El cocinero Javier Peña posa en las instalaciones de la Escuela Internacional de Cocina de Valladolid.

El tuit que lo empezó todo

El vallisoletano Javier Peña participa en el programa ‘Top Chef’

Nieves Caballero

Lunes, 20 de octubre 2014, 09:39

Esta historia empezó por un simple tuit y por un anuncio de periódico. El cocinero Javier García Peña (Valladolid, 1979) vio en esta red social que Alberto Chicote anunciaba la inminente selección de candidatos para el programa Top Chef de Antena 3 TV y lanzó un órdago. Envío un correo con su trayectoria profesional y, a los 45 minutos, la productora le respondía para pedirle más fotos, vídeos e información. Recuerda que era el último viernes de Dolores. Así, fue comenzó todo. Ahora se mantiene agarrado a sus cuchillos de cocina en un programa que se emite las noches del lunes y que va dejando candidatos por el camino.

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Lo cierto es que la vida y milagros de Javier Peña despiertan interés en cuanto se pone a hablar con su sonrisa envolvente. Es un tipo simpático, que ya ha hecho amigos en el programa y que en los últimos capítulos se ha dejado notar como líder de grupo. Fue el número 210 de los 300 candidatos. «Todos gente muy preparada», apunta. Una selección en la que, entre otros, ejercieron de miembros del jurado el cocinero zamorano Pedro Mario Pérez, de El Ermitaño, un establecimiento que cumple este año su 25 aniversario en Benavente; y Víctor Gutiérrez, el chef peruano con estrella en la Guía Michelin para el restaurante salmantino que lleva su nombre.

La importancia de El Norte

  • Javier Peña no ha salido de la nada. Tiene oficio y una larga trayectoria profesional a sus espaldas. Ha estado pegado al oficio desde niño, debido a que sus padres han regentado establecimientos como el Bar Pucela, en la Huerta del Rey, o la Taberna San Miguel, en la plaza del mismo nombre. A los 17 años vio el anuncio de un curso de ayudante de cocina en El Norte de Castilla. Fue un momento clave porque comenzó su formación en la entonces Escuela del Casino de Castilla y León, en Boecillo, en la que fueron profesores reconocidos cocineros como Jesús Ramiro y Lorenzo González.

  • A partir de ahí ha rolado de aquí para allá, aunque su punto de apoyo siempre es Valladolid. Mallorca, Tenerife, Ibiza. Javier Peña está convencido de que estos destinos turísticos, le han servido «para hacer callo» y para ser capaz de resistir en un programa como Top Chef. «En las islas, llegué a trabajar hasta seis meses sin descansar un solo día. Coges agujetas mentales». Después de pasar por Toledo, regresó a su ciudad natal para trabajar con Lorenzo González, el jefe de cocina del Hotel AC Palacio de Santa Ana, donde estuvo cinco años. Tras esta etapa, inauguró junto al sumiller Alberto Polo La Teta y la Luna, en el barrio de Villa de Prado. Gracias al importador de vinos en Corea del Sur de la bodega Hermanos Pérez Pascuas (Viña Pedrosa), de la Ribera del Duero, se fue a trabajar a un establecimiento coreano de gastronomía de Castilla y León. Tras breves pasos por Valladolid, viajó a Filipinas, México y Brasil. De nuevo en Valladolid montó hace un año el Bar La Candela, con el que ya no tiene nada que ver.

Después de Semana Santa, 16 cocineros de toda España empezaron a grabar los 15 programas que se emiten en la actualidad. Todo está pregrabado, pero el nombre del ganador se mantiene oculto como un secreto de Estado. Habrá que esperar hasta diciembre. Los participantes firman un contrato de confidencialidad. Tampoco Javier Peña desvela nada que no se pueda contar. Hasta el momento se han emitido seis programas, que logran más audiencia en Castilla y León que la media española. Peña anima a ver el sexto porque «promete». Faltan otros nueve y, en uno de ellos, los concursantes competirán en las modernas instalaciones de la Escuela Internacional de Cocina Fernando Pérez de Valladolid, el mismo lugar en el que se produce este encuentro con Peña. El cocinero se muestra «muy orgulloso de ser uno de los participantes», aunque en muchas ocasiones han soportado 12 horas diarias de grabación. «El programa te obliga a ponerte ante retos impensables. Se graba de lunes a viernes y el fin de semana vuelves para casa».

Pero, ¿se cocina o no? Mucha gente se queja de que no puede hacer las recetas después. Pero es que ese no es el objetivo de un programa que busca al mejor cocinero, pero también poner al límite de la tensión a los concursantes y mostrar al público sus reacciones y las relaciones entre ellos. «Claro que se cocina, pero en poco tiempo, el mismo que marcan los cronómetros que ven los espectadores», asegura Peña. Cuando ese tiempo acaba, los cocineros levantan las manos y no vuelven a tocar el plato que acaban de elaborar hasta que se lo llevan ante los miembros del jurado (Alberto Chicote, Susi Díaz y Yayo Daporta) o a los comensales de turno, cuando el programa se graba fuera de los estudios. Cuando salen a exteriores, «nos meten en un autocar y a hacer kilómetros». Uno de los peores momento para Peña fue el segundo programa, en el que estuvo a punto de coger sus cuchillos y marcharse, tras fallarle los nervios y la aplicación de la técnica. El punto de inflexión llegó en la guerra de restaurantes (5º programa), cuando le hicieron jefe de grupo, porque «me noté más suelto y tranquilo. Me dije, vais a empezar a ver el Peña de verdad». Afirma que todos mantienen «una relación estupenda». Peña ha puesto motes cariñosos a todos sus compañeros. Por ejemplo, David de Barcelona es Solomillo y Carlos de Valencia, El niño probeta. Admite que «poner motes es muy de Valladolid», pero que también es consecuencia de que es muy despistado a la hora de recordar los nombres. Javier Peña ha jugado y sigue jugando al rugby. Es cofundador del nuevo equipo de Arroyo.

Grandioso cocido

Considera que el interés de los espectadores por los programas de cocina está justificado «en un país que vive en gran parte del sector servicios y en el que nos gusta comer y beber». También argumenta que «la gente sabe cada vez más y es más exigente con los restaurantes». Respecto a la alta cocina defiende que «es tan grandioso un cocido como una esferificación, cada uno busca su camino» y reconoce que las nuevas técnicas las ha aprendido «de forma autodidacta». De la gastronomía de Castilla y León, se queda con el lechazo, las legumbres, los embutidos y los vinos.

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Además de subrayar que está disfrutando y que el programa le ha permitido conocer a mucha gente a la que nunca podría haber accedido de otra forma, y firmar algunos contratos de publicidad, va perfilando su futuro. No quiere adelantar nada, pero afirma que «después de tanto paseo» quiere ser «profeta en mi tierra». De hecho, le gustaría montar su propio restaurante en Valladolid. Por ahí van los tiros. También mantendrá diversas colaboraciones con sus compañeros de Top Chef y con la Escuela Internacional de Cocina de Valladolid.

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