que hay un obstáculo a entre uno y dos metros de distancia. Cuando se detecta, se emite una vibración. «El prototipo era ayudar a que las personas con deficiencia visual puedan caminar más tranquilos y seguros por los entornos por los que se mueven», detalló Sanz.
La propuesta «gustó bastante« al jurado, porque pudieron probar y comprobaron que funcionaba. La fase nacional se celebró semanas después de forma telemática. Los alumnos han estado «muy nerviosos con la olimpiada», ya que tenían que exponer el prototipo y realizar la presentación frente a un tribunal formado por profesores de universidad, pero desde el principio han podido afrontar cada uno de los inconvenientes. Desde tener la idea y ser capaces de llevarla a cabo y que funcione. »Es algo que supone mucha satisfacción para ellos», aseguró.
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