Cuando tú vas, yo vengo de allí
En el duelo de laterales profundos, Raúl Carnero ganó la primera mitad; Antoñito la segunda
Incrédulos todos (o al menos la gran mayoría) después de conocer la alineación que Sergio dispuso ayer para enfrentarse en El Sadar a un equipo duro, potente por alto y trasmutado en laberinto cuando lo que se pretende es llegar hasta su portero en condiciones de batirle.
El técnico catalán apostó por segunda vez en esta temporada, tras el experimento fallido en el Camp Nou, por jugar con tres centrales -Joaquín, Olivas y Salisu- e hizo lo mismo en el centro del campo, situando a Alcaraz y San Emeterio por detrás de Míchel para intentar frenar el potente juego por dentro de los de Arrasate, que ayer vio el choque desde una cabina de prensa al encontrarse sancionado.
Esa disposición, con Ünal y Guardiola en punta, giró inmediatamente el foco para apuntar a los carrileros Antoñito y Raúl Carnero, obligados desde el primer minuto a dar vueltas a su cuentakilómetros para cerrar en defensa pero también necesarios en ataque con Plano, Toni y Hervías en el banquillo; Waldo en su casa y Jorge de Frutos debutando con el Rayo. Para más inri, la papeleta le llegaba al gallego en su debut con el Pucela cinco días después de llegar a su disciplina y cuando se cumplía exactamente un mes de su última aparición con el Getafe: 46 minutos en El Palmar en la Copa.
Dejó buenas sensaciones el zurdo, especialmente en la primera mitad cuando tuvo presencia en ataque, defendió bien su banda e incluso disfrutó de una ocasión de marcar. Se le vieron buenas hechuras en defensa, pero también su falta de instinto asesino en ataque, porque intento sin éxito cruzar la pelota con el interior del pie con un disparo que se fue mansamente a las manos de Sergio Herrera.
Para entonces habían pasado ya treinta minutos de partido y, si le habían servido al carrilero gallego para dejar buenas sensaciones, al diestro parecía que el mundo se le venía encima. Por el flanco de Antoñito asustaba Adrián cada vez que aparecía (le hizo un túnel a Joaquín que tuvo que escocer), generaba superioridades el Chimy Ávila cuando apoyaba las subidas de Rubén García y el cordobés tenía las luces apagadas cuando buscaba la línea de fondo, viéndose obligado muchas veces a bajar la cabeza para coger toda la velocidad posible cuando tenía que correr tras perder la pelota.
Pero el partido pareció hacérsele largo a Raúl Carnero, mientras que Antoñito se crecía a medida que pasaban los minutos. Al comienzo de la segunda mitad, el de La Coruña se mostró más pesado y mucho menos profundo, tal vez acusando sus pocos minutos en competición durante este curso (hasta ayer sumaba 649). Por contra, su compañero, un correcaminos que nunca deja de luchar por sobreponerse cuando las cosas parecen no salirle, halló la clarividencia en ataque y las líneas de pase y aprovechó que Íñigo Pérez empezaba a acusar el esfuerzo para medirse con él y ganarle algunas carreras. Donde primero estuvo Carnero, después llegó Antoñito... Pero por poco tiempo.
Llegó el minuto 68 y el cambio de Guardiola, que diez minutos antes estrelló un balón en el larguero, apagó al equipo. Los carrileros pasaron a ser laterales fijos y el equipo a defender el punto con uñas y dientes. Nadie mostró alegría en ataque y tanto Antoñito como Raúl Carnero dieron sus correrías por terminadas. Por primera vez en el partido los dos se quedaron en el mismo punto, cerrando con los tres centrales un empate que hay que dar por bueno tras los trece disparos de Osasuna, cinco de ellos a portería.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.