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Suárez en una intervención como ministro secretario general del Movimiento en 1976.
1976: Adolfo Suárez, presidente del Gobierno

1976: Adolfo Suárez, presidente del Gobierno

165 aniversario de El Norte de Castilla ·

El 3 de julio de 1976 el entonces secretario general del Movimiento accedía a la Presidencia del Gobierno gracias a la estrategia de Juan Carlos I y Torcuato Fernández Miranda

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Martes, 26 de octubre 2021, 07:20

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Adolfo Suárez, un político que no irrita al búnker ni complace a la oposición». Era la definición de Amalia Sánchez Sampedro en El Norte de Castilla, el 4 de julio de 1976, una vez conocida la inesperada decisión del jefe del Estado. En efecto. Quienes pugnaban por derribar al Franquismo, a través de su prensa afín, no tardarían en calificar la operación Suárez, liderada por el Rey, de «inmenso error», mientras los duros del Régimen le reconocían, al menos, su carrera política dentro del Movimiento.

La sorpresa saltó el 3 de julio y obedecía, bien es sabido, a las maniobras del Rey y de Torcuato Fernández Miranda quienes, una vez defenestrado Carlos Arias Navarro, lograron colar en la terna del Consejo del Reino, encargado de elegir al nuevo presidente del Gobierno, al joven ministro secretario general del Movimiento. Como señalaba El Norte de Castilla, el candidato inesperado se impuso en votos a Federico Silva Muñoz y Gregorio López Bravo, y dio la campanada porque, en realidad, muy pocos se lo esperaban:

«Don Adolfo Suárez González, hasta ayer ministro secretario general del Movimiento, ha sido nombrado por Su Majestad el Rey Juan Carlos, nuevo presidente del Gobierno, a propuesta del Consejo del Reino. Este organismo elaboró una terna de candidatos compuesta, además de por Adolfo Suárez por Federico Silva Muñoz y Gregorio López Bravo».

Adolfo Suárez y Felipe González se saludan en La Moncloa en 1977.
Adolfo Suárez y Felipe González se saludan en La Moncloa en 1977.

Calificado como «conservador» por los medios alemanes y como «liberal» y «renovador» por italianos y británicos, Suárez veía así culminada una carrera política con jalones decisivos en Castilla y León. Porque si ya en Ávila se ganó la amistad de su 'padre político', el entonces gobernador civil Fernando Herrero Tejedor, que en 1955 lo nombró su secretario, 13 años después lograría hacerse en Segovia con el mismo puesto que aquel.

En la ciudad del Acueducto, además de promover la creación del Colegio Mayor Universitario Domingo de Soto y de lograr la calificación de la ciudad como Provincia de Acción Especial en el II Plan de Desarrollo, mostró ademanes que anunciaban el porvenir. Expresó cierto distanciamiento hacia los hombres del Movimiento, colocó a personas de su confianza en puestos clave, concertó entrevistas con líderes de la izquierda local y algunos de sus informes, contenidos en el Archivo Histórico Provincial, reproducían con fidelidad las maneras de quien aspiraba a conducir su gestión política con profesionalidad. Como aquel que retrataba a la sociedad segoviana en clave de conservadurismo, apatía, tranquilidad, orden, desmovilización, y una general adhesión al Régimen.

El presidente con Manuel Gutiérrez Mellado en las Cortes, en 1978.
El presidente con Manuel Gutiérrez Mellado en las Cortes, en 1978.

Bastante curiosa era, por ejemplo, la división social, con su correspondiente adscripción política, que abocetaba en 1969: mientras que las clases altas se mostraban proclives a los monárquicos de don Juan, los individuos pertenecientes a las clases medias, convencidos de la necesidad de la democracia, se dividían entre republicanos, socialistas, monárquicos y falangistas. Entre las clases bajas, Suárez destacaba a ese conjunto de obreros tan despolitizado como descontento con el sistema político y sindical vigente.

¿Dónde radicaba, por tanto, el núcleo de la oposición política y sindical más activa al Régimen franquista? Sin duda alguna, en los movimientos apostólicos de corte progresista, especialmente entre los militantes de HOAC y JOC, pero también entre el clero joven, claramente anticapitalista, y en el seno de otras asociaciones religiosas. Suárez no dudó en entrevistarse con algunos de aquellos líderes del progresismo eclesiástico segoviano para transmitirles, con sumo respeto, su voluntad de mantener la tranquilidad y el orden social. La realidad es que el desconcierto generado por su nombramiento como sucesor de Arias Navarro dificultó sobremanera la conformación del nuevo Gobierno; eso y el hecho de que, como resaltaba El Norte de Castilla el 6 de julio de 1976, los miembros del gabinete saliente no tardaran en anunciar su retirada. Los primeros, Fraga y Areilza, dolidos porque ambicionaban la Presidencia, pero también Robles Piquer y Martín Gamero, entre otros.

Los elegidos junto a Suárez, escogidos en buena medida por el vicepresidente Alfonso Osorio, fueron miembros de la Asociación Católica de Propagandistas, amigos, algunos miembros del anterior Gobierno, militantes de la Unión del Pueblo Español y destacados tecnócratas. Eran, además de Osorio, Lavilla, Oreja, Carriles, Abril Martorell, Martín Villa, Lladó, García López, Reguera, Calvo-Sotelo, Lozano Vicente, Pérez de Bricio, De la Mata y Menéndez.

Tres candidatos

El 4 de julio de 1976 El Norte explicó que el Rey había elegido presidente a Suárez de entre una terna compuesta además por Federico Silva Muñoz y Gregorio López Bravo.

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