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Miriam sevillano
Domingo, 27 de julio 2014, 12:56
La integración en la sociedad no es igual de sencilla para todos. Hay miles de personas que necesitan ayuda para afrontar la rutina en la que están sumidos porque no son capaces de hacerlo solos. No sin un apoyo constante. Por ello, nacen centros de reinserción como Remar Internacional, cuya función es encargarse de acoger a colectivos con problemas y abastecer sus necesidades diarias.
Esta entidad, actúa en 70 países de todo el mundo. Abre sus puertas en el municipio de Laguna de Duero para recibir casos de drogadicción, alcoholismo, anorexia, maternidad de mujeres solteras, niños desamparados y manutención de familias desestructuradas. Y lo hace sin ánimo de lucro. El periodo de estancia no implica gastos para los afectados que allí conviven, lo único imprescindible para permanecer en la organización es cumplir las normas de convivencia exigidas siguiendo una disciplina vital para la rehabilitación.
El centro está ubicado en una finca de grandes dimensiones, a las afueras de Laguna de Duero. En el terreno, acondicionado para ofrecer una vida digna a los internos, se van construyendo casas para compartir, ajustándose a la demanda de la gente que va llegando y deciden finalmente ingresar. Cabe destacar que cada uno es libre de abandonar la obra y volver cuando quiera, nadie relacionado con la asociación tiene derecho a impedírselo.
Por otro lado, en las instalaciones de Remar,además de los que intentan rehabilitarse, se encuentran asentados los voluntarios que también pasaron por la fase de la reinserción en alguna etapa se su vida y que actualmente, pueden decir que están rehabilitados. «La experiencia resulta muy dura. Sinceramente, creo que una persona es capaz de rehabilitarse. Yo lo estoy y lo he conseguido gracias a la obra de Remar después de haberlo intentado en clínicas y haberme gastado mucho dinero», subraya Raquel Delgado. Una mujer de 42 años licenciada en Periodismo que acudió a esta obra social «un poco desesperada» tras empezar con problemas de anorexia, bulimia y depresión a los 17 años. Ahora se encarga de ayudar a los demás de una manera voluntaria en el centro de Laguna, donde reside con su marido y su hijo.
En estos momentos, la asociación afincada en Laguna cuenta con 20 voluntarios, acompañados por sus hijos, que velan por el cuidado de la gente sin recursos, independientemente de cual sea la problemática que les haya llevado hasta allí. «Es precioso ver cómo puedes enseñar a la gente como es su día hicieron conmigo. Yo llegué a un punto en mi vida demasiado bajo y gracias a esta obra, a la que llegué con 38 años, empecé a tener valores, fidelidad e integridad como hombre. Cambia tu manera de vida. Ahora valoro y agradezco la sábana en la que duermo y hasta el techo que me cobija», recalca con entusiasmo Ramón Ruíz, un padre canario con dos hijos rehabilitado de su drogadicción que arrastraba desde los 13 años. Además, afirma sentirse avergonzado de decir hasta donde llegó para conseguir sus propósitos.
La autosostenibilidad de la obra depende de la venta de muebles y ropa en el rastro abierto de lunes a sábado en diversos locales repartidos por Valladolid y de los diferentes talleres de chapa, pintura, cerrajería y carpintería, entre otros. Una parte importante de lo que se recauda en cada región se destina al tercer mundo, de ahí que la asociación funcione en otras partes del mundo. En lo relacionado a la alimentación diaria, Remar recibe productos de empresas que se entregan a la causa. Además hay otros proyectos sociales en la obra. Es el caso de P.A.N (programa de apadrinamiento de niños) que lleva funcionando desde hace diez años. Este centro de reinserción también funciona como una ONG. Suministran ropa y alimentos a los necesitados que viven en las calles, además de visitar y proporcionar sustento a la gente que se encuentra en la cárcel. Asimismo, cuentan con un programa solidario, ángeles de la calle permanente durante todo el año se encarga de repartir alimentos a los toxicómanos.
Hay testimonios que certifican que Remar cambia radicalmente la vida de los internos. «A mi me encantaba el dinero. Yo he vivido de la gente y de las mujeres toda mi vida. He traficado con drogas y hasta he traficado con mis hijos poniéndoles las drogas para pasar los aeropuertos. Hice muchísimas cosas, hasta fui ladrón de casas pero hoy puedo decir que todo eso ha cambiado. Ya no vivo de la gente, sino que vivo para la gente y de de manera altruista. Lo único que quiero a cambio es hacer lo mismo que hicieron conmigo en su día. Es lo que me hace sentir bien», explica Ramón sin prejuicios tras llevar casi 11 años como voluntario.
No todo son alegrías
Desgraciadamente, hay casos en los que las personas que acuden al centro solicitando ayuda de forma desesperada no son capaces de cumplir las normas ni la organización y deciden abandonar. «La mente y el estado de ánimo de cada uno tienen la capacidad de dominar los impulsos de las personas», explica Raquel Delgado. Pese al incesante intento de motivación por parte de los voluntarios, hay casos con resultados negativos. «Hemos recibido llamadas de padres diciendo que sus hijos no habían llegado a casa después de haberse marchado de Remar y tristemente aparecen muertos de sobredosis», argumenta apenado Ramón.
Remar Internacional es una institución que se vuelca en el prójimo y que viaja allá donde se le necesite, no solo en Valladolid, sino en España y por todo el mundo. La obra solidaria que encomienda está salvando las vidas de miles de personas y cualquier ayuda ajena es bien recibida.
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