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Un grupo de personas pasea por el camino que recorre la orilla del río Eresma en la Boca del Asno. :: ANTONIO TANARRO
Caballos entre los pinos
CON NIÑOS | BOCA DEL ASNO

Caballos entre los pinos

La Boca del Asno, en Valsaín, Segovia, ofrece miles de combinaciones perfectas para conocer uno de los mejores bosques de Europa

ESTRELLA ALONSO

Viernes, 1 de octubre 2010, 02:59

En algunos sitios, las ideas fabulosas se convierten en realidad y seres casi imposibles abandonan por momentos los rincones de la fantasía para tomar forma y hablar con la gente. O el más difícil todavía: nacen directamente irreales en un mundo en el que algunas historias cobran sentido solo en boca de sus protagonistas.

Es lo que ocurre con el pino padre del Centro de Interpretación de Boca del Asno, en Valsaín, Segovia, que no pierde ocasión de contar a los habitantes su vida. Y su vida, claro está, se desarrolla en los montes de uno de los entornos más bellos de Castilla y León.

Los días aún cálidos del otoño son perfectos para disfrutar de una excursión difícil de olvidar. Y, de paso, para aprender sobre naturaleza y economía, en ambos casos ligados estos ámbitos al medio ambiente.

Sobre la primera, porque nada mejor que la visita virtual que propone el centro o las visitas guiadas que sus monitores ofrecen para conocer el entorno, la flora o la fauna.

También sobre economía, porque los montes de Valsaín son un excelente ejemplo de explotación sostenible de los bosques. Y la gestión de este recurso natural, la madera, es también un tema que trata el centro de interpretación.

La visita desde Segovia no entraña más dificultad que la de desplazarse hacia Valsaín desde La Granja. El viaje desde Madrid implica el paso por un espacio singular por sí mismo: el puerto de las Siete Revueltas de Navacerrada, cuyas curvas podrían estar señalizadas con un «atención circunferencia completa», que apenas desentonaría con el paisaje.

El recorrido es más que interesante para los más jóvenes de la casa y la excursión perfectamente adaptable a cualquier edad. El «modo fácil» incluye pequeñas incursiones a pie en unos bosques en los que es posible contemplar caballos paciendo entre los árboles o disfrutar del bellísimo curso que dibujan entre rocas las aguas del río Eresma. En el otro extremo, el 'modo profesional' implica enfrentarse en bicicleta a un puerto que requiere entrenamiento previo.

Posibilidades

En medio, infinidad de posibilidades, como la de cruzar el puente de madera que aparece ante los ojos del excursionista nada más llegar al lugar y seguir el curso del río, contra corriente, hasta llegar al siguiente puente, desde donde se puede emprender la vuelta por la margen contraria. Total, un par de horas de hermoso paisaje sin apenas dificultad.

Un entorno en el que pinos, empresas madereras, gatos monteses, caballos que pastan en libertad o avezados excursionistas conviven en perfecto equilibrio y respeto mutuo. Y, si se presta la debida atención, tal vez alguno de los miles de pinos que pueblan el bosque repita las palabras de ese padre que, al comienzo del día, le contó a niños y mayores cómo era su vida en uno de los espacios naturales más reputados de Europa.

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