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Vista cenital del puesto Atillina Patchwork regentado por Ainhoa y Estrella Alcolea.

«La codicia de los Ayuntamientos se está cargando las ferias de calidad»

En Salamanca hay 147 artesanos registrados que pagan impuestos; por el contrario, otras personas venden sus manualidades sin rendir cuentas al fisco

sandra baz / word

Domingo, 17 de agosto 2014, 12:19

No hay localidad que se precie que no tenga, estos días estivales, una feria a su medida: tradicional, medieval, campesina, de ganado, de cerámica, artesanal, agroalimentaria... El objetivo de los organizadores siempre es el mismo, cuantos más puestos, mejor. Pero los artesanos demandan un equilibrio entre la calidad y la cantidad.

Con el objetivo de dar prestigio al evento, los organizadores invitan a participar a famosos orfebres, reconocidos ebanistas y fabricantes de sabrosos manjares -con denominación de origen incluida- pero, a la vez, permiten que se pongan a su lado elaboraciones caseras y poco cuidadas. «Nos venden que es una feria de artesanía y luego cuando vamos nos encontramos con un batiburrillo de puestos que venden de todo menos producto artesanal», afirma el orfebre Pedro Cruz y añade, «por lo menos que no nos engañen».

Ainhoa Alcolea Serradilla, creadora de Atillina Patchwork, va mucho más allá y afirma que hay «personas que han comprado en los chinos un montón de pendientes que luego venden muy baratos en las ferias, al lado de los orfebres». Ainhoa hace bolsos, monederos, colchas, etc., con telas. «La gente está acostumbrada a usar y tirar. Se compra un bolso en el rastro, lo usan durante un verano y al final del periodo, lo tiran. No lo valoran. En una feria comparan esos bolsos de usar y tirar con los nuestros. Solo miran el precio y no valoran ni las horas de trabajo ni la originalidad del producto».

En las ferias de los pueblos pequeños hay de todo, «están confundiendo a la gente», asegura Elvira Casado Sánchez, ceramista y presidenta de la Asociación Grearte. Alguien debería limitar y legislar todo este tipo de ferias y mercados para que no se conviertan en unos mercadillos de reventa». De hecho, Elvira, confiesa que ella solo asiste a los eventos en los que se pide el carnet de artesanos, «a los artesanos nos gusta competir con artesanos, no con el que revende artículos manufacturados». Por otro lado, están los vecinos de los municipios que aprovechan estos eventos para mostrar sus manualidades y sacarse un dinerito. «Yo no estoy diciendo que la gente del pueblo no pueda mostrar sus manualidades -asegura Ainhoa- pero en otro tipo de eventos, no todo mezclado».

Por poner un ejemplo, en el Martes Mayor de Ciudad Rodrigo había 260 puestos, «más de la mitad son de gente que no está dada de alta ni como comerciante ni como artesano. «Había mucha mierda, no había calidad», afirma Alcolea. «Eso es normal -asegura Elvira Casado- porque el Martes Mayor es la fiesta de la exaltación del comercio, pero, por ejemplo, en la fiesta de la mancomunidad le están dando un puesto a todo el que lo pide y al final la gente va a vender ropa». Otra de las reivindicaciones históricas del sector de los artesanos es la falta de ayudas públicas «en Cataluña le dan 5.000 euros si justifican la asistencia a un cierto número de ferias», afirma la creadora de Atillina Patchwork y continúa diciendo, «aquí no nos dan nada, nosotros tenemos que pagar el desplazamiento, el stand, la estancia...».

Ainhoa Alcolea afirma que las ferias de artesanía, -las que te piden el carnet, son muy caras. Reivindicación que también han hecho los participantes de la última Feria del Barro de Salamanca que aseguran que tienen unos gastos fijos de 700 u 800 euros por seis días de feria, cifra que es difícil de superar con la escasez de ventas.

Que pidan el carné, tampoco es garantía de nada. Pedro Cruz, orfebre que trabaja la filigrana de plata, asegura que los organizadores de las ferias de artesanía cuando no llenan todos los stand dejan entrar al que quiera. Por otro lado, también ha señalado que en Castilla y León la normativa de los artesanos es muy estricta, cada cuatro año un inspector revisa su trabajo antes de renovar la licencia pero, en otras comunidades cuando te dan un carnet es para toda la vida, algunas de esas personas acuden a las ferias con la mitad del producto elaborado a mano y la otra mitad fabricado en fábricas, o todo realizado en factorías.

En general, los artesanos demandan que los Ayuntamientos o los organizadores de los eventos sean más estrictos con el género y con el material que se expone en las ferias ya que es la única forma de que tengan calidad y puedan convertirse en un motor turístico que genere riqueza.

Se trata de un sector muy poco valorado, en el que hay mucho intrusismo y que también ha sufrido un gran incremento de impuestos, que ha pasado de un 8% a un 21% de IVA. Impuestos que como recuerda Ainhoa Alcolea no pagan todos los que se presentan en una feria y venden lo que han estado realizando en sus ratos de ocio durante el año. «Se necesita más seriedad y control o se acabarán las ferias», asegura.

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