La justicia, esa utopía
El teniente coronel apenas tuvo tiempo de cumplir la sentencia, darse una ducha, coger la pistola y salir pitando al Congreso Los implicados en la 'operación Galaxia', Tejero e Ynestrillas, brindan con champán para celebrar la exigua condena del consejo de guerra
JAVIER AGUIAR
Viernes, 21 de mayo 2010, 02:43
Hay tantas cosas que aprender de la Historia que yo propondría llevar las hemerotecas a los colegios, aunque ya sé que, entre la 'Biblia' y el 'Cossío', apenas va a quedar tiempo a los futuros salvadores de la patria. Ese día, cuando los padres de estos aprendices de toreros se entrenaban en los parques en otros tipos de lidias sin más enseñanza que su propio instinto, se hacía pública la sentencia del consejo de guerra que había juzgado a los imputados en la 'operación Galaxia', el reciente intento de asonada militar para acabar con la recién nacida democracia. El teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero Molina y el capitán de Infantería destinado en la Policía Armada Ricardo Sáenz de Ynestrillas eran condenados, respectivamente, a siete y seis meses de prisión militar «por un delito de conspiración y proposición para la rebelión».
Al conocerse el fallo, ambos «brindaron con champán la sentencia dictada por un tribunal militar de Madrid en compañía de familiares y amigos, en una cafetería próxima al Gobierno Militar de la capital». Ante los periodistas tantas veces denostados pudieron mofarse de la justicia y de la dignidad. «Ambos señalaron que en ningún momento perdieron la confianza en la justicia y que para ellos lo más importante es que resplandezca la verdad». Tejero, entusiasmado, se permitió una ironía: «La sentencia me parece aceptable, pero de todas formas no es acorde con la exposición brillante de nuestros abogados». E Ynestrillas remató la burla: «Por fin se ha demostrado que todo fue como un juego».
El hombre que con su bigote y su tricornio inmortalizó el lado más mezquino e innoble de la ultraderecha española, y ya tiene mérito, apenas tuvo tiempo de salir del cuartel, darse una ducha, coger la pistola y salir corriendo hacia el Congreso de los Diputados para, es de suponer, seguir jugando a ser los héroes de la España de los valores eternos.
La lección de la Historia es muy sencilla. La justicia debe ser el más fuerte de los cimientos sobre los que se asiente la democracia. Sin ella no hay casi nada. Es un tema, niños y niñas, que hay que aprender de cara al futuro. Para evitar que quienes no creen en ella o los corruptos acaben con los magistrados que han de juzgarlos y para impedir que los jueces firmen sentencias mirando sus ideas e intereses políticos antes que a la ley. Entre otras cosas.
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