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De todos los equipos por los que pasó Andrea de Cesaris, sin duda sería en Alfa Romeo donde hizo sus mejores carreras.
Fórmula 1

De Cesaris, el acróbata

Hace un año, en octubre de 2014, fallecía Andrea de Cesaris, protagonista de una larga carrera en la Fórmula 1, con quince temporadas y 208 grandes premios disputados. Ningún triunfo, ninguna victoria, pero sí muchas historias

PPLL

Sábado, 31 de octubre 2015, 18:13

Era muy rápido. Gerard Ducarouge, el famoso ingeniero, decía que nadie como Andrea de Cesaris había logrado trazar a mayor velocidad la famosa y rápida curva de Signes, al final de la larga recta del Mistral, en el circuito de Paul Ricard.

Y humanamente, fantástico: todo el mundo del paddock le quería y cuando llegaba a una rueda de prensa de las que organizaba Marlboro con sus pilotos, la sala entera sentía su contagiosa simpatía. Y también era un gran piloto, apasionado del deporte (trabajaba horas y horas con los mecánicos para poner a punto el coche), pero a veces, muchas veces, iba mucho más allá de los límites. Salió volando con el Ligier en Zeltweg en 1985, en un accidente espectacular en el que dio nueve vueltas en el aire (como si fuera un avión de acrobacia haciendo un looping) y destruyó el coche, y De Cesaris volvió sonriente a los boxes como si nada hubiera pasado. Hay quien pensaba que estaba en la Fórmula 1 solo gracias a las altas responsabilidades de su padre en la firma Marlboro. Quizás no era incierto, pero tampoco era toda la verdad.

Andrea había brillado en las categorías inferiores en su Italia natal, demostrando que era un superdotado al volante. Había subido rápidamente los escalones hacia la Fórmula 1, a la que llegó con 21 años en la temporada de 1980, en el Gran Premio de Canadá, para sustituir a Vittorio Brambilla en el Alfa Romeo. Y para 1981 le contrato el equipo McLaren, a cuya cabeza hacía poco que se había situado Ron Dennis. En esa temporada, el ingeniero John Barnard revolucionaría el paddock de la F1 con sus chasis construidos totalmente en fibra de carbono, una apuesta basada en la ligereza y solidez de los mismos. En cuanto a la solidez, sin duda la teoría de Barnard sería totalmente confirmada por De Cesaris. Y es que el romano en aquella temporada llevaría nada menos que 18 chasis contra los guardarraíles, todo un récord que le valdría la no renovación de su contrato a final de temporada.

De Cesaris tenía unas muy buenas cualidades reconocidas por muchos en cuanto a pilotaje, pero era evidente que no lograba gestionar de forma segura y serena la conducción de un monoplaza de F 1, quizá por su carácter muy emocional. Cuando hizo su única pole position, en Long Beach en 1982, con el equipo Alfa Romeo, estaba tan aturdido que al volver a su box tras la rueda de prensa se puso a llorar ante todos los que se le acercaban a felicitarle.

Pero su pilotaje era bueno. Muchos recuerdan cómo en 1989 fue capaz de llevar el modesto Dallara-Ford al podio de Montreal en una pista inundada. O cómo en 1991 logró terminar en tres ocasiones en los puntos al volante del recién llegado Jordan, demostrando que su talento estaba intacto frente a quienes le acusaban de estar ahí por el dinero de Marlboro.

Su mejor periodo sería en 1982-1983, con Alfa Romeo. No estuvo en muchas ocasiones en la llegada (tampoco otros pilotos lo harían con los coches italianos), pero dejó un buen sabor con sus batallas frente a los mejores coches y pilotos de la época. En un renovado Spa realizó en 1983 una espectacular salida desde la segunda línea con su bello Alfa 183 y tomó la cabeza de la carrera, dominando con autoridad por delante de Prost y Tambay durante 18 vueltas, hasta que su motor turbo V6 rompió. Y en Long Beach, en 1982, dominó la prueba por delante de Lauda. En la vuelta decimoprimera, Andrea dejó un hueco y Niki se coló. Aun así, el italiano siguió pegado al austriaco hasta que un humo sospechoso proveniente del motor de su Alfa le desconcentró totalmente y acabó, cómo no, contra el guardarraíl.

Perdido en el mar

Su carácter especial también estaba presente fuera de la pista. Su antiguo compañero en Alfa Romeo Bruno Giacomelli contaba que en 1982 De Cesaris se compró un barco y un día le invitó a que le acompañara a navegar. Andrea no tenía ningún conocimiento náutico, pero emprendió teóricamente lo que suponía era rumbo a Córcega: nunca encontraron esta isla y, al vaciarse el depósito de combustible, quedaron a la deriva en medio del mar. Gracias a que a la mañana siguiente les rescató un helicóptero, los dos pilotos pudieron estar a justo a tiempo en Zandvoort para correr el Gran Premio de Holanda.

El 5 de octubre de 2014, cerca de Roma con su moto, el guardarraíl no le dio otra oportunidad de volver a casa para contar, sonriendo, que no había pasado nada.

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