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Jara Herrero, durante un curso que imparte en la Academia de Patentes 'on line' EL NORTE
Múnich también quiere aplaudir desde los balcones

Múnich también quiere aplaudir desde los balcones

La palentina Jara Herrero, que vive en Alemania desde hace seis años, señala que allí admiran las iniciativas solidarias y las muestras de respeto que se están llevando a cabo en España

Martes, 14 de abril 2020, 07:20

En Alemania observan con admiración las iniciativas tanto públicas como privadas que se están llevando a cabo en cada rincón de España para ayudar en la lucha contra el coronavirus. También admiran las muestras de cariño y de respeto que se están viviendo aquí, ayudando a la vecina anciana con la compra o saliendo todos a una a aplaudir a los sanitarios. Tanto es así que intentaron imitar lo que une a los españoles diariamente a las ocho de la tarde. «Aquí se han intentado cosas parecidas pero no con el mismo éxito. La radio anunció aplaudir al personal sanitario a las cinco, algunos grupos de 'whatsapp' decían que a las seis y otros, que a las ocho. Vivimos en un barrio muy residencial, de casitas con su jardín, y aquí no aplaudía nadie. Yo salí a las tres horas, pero nadie más aplaudía», afirma la palentina Jara Herrero, que vive en Múnich desde hace seis años.

«Hay otro tipo de iniciativas. En la radio se mandan muchos mensajes de ánimo, de solidaridad, pero no es la unión ni la fuerza que hay en España», argumenta. Su historia con Alemania comenzó cuando se trasladó allí a cursar el último año de Ingeniería Industrial. Al poco de llegar, conoció a su actual marido, Robin, con el que ha formado una familia numerosa con tres pequeños. «Después de estar aquí, ya nos fuimos juntos Robin y yo a Estados Unidos, donde estuvimos seis años, dos en San Francisco y otros cuatro en Florida», señala.

La palentina posa con su marido Robin y con sus tres hijos en Múnich. EL NORTE

El primer caso de coronavirus en Europa apareció en Múnich, a finales de enero. «Aquí se está viviendo con mucho respeto. No sé si tuvimos la mala fortuna o la suerte de que el virus llegó aquí en enero, fue el primer punto de toda Europa y todo el mundo se puso muy alerta. La gente se asustó mucho porque vimos las orejas al lobo. Las autoridades sanitarias se pusieron en acción y parece que lo controlaron», explica. «Hubo un periodo de calma, que fue muy tranquilo. Luego todo el mundo se fue de vacaciones la última semana de febrero, que es la 'semana blanca'. Toda Alemania y toda Italia se vinieron a los Alpes, parte de Alemania se fue a la zona de Italia, y ahí es donde se empezó a extender el contagio», argumenta la palentina, que trabaja en la Oficina Europea de Patentes (EPO).

Las medidas que se han tomado en Alemania son parecidas a las que se están llevando a cabo en España. «El 13 de marzo cerraron los colegios en el sur y lo han ido haciendo de manera paulatina por regiones. Aún tenemos libertad de salir de casa para hacer ejercicio o a hacer compras de primera necesidad. Puedes ir al parque a hacer deporte pero no sentarte en un banco. Solo permiten los paseos junto al núcleo familiar, si ven a un grupo de amigos que no viven juntos pueden ser multados», explica Jara.

Los primeros días de confinamiento había policías circulando con altavoces advirtiendo para que todo el mundo se quedase en casa. «Afortunadamente la gente está muy concienciada y muy disciplinada, pues no hemos visto más intervenciones. La gente está asustada y tiene miedo, estamos viendo lo que pasa en España y en Italia», reconoce.

«Las cifras de mortalidad, nadie lo entiende, pero aquí son muy bajas. Hay una hipótesis que lo atribuye a tres motivos, que las familias se emancipan antes, que la mayor parte de la gente que se contagió en las vacaciones era gente joven y que, como llegó más pronto, hubo cierta preparación en el sistema sanitario», resume.

Jara Herrero, que siempre ha mantenido mucha comunicación con su familia, habla ahora más que nunca con los suyos. «Mis padres están con tranquilidad, dicen que lo vamos a superar y también están teniendo mucha precaución. Gracias a Dios están todos bien y se lo están tomando en serio», señala Jara, que iba a venir a Palencia durante todas las vacaciones de Semana Santa. «Tenía vuelos comprados para el 5 de abril porque me encanta que mis niños, que son muy alemanes, pasen tiempo con sus abuelos. Yo tengo muchas amigas allí y me encanta pasar tiempo con ellas y que nuestros niños jueguen, pero lo hemos cancelado todo, claro», afirma con pesar.

Jara Herrero ahora lidia, como muchas familias, con el teletrabajo y con los tres niños en casa. Su trabajo en la Oficina de Patentes consiste en examinar si las candidaturas que les llegan «son nuevas, inventivas y si se merecen una patente. Lo que es el uso y la homologación, eso ya no depende de nosotros», afirma.

«Nosotros examinamos solicitudes de patentes que revelan tecnologías nuevas. Es todo información muy confidencial. Hasta ahora se trabajaba casi solo en la oficina», reconoce, pero actualmente el 95% de los trabajadores lo hacen desde sus casas.

La llegada de la COVID-19, además de acelerar el teletrabajo en la Oficina de Patentes, ha variado el perfil de las solicitudes. «En mi campo técnico, que es mecánica tradicional, han cancelado solicitudes, mientras que en otros sectores, como los productos de desinfección, productos médicos y tecnologías médicas, mis compañeros están observando un repunte. Veremos si es temporal o una tendencia», argumenta.

«Si hubiese una vacuna contra el coronavirus y se quisiese patentar, pasaría por la Oficina si buscase una patente europea. Hay otras instituciones como la USPTO para Estados Unidos o la CNIPA para China. Si es para Europa sí que pasaría por nosotros», concluye Jara, que reconoce que lo único bueno de teletrabajar es tener a Robin en casa, ya que normalmente él trabaja en Frankfurt.

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