rafael de rojas
Domingo, 2 de octubre 2016, 16:53
Un intraemprendedor es una especie de infiltrado en una institución más bien monolítica. Alguien que renueva una empresa a base de herramientas de innovación, filosofía startup o nuevas ideas que cambian lo que siempre se había hecho como siempre. Dicen que los intraemprendedores son los más necesarios, los más capaces de mantener y generar el empleo, los que hacen sobrevivir y crecer a las empresas ya existentes mediante una transfusión de creatividad aplicada.
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En este caso se podría encuadrar a Miguel Gálvez (49 años) y Carmen Muñoz (34 años), segovianos, socios empresariales y pareja. Llevan toda la vida aprendiendo y enseñando música, tanto es así que Carmen fue alumna de Miguel. «Empezamos a trabajar como socios en la Escuela Municipal de San Cristóbal en enero de 2011. Nos ofrecieron la gestión porque iba mal», cuenta Miguel. En julio decidieron transformar de arriba a abajo esa institución y el Centro de Estudios Musicales de Segovia con una nueva metodología. Así nació La Palestra, que se ampliaría poco después con una sede en Palazuelos de Eresma y, este año, con otra en La Lastrilla.
«Cambiamos de forma de trabajo, porque era renovarse o morir. Hasta entonces, impartíamos las materias tradicionales de música de la forma tradicional: solfeo, piano, violín, guitarra, flauta travesera Teníamos mucho alumno del conservatorio con clases de refuerzo relata Miguel. Venimos de la antigua escuela, pero siempre habíamos hablado de cómo nos gustarían otros métodos menos serios, menos acartonados». En palabras de Carmen: «Siempre hemos sido muy activos, siempre hemos querido hacer cosas diferentes y estábamos rodeados de algo demasiado tradicional, que nos aburría. Siempre estábamos buscando cursos y formaciones diferentes para dar un poco de vida a todo esto», cuenta Carmen.
Es entonces cuando encuentran el método Musicaeduca. «Lo primero que nos llama la atención es que está pensado para niños de a partir de 2 años, cosa que en la música tradicional no está prevista, porque los niños pequeños se queman de estudiar tanto. Para que te hagas una idea, en el Conservatorio no empiezan hasta los 8 años y nosotros tenemos dos grupos: de 2 a 5 años y de 5 a 8 años. Musicaeduca es un método bien pensado por pedagogos y musicólogos en el que la meta no son solo las cuestiones musicales, sino desarrollar la concentración, la memoria auditiva, la memoria visual, la sicomotricidad», dice Miguel. «Un niño muy pequeño no puede aprender piano, pero puede jugar con un piano. Y se trata también de favorecer la socialización con unas normas, si ahora toca sentarse, toca sentarse», añade Carmen.
La codirectora de La Palestra explica que «lo que intentamos conseguir es la estimulación a través de la música, el desarrollo auditivo y rítmico mediante canciones y movimiento, de una forma lúdica. Estamos cambiando continuamente de actividad, porque son pequeños y si no se la cambias tú, la cambian ellos. Y, además, queremos que todo esto lo hagan con los padres. La Palestra no es una guardería musical, donde van los niños a jugar y a bailar. Hay una finalidad, que es que desarrollen una serie de cualidades alrededor de la música».
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Pero su método no descarta la enseñanza reglada, sino que va en paralelo y se toca en muchas ocasiones, según explica Miguel. «Si tenemos niños que valen, hablamos con los papás y les recomendamos ir al Conservatorio. Cada año tenemos 12 ó 15 niños que entran. Y no solo en Primero. Tenemos el caso de Enrique Araque, que ha sido el único niño español seleccionado para tocar con el pianista Lang Lang. Mal no lo haremos, a nuestra forma relajada, para que un chico pueda entrar en Quinto y luego llegar hasta ahí. Evidentemente es un niño muy bueno, pero esto demuestra que se puede dar una buena base musical jugando más y siendo menos acartonado», dice.
Una de las actividades con las que subrayan la vocación lúdica de La Palestra es la del coro. «No tenemos un coro tradicional porque queríamos un coro joven, con alegría: un coro de niños contentos», asegura Carmen. «Lo acompañamos con coreografías, les ponemos un disfraz Este año hemos viajado con el coro a Guadalajara y a Alcalá de Henares. Y no salimos más por el jaleo que supone organizar un viaje con tantos niños, pero estamos orgullosísimos», apostilla Miguel.
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Para los niños que empiezan en su escuela, la música es un lenguaje más, uno que pueden aprender a la vez que todo lo demás. «Lo que queremos es que los niños interioricen la música de una manera natural, igual que lo hacen cuando empiezan a hablar, imitando sonidos», explica Carmen. «Es como con la enseñanza de idiomas: sentamos a un niño en un aula a estudiar gramática y vocabulario y luego nos extrañamos de que no tenga ni idea de inglés o de francés. En cambio, mandas a un niño a Francia y lo primero que hace es intentar hablar. Aquí queremos que sea así. Los padres siempre se sorprenden, pero los niños se van el primer día sabiendo dos canciones dice Miguel. Desde el primer momento hacen música. Ya habrá tiempo después para que aprendan qué es un dos por cuatro y qué son las semicorcheas».
Sobre el esnobismo que rodea a la música clásica, Miguel opina que «los estudios musicales han estado limitados a las clases sociales altas y siguen así en parte porque son caros. Con estas nuevas metodologías se está consiguiendo que las clases en vez de ser para uno puedan ser para cinco, así que los gastos se reparten».
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A Miguel los niños (y hasta las madres) le llaman Coco «ven a un tío grande y barbudo, y claro». «Si a mí alguien me dice hace unos años, oye, tienes que dar clases de piano a niños de 5 años, le digo tú estás tonto. Pero alguien me ha cambiado el esquema de cómo enseñar, cómo llegar hasta ellos sin que tengas que conseguir una meta pedagógica, trabajando en la felicidad del niño», asegura Miguel. Al profesor se le nota lo mucho que le ha aportado este cambio de rumbo cuando muestra los vídeos de las actuaciones de su coro, orgulloso como un padre primerizo. «El otro día una chica que estaba trabajando de camarera vino a darme un abrazo con mucha alegría ¿tú eres Coco? y resulta que era una antigua alumna. Solo eso hace que valga la pena», relata.
Los buenos recuerdos son parte de lo que Carmen y Miguel creen que La Palestra aporta a los niños, además de ayudarles a desarrollar un gusto por la música y ofrecerles una cultura musical básica. «El niño que sabe leer una partitura las sabe leer todas, sea clásico o rock», dice Miguel. Carmen resalta que, además, «todo lo que han aprendido les vale para la vida».
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El trabajo y la honestidad, además de rodearte de un buen equipo son las claves de esta pareja a la hora de emprender. «Al emprendedor le recomiendo pies de plomo y escuchar los buenos consejos, porque a veces se ve mejor desde fuera. Sobre todo, no invertir a lo loco. Que haga un buen estudio de su campo porque hoy en día es muy fácil quebrar. Nosotros vamos invirtiendo poco a poco, porque si lo hubiéramos hecho de golpe nos habríamos arruinado», expone Miguel. Carmen, por su parte, localiza en su interior un impulso de «intentar cambiar las cosas para mejorarlas» que está en el ADN del emprendedor. «Yo cada día tengo más ganas y más motivación. Aquí no paras de aprender. De facturas, de administración, de niños, de padres, de todo», señala.
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