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santiago hidalgo chacel
Sábado, 11 de marzo 2017, 13:27
La carta a los Reyes Magos de Reyes Martín (Valladolid, 1976) ya era profética. Cuando muchas niñas de cuatro años pedían muñecas, ella quería que los de Oriente le trajeran un poni. Soñaba con ser amazona, en parte porque su padre, José Luis Martín, pero para todos Pirulo, muy vinculado a Caballería, siempre había amado los caballos. Lo mismo que, por parte de madre, su tío Valentín García Abril era asiduo a la monta en la antigua Hípica, y en su familia, con Café Doce, fueron de los primeros en patrocinar este deporte. Así era muy difícil escapar, más si a los 12 años ya estaba saltando a caballo en el Club Hípico de Valladolid de Santiago Jalón.
Fue precisamente Pirulo el que en 1990 convenció a algunos padres de niños y niñas practicantes a que se involucraran, «con más ilusión que dinero», según dice Reyes, a levantar en comandita una escuela de equitación cuando desapareció el club de Jalón. Ese fue el origen de Sotogrande. «Teníamos acceso a la finca familiar en la carretera de Rueda y allí se ubicó. Fuimos durante años referente en España de clubes por número de licencias», relata Reyes. A su vez, las iniciativas se agolpaban en ese entorno. Pirulo quiso que, al igual que en La Moraleja, los niños montaran caballos de su medida. Así, adquirió seis ponis llegados de Irlanda. Estos, lo mismo se exhibían en un colegio, en la playa del Pisuerga, en la Academia de Caballería o en la televisión regional. El caso era innovar, difundir, extender este deporte, esta actividad. Crecer.
De allí surgió también el Premio de Saltos Ribera del Duero, en su momento el mejor dotado económicamente, que reunía en maridaje perfecto al vino con el caballo y que durante bastantes ediciones contó entre sus participantes no solo con Sergio Álvarez Moya, finalista en los últimos JJ OO de Río y uno de los jinetes más destacados del panorama nacional, sino también con la infanta Elena. «Teníamos buena relación con ella. Ha dormido en nuestra casa, venía a comer con nosotros», señala Reyes. El talante familiar de este torneo tiraba de todos y abría con esa ilusión muchas puertas. Las de instituciones, las de patrocinadores, por ejemplo.
Detrás del liderazgo de Pirulo, uno de sus hijos, Maca, y también Reyes, ya prometedora amazona y al frente de la escuela, compatibilizando su labor con su licenciatura de Derecho, aunque en un momento dado su cabeza decidió priorizar los caballos a las leyes, en contra, claro, de la opinión de su madre.
La enfermedad de Pirulo a comienzos del nuevo milenio conduce a vender la finca y es en 2009, cuando él falta, el momento en el que Reyes decide desvincularse de esta escuela que había visto nacer su padre y comenzar en Villabrágima, en otro proyecto al amparo de sus conocimientos. Ya dedicada a tiempo completo, allí congrega a 50 caballos, un auténtico balneario para equinos, centro de cría y también de ejemplares de competición, a la vez que una escuela con equipo federado, y actividades varias como campamentos de verano. La yeguada La Malena es también un centro que se autoabastece, ya que los caballos comen lo que allí se cultiva y el control es completo. Tienen sus propios veterinarios, crían, pero incluso los profesores fueron primero alumnos de esta escuela. Todo bajo el sello que marcó Pirulo hace un cuarto de siglo y que Reyes continúa estampando.
En este tiempo, muchos de los jinetes y amazonas vallisoletanos han pasado por estas enseñanzas. Reyes, que con 19 años se hizo con una yegua también vallisoletana de nombre Carioca, encontró en ella a su mejor aliado para competir. La raza de la pequeña de los Martín García Abril, ganadora hasta la extenuación, sobre un caballo de grandes posibilidades. «Era un potro salvaje, yo le domé y llevé a la máxima expresión: dos veces al Campeonato de España, cuatro Grandes Premios Internacionales nivel 4 estrellas y la Copa de Burdeos», señala Reyes. Efectivamente, así lo demostró dos años en el concurso francés. Si en el Gran Premio de 2006, donde venía haciendo una gran temporada, fue segunda, en 2008 en la Copa de Amazonas del concurso se alzó con el premio final, yendo de menos a más. La presencia de su padre, que al final pudo acudir hasta Burdeos, fue uno de sus mejores recuerdos: «Le convencieron para venir y el estar allí y ganar delante de mi familia fue una de las cosas más bonitas que me ha pasado en este mundo de la equitación». En una de las primeras jornadas de esa competición, Reyes instó a una de las grandes competidoras, primera del ranking ese año, Meredith Michaels Beerbaum, a que se hiciera una foto con ella. Al concluir el concurso con el triunfo de la vallisoletana, fue la estadounidense la que se acercó a Reyes y le dijo: «Ahora soy yo la que quiere hacerse una foto contigo».
Pese a que en la actualidad sigue en competición (la hípica es un deporte muy longevo), Reyes Martín entró en el anterior mandato con el presidente, el también vallisoletano Javier Revuelta, en la Asamblea por el estamento de jinetes de la Federación Nacional de Hípica. En diciembre del año pasado ha dado un paso más y se ha incorporado al equipo técnico como adjunta a la dirección técnica de saltos. En el equipo de trabajo de Marc Fusté, Reyes prevé que su labor más que en la alta competición se va a destinar a la base y a las categorías inferiores. Sin embargo, considera esto una gran empresa: «Hay que crear afición, meter la hípica en las escuelas. Del incremento de practicantes, nacerá la base de la pirámide más grande. Cuando estábamos en Sotogrande, en la carretera de Rueda, ya trabajábamos con colegios y escuelas con la FMD. Ahora esto es labor de las federaciones territoriales, pero la nacional tendrá que impulsarlo». El argumento defendido por Reyes durante mucho tiempo es que la hípica como escuela no es un deporte caro, sino asequible. El modelo de Inglaterra siempre está a la vista de cualquiera.
La Hípica de Castilla y León pasa por diferentes puntos de sierra, según Reyes. Sí que «hay que estar orgullosos del Centro Ecuestre de Segovia», pero también es cierto que «antes la comunidad era referencia en concursos de máxima categoría y estos, ya sea también por la crisis, han disminuido». En Valladolid y en la hípica vallisoletana, quizá nos falten más José Luis Martín Pirulo, sus ideas y sus proyectos, aunque al menos nos queda Reyes, su sucesora.
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Mateo Balín y Sara I. Belled (gráficos)
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