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Marina y Sara, en su establecimiento de la calle Conde de Ribadeo.
Cuando el menú y el trato van de la mano

Cuando el menú y el trato van de la mano

Sara Cabello y Marina Cruz regentan el Café-Restrobar Tigo y Migo

Laura Negro

Domingo, 30 de abril 2017, 18:10

Se conocen desde hace años y su relación ha pasado por diferentes etapas. Primero fueron camarera y clienta, más tarde se hicieron amigas, llegaron a ser compañeras de trabajo y ahora son socias. Ellas son Sara Cabello (36) y Marina Cruz (28), dos jóvenes que hace un año pusieron en marcha el Café-Restrobar Tigo y Migo, en la calle Conde de Ribadeo.

Sara llevaba ocho años trabajando como camarera en un bar del centro. Un empleo que compaginaba con sus estudios de grado Técnico de Laboratorio. Allí conoció a Marina, licenciada en Magisterio con dos especialidades y también en Arte Dramático. Su amistad se fue estrechando y pronto Marina, que ejercía como actriz en Madrid, empezó también a trabajar como camarera en el mismo bar que Sara. Compartían las mismas inquietudes y las ganas de emprender y durante dos veranos se dedicaron a montar casetas para ferias gastronómicas, de forma que se hicieron bastante conocidas en el sector de la hostelería.

Vieron que aquello se les daba bien y decidieron apostar por montar su propio bar-restaurante. «Avisamos en el trabajo de que queríamos ponernos por nuestra cuenta. Estuvimos mirando muchos locales, sobre todo por la zona centro, pero la mayoría de los alquileres estaban fuera de nuestro alcance, hasta que encontramos este local que encajaba muy bien con lo que queríamos y fue cuando dejamos nuestro empleo», recuerda Sara.

Las dos conocían bien el sector. Tenían experiencia en la hostelería, sin embargo eran completamente nuevas en lo que a emprender se refiere, por eso, durante meses, se estuvieron informando en profundidad de todos los trámites necesarios, sobre las ayudas y la forma jurídica por la que debían optar. «Nos aconsejaron que nos formalizáramos como Comunidad de Bienes, y así lo hicimos. Nos hemos beneficiado en la reducción de la cuota de autónomos que, en mi caso, por ser menor de 30 años, tengo una reducción especial del 30% hasta el mes 30», explica Marina. Además, querían estar muy seguras de lo que debían ofrecer a sus clientes, y antes de ponerse en marcha, hicieron un recorrido por gastrobares de ciudades como Zaragoza, Logroño y Barcelona y así empaparse bien de lo que se cocía y se ofrecía en el sector.

Las dos han dejado atrás muchos sueños por sacar adelante este proyecto emprendedor. Sara estaba estudiando el Grado Superior de Control de Calidad y, en vista de que la clientela no paraba de aumentar, decidió dejarlo para dedicarse al restrobar a tiempo completo. Marina, por su parte, sigue trabajando como actriz en proyectos que le van saliendo, aunque ahora mismo, para ella, lo más importante es sacar adelante su nuevo negocio.

«Hemos contado con mucho apoyo de familia y amigos, sin los cuales, Tigo y Migo no hubiera sido posible. La verdad es que estamos muy contentas con la respuesta del público, porque hemos trabajado muy bien desde el primer día, aunque lo cierto es que para nosotros la Seminci marcó un punto de inflexión, y es cuando más se notó el aumento de la clientela», explica Marina, quien además, presume de llevarse muy bien con otros hosteleros de la zona. «Mucha gente no confiaba en que nuestra idea saliera bien. Nos veían muy jóvenes e inexpertas, pero poco a poco nos hemos ganado la confianza y el respeto de todo el mundo y nos hemos hecho un hueco a base de trabajar mucho y de dar un excelente trato al cliente. En nuestro bar siempre hay muy buen rollo. Hemos logrado formar una familia con nuestros clientes», continúa.

A las 07:30 horas, las puertas de Tigo y Migo se abren para dar los desayunos a los clientes más madrugadores. A media mañana ofrecen tapas y raciones, y más tarde menús y comidas por encargo. Por la tarde continúan con cafés, raciones, hasta acabar con el servicio de cenas. «Personalizamos los menús y nos adaptamos a las necesidades del cliente. Aquí vienen muchos vegetarianos y celiacos, a los cuales, damos un trato especial», comentan. Las 24 plazas de su restaurante normalmente siempre están completas, «por ello, los fines de semana, es mejor hacer reserva», aconsejan.

Sus especialidades son la tortilla y sobre todo las croquetas, de hecho, son finalistas del I Concurso de Croquetas de la Guía Paladar y Tomar, y el próximo mes de mayo se jugarán en la final el título de «Mejor Croqueta de Valladolid 2017», con otros tres establecimientos de la ciudad. «Cada día de la semana hacemos un guiso. Todo lo hacemos de forma casera y hemos decidido apostar por la comida hecha en el momento». A la hora de darse a conocer, confían sobre todo en el boca a boca, aunque también se apoyan en las redes sociales y en otras plataformas como Tripadvisor, de donde cada vez les llegan más clientes. La familia Tigo y Migo va en aumento y acaban de contratar a una persona a media jornada que les ayuda a atender la barra.

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